Redacción 'Del toro al infinito' / Fotografías La Loma
Madrid, 25 de Mayo de 2016.
El triunfo de David Mora en la tarde de ayer sobre el ruedo de Las Ventas fue el colofón de una jornada intensa y brillante para la tauromaquia que se abrió con el toque de clarín de una soleada matinal madrileña para un paseíllo de lujo encabezado por don Víctor José López El Vito al que arropó lo más granado del mundo del toro. Su actuación también fue en la Monumental de la calle de Alcalá pero en el ruedo de la cultura, en la Sala Cossío, para presentar su obra cumbre, su “Memoria de Arena”, medio siglo de pasión taurina”.
No quedará un rincón de la geografía taurina donde el Vito no haya dejado su huella ni haya dejado de sembrar el afecto y admiración a su persona y a su pluma, y así en la todavía capital de España se ha vuelto a demostrar con el excepcional elenco de personajes y personalidades que han acudido a la llamada del amigo, del periodista, y del egregio escritor que es El Vito. A su vera y en la mesa tribuna estuvieron el periodista Paco Aguado, que presentó y moderó el acto, Juan Lamarca, presidente de Las Ventas, y dirigente del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida, Carlos Aragón Cancela, matador de toros y ganadero de 'Flor de Jara', y los históricas figuras del toreo Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea" -"Salamanca tierra mía llena de arte y sabiduría"- y Paco Camino, el de siempre, el eterno"Niño sabio de Camas".
Fue una delicia el relato de todos ellos contando y cantando las virtudes de El Vito, su relación con él, historias y vivencias que reflejan el espíritu del medio siglo de pasión taurina de don Víctor, y en parte recogidas en el libro testimonio de su propia historia en la tauromaquia mundial.
La emotividad que se vivió en la mañana en esta Sala Cossío fue el preludio de emociones vividas por la tarde, irradiadas por la humanidad y pasión de un torero colosal, David Mora, al que Dios premió su fe y sacrificio para renacer a la vida con un toro como Dios manda y que llevaba el hierro de Alcurrucén.
Efectivamente, un preludio protagonizado por El Vito, con su soberbio relato de su obra iniciada hace cincuenta años, tal que su memoria en el toro, donde afloró el mismo sentimiento y capacidad narrativa que ha sabido plasmar sobre el papel, pero con la emoción del momento que no pudo contener un hombre tan curtido como don Víctor, con voz entrecortada y ojos vidriosos ante sus entrañables amigos. Porque ante él, como imagen en ornacina de adoración, se postraron colegas suyos como Fernando Fernández Román, José Carlos Arévalo o Guillermo Leal, ganaderos como José Luis Lozano, apoderados como Lázaro Carmona, Luis Álvarez, o Manolo Lozano, toreros desde los más jóvenes como Jesús Enrique Colombo o Posadas de Maravillas, hasta los veteranos Juan Antonio Alcoba Macareno, José Ortega Cano. La tauromaquia americana fue muy bien representada, por el grandioso César Rincón, Miguel Espinosas armillita o El venezolano El Brillante y los aficionados mejicanos como Jorge espinosa de los Monteros, los venezolanos Migue Guía o Williams Cárdenas, entre otros muchos ilustres y representativos, y además de uno muy especial como don Leopoldo López, pariente de El Vito y padre de la víctima del chavismo, el opositor encarcelado en Caracas Leopoldo López, que ante la oportuna mención de Juan Lamarca, una solidaria y cariñosa ovación le obligó a saludar en pie.
Y para ovación clamorosa, como premonición de la que habría de recibir David Mora en su paseo a hombros por el ruedo de Las Ventas, fue la que le brindaron los presentes a don Víctor José López El Vito, orgullo venezolano, orgullo de América y del toreo mundial.
Larga vida don Víctor y que Dios le bendiga a usted y su pluma para que su memoria siga fecunda y nos regales sus recuerdos y próximos libros.
Un gran día de San Isidro que queda grabado con letras de oro con los triunfos del toro, el torero y el escritor..
Disertación del Vito. A la vista Miguel Guía, Rodrigo Vivas, Pablo Barreat y Leopoldo López. En 2ª fila, Jorge Espinosa de los Monteros, y José Carlos Arévalo
José Ortega Cano y Juan Antonio Alcoba Macareno
En el centro Leopoldo López y Williams Cárdenas