Guerrilleros Taurinos, olorosos a podredumbre, que se han vivido la gloria de la Fiesta Brava venezolana
por: Giovanni Cegarra
La Fiesta Brava venezolana tuvo su época de gloria, que vino cambiando con el correr de los años, ante la coyuntura económico política latente en el país, a lo que se le sumó una serie de hechos que dejan mucho qué decir de quienes se beneficiaron de lo taurino, a sus anchas, al extremo que los Empresarios, Ganaderos y hasta Toreros, les pagaban el hotel, la comida, pasajes áereos y hasta "la que te conté"; y todo era una maravilla; se acabó esa dicha, la tortilla se volteó; y hoy, critican, destruyen, tal cual guerrilleros, si no logran les sean satisfechos, intereses manipulados por terceros. No estoy diciendo ninguna mentira, ni mucho menos "descubriendo a América" en la Fiesta Brava venezolana, que tiene en su haber, a unos cuántos guerrilleros taurinos.
Todos unos personajes con ínfulas de taurinos que deambulan con cara de miseria; se las dan de trasero apretado; pero son incapaces de mirarse en su propio espejo porque temen descubrir la podredumbre que les rodea.
A la vista de todos, queda demostrado, desde el último trimestre del 2013 e inicios del 2014, en el devenir del calendario taurino venezolano, cómo actúan estos “Guerrilleros Taurinos”, que son más antitaurinos que los antitaurinos mismos; quienes de paso, son los primeros, en las puertas de las empresas taurinas, colgados del mecate peor que ahorcado, para que les den su jugoso sobre de efectivo, les den publicidad, el pase de callejón, entradas para sus allegados y otras dádivas más.
Guerrilleros Taurinos, olorosos a podredumbre, que se han vivido la gloria de la Fiesta Brava venezolana; y como ahora, no pueden hacerlo a su gusto, con su nefasta actitud, la atacan miserablemente; lo menos que hacen es impulsarla, fortalecerla, defenderla; y qué bueno que ellos mismos, se han descubrierto por sí solos, ya todos los aficionados saben quiénes son e irán cayendo, como caen los cocos del cocotero; y por aquello de las dudas, si alguno se siente ofendido al darse por aludido, pues "al que le caiga el guante que se lo plante" y Olé.
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