Oreja cortada por El Califa de Aragfua en san Cristòbal. Foto: Juan Fajardo
Por José Luis Jiménez
El Califa de Aragua ha recogido el trofeo a la "Mejor faena de la feria de San Sebastián 2013", conformando el plantel de los toreros más destacados del recién finalizado serial tachirense.
Sí para algunos se ha convertido en una especie de ícono de un debate de años sobre los toreros que en apenas tres actuaciones ya cantan los éxitos, para otros se ha convertido en la “piedrita en el zapato”, donde es común negar el pan y el agua cuando un compatriota, formado al fragor del barrio, está más cerca del triunfo y en camino de disfrutar de los frutos de un trabajo formado con sangre, sudor y lágrimas.
Un repaso a lo sucedido en San Cristóbal arroja una verdad que no se puede ocultar: un 70 por ciento del público fue a ver a El Fandi, un 25 por ciento lo hizo por el maestro Benítez y apenas un cinco por ciento fue a ver a El Califa de Aragua y allí estriba la censura.
No es posible para muchos, que un incipiente torero venezolano pueda “colarse” en carteles de lujo, resultar premiado con el veredicto de los jueces como el torero que ha realizado la mejor faena de la feria y por ese motivo hay que verle el hueso, sin pensar que los aficionados no tienen que sufrir los temas personales que pudiera tener con algún apoderado o periodista.
Lo realizado por El Califa de Aragua tiene dos lecturas: Ha dejado buena impresión, sin duda, con vibrante impulso. Al candor de sus antagonistas, incorporó un afán digno de todo encomio, colocando enormes pares de banderillas y no desentonando en su desempeño con la muleta. Su primera faena ha sido de menos a más, tras unos naturales de mérito, largos y templados, y con una buena tanda de derechazos.
Lo otro lo constituye el hecho de cometer una novatada que le privó ser candidato a triunfador de la feria, alargando la faena y engolosinado por tener el público metido en el canasto con la solicitud unánime del indulto. Por este parpadeo, la autoridad le envió los tres recados, debiendo el torero que retirarse al tercio de matadores en medio de atronadora ovación sin poder culminar la suerte suprema.
Este termómetro que registra muchas cosas concretas de la conducta de un joven torero, servirá como anecdotario de cuantos más hechos se recuerdan en obra crítica singular, personalísima y por lo mismo polémica e inquietante.
Ya todo está dicho: El Califa de Aragua se trajo una oreja ganada a pulso y el trofeo a la Mejor Faena de la Feria de San Sebastián. Dos premios nada despreciables en apenas tres corridas, lo que señala estar en el camino correcto.
Más importante que la inteligencia es la alegría de ver que uno es capaz de vencerse y ponerse metas y cumplirlas, porque la grandeza inspira envidia, la envidia engendra rencor y el rencor genera mentiras; pero lo bueno es que siempre habrá personas que hablan y seguirán hablando de El Califa de Aragua.
El verdadero reto será este domingo 3 de febrero en Maracay al lado del maestro Leonardo Benítez con toros de Los Ramírez. Una gran responsabilidad ante un público que ya le conoce sus virtudes y defectos, que espera su arranque definitivo y no le perdonará ningún traspié.
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