José María Manzanares tiene el don de la torería, todo en él es despacio, suave, rítmico y acompasado. Foto: Comana
por: Víctor Ramírez “Vitico”
La excelsa clase de José María Manzanares brilló con luz propia en la cuarta corrida de la feria de San Sebastián, en un festejo donde Rafael Orellana mostró un valor de hierro, se jugó la vida y consiguió cortar una oreja. La corrida colombiana de Ernesto Gutiérrez no terminó de romper, pues aunque hubo nobleza, también se pararon pronto, protestaron y el tercero mostró un evidente peligro.
Abrió plaza El Fandi que saludó con una larga cambiada a un astado noblón y soso, al que el granadino lanceó suave a la verónica y banderilleó en su estilo: atlético, espectacular y clavando siempre a toro pasado. El mucho oficio del español le sirvió para torear con temple, largura y técnica. Bien colocado, consiguió algunos naturales largos y de buen trazo, llevando con sutileza al astado. La misma dosis repitió El Fandi con el cuarto, con tres vistosos pares de banderillas y series de muletazos con voluntad. El público, que le idolatra le hubiese pedido el trofeo pero, cosa rara en este matador, falló con el descabello.
José María Manzanares tiene el don de la torería, todo en él es despacio, suave, rítmico y acompasado. Con su primero dejó destellos de su mucha clase en alguna verónica y varios muletazos lentos, suaves, llenos de hondura, jugando la cintura, componiendo con el pecho y bajando la mano. No terminó de acoplarse a los cambios de ritmo del toro, que igual tenía una embestida noble y por abajo, que se descompensaba calamocheando y echando la cara arriba. Un desarme y algunos enganchones deslucieron la obra. El descabello estuvo sin filo. Pero saltaría el quinto, “Naufrago” al que Manzanares rescató del fondo del mar con una labor inmaculada, cristalina, preciosa, que tuvo su prólogo en alguna verónica excelsa. Soberbios los naturales, enganchando con suavidad, con un elegante desmayo que enamoró hasta al remiso toro. Un cambio de mano, algunos derechazos y los pases de pecho fueron recreo para pintores y poetas. Manzanares falló con el descabello y el público, aun como en shock no reaccionó a la obra maestra. Pero la joya ahí quedó.
Un valor desnudo, sincero y hasta temerario mostró el tovareño Rafael Orellana que con el peligroso primero de su lote, que cortaba, achuchaba y se colaba, asustó al miedo. El venezolano se arrimó de lo lindo, intentó llevar largo y por abajo al correoso “Astronauta”, que le volteó de forma espectacular. Algunos muletazos de Orellana fueron templados, pero el toro no aceptaba más de dos ligados ni de broma, por ello el diestro, optó por la legítima vía del valor. Una extraordinaria estocada puso una justa oreja en sus manos. Cumplió con dignidad ante el sexto, al que toreó de nuevo con entrega, ligando algunos buenos naturales y dejando para el cierre de labor otra certera estocada.
Quien en un principio abría plaza, el rejoneador José Luis Rodríguez la cerró ante un error de los torileros que soltaron el primero de El Fandi. Un toro de El Capiro con raza, una asfixiante prontitud y recorrido, pusieron a prueba el oficio del torero que templó de maravilla de salida, clavó rejones arriba y banderilleó con elegancia. La faena se vino abajo al intentar el rejoneador clavar un par a dos manos, cuya preparación fue laboriosa, aunque logró al final un excelente par. El rejón de muerte echó todo por tierra. Al bravísimo “Naranjito” le dieron la vuelta al ruedo tras ser despachado por Rafael Martínez.
Mención aparte merece la gran labor como director de lidia de El Fandi, en todos los toros y en especial en el de rejones. Profesional a carta cabal.
Ficha de la corrida
Plaza de toros Monumental de Pueblo Nuevo, San Cristóbal
Domingo 26 de enero. 4ta y ùltima del abono
Tres cuartos de entrada en tarde fresca.
Toros de Ernesto Gutiérrez, bien presentados, nobles, sosos y parados. Peligroso el tercero. Deslucido el sexto. Un toro de El Capiro “Naranjito”, número 368, negro, para rejones en séptimo lugar, bravo, encastado y con movilidad, premiado con la vuelta al ruedo.
Pesos: 440, 460, 480, 450, 445, 470 y 440 (rej) kilos.
El Fandi, de nazareno y oro: Oreja y palmas tras aviso.
José María Manzanares, de corinto y oro: Silencio tras aviso y palmas tras aviso.
Rafael Orellana, de corinto y oro: Oreja y palmas.
Rejoneador José Luis Rodríguez: Silencio tras tres avisos.
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