Dos eventos populares en San Cristóbal

3/2/12

Miguel Mejías Álvarez-Buylla: “Bienvenida” X

En Madrid, Miguel Bienvenida X (der) cuando recibió el proyecto del monumento a Manuel Bienvenida a inaugurarse en Maracay en 2012; entrega: Nelson Hernández Ramírez del Círculo Bienvenida Venezuela. Foto: Comana

por: Juan Lamarca López

El último eslabón de esa cadena de oro que supone la Dinastía Bienvenida para el toreo: Miguel Bienvenida, que fuera novillero de postín y de alternativa frustrada al truncarse las ilusiones con el desgraciado percance que sufriera su tío Antonio, perdiendo la vida por cogida de una vaca en el transcurso de la tienta que había organizado para su ojito derecho, su sobrino Miguel, sobre el que puso todas las ilusiones de continuidad de la familia torera en aquel joven larguirucho que toreaba como los ángeles, es decir como otro Bienvenida; pero más en la fuente de Antonio Mejías Bienvenida.

Miguel, hijo del recordado Ángel Luis, nació en Madrid en 1962; nieto del Papa Negro, no tenía más remedio que ser torero, en ese maravilloso ambiente en que se crió; y así con doce años -1974- torea su primera vaca en la ganadería salmantina de Justo Nieto. Su tío Antonio se quedó asombrado del poder de asimiliación y variedad de Miguel y lo puso a prueba ordenándole diera veintitrés pases a la vaca….¡y los dio!

Ángel Luis, padre temeroso por el signo fatalista de la familia, quedaba asustado; pero el entusiasmo de su hermano Antonio le hacía ceder ante sus deseos de ser torero. Otro Bienvenida al tercio, otra vez la prensa y la afición revolucionados con la aparición de Miguel Bienvenida…y además es clavado a su tío Antonio ¡casi nada! Con él torea en “Puerta Verde” –la finca de Amelia Pérez-Tabernero, en El Escorial (Madrid)- la tarde trágica del 4 de Octubre de 1975. El maestro torea una becerra; Miguel, otra, y cuando el maestro termina de dar el último muletazo, la maldita vaca “Conocida” irrumpe como un rayo en la placita para sorprender al maestro por la espalda. La muleta que ese día estrenó Miguelito sirve para cubrir el cadáver de su tío Antonio.

No obstante la tragedia, Ángel Luis cumple el deseo de su hermano Antonio y lleva a su hijo por la senda del toreo; y de becerrista alterna en festivales con toreros cuajados y pasa a debutar con caballos en la primavera de 1985 en la ciudad de Valdepeñas (Ciudad Real), prosiguiendo su carrera con distinta suerte y ánimo hasta que repitiendo actuación en Barcelona, ve como a su padre Ángel Luis, viéndole torear sufre una crisis cardíaca siendo trasladado a un Centro hospitalario.

La prensa de Barcelona escribió:
Miguel Bienvenida destapó el tarro de los recuerdos con su acentuado sentido de la estética, su toreo bonito y pausado, cargado de detalles que nos trasportaban a otro tiempo, cuando Antonio Bienvenida toreaba con aquella finura y elegancia sin par, andándole al toro con la sonrisa en los labios.

Pero la suerte estaba echada, la dolorosa y profunda huella de la muerte de su tío Antonio no podría ser revivida en él, sin vivir de su padre viéndole torear. Es por ello que al término de la temporada de 1986 Miguel decide sacrificar su ilusión taurina. Y así, silenciosa y dignamente se marchó un torerazo que tuvo condiciones para continuar la Dinastía Bienvenida, la más brillante estirpe torera.

Sin embargo la inquietud de Miguel fue superior a sus fuerzas y la alimentó toreando año tras año algunos festivales, siendo el colofón, el de la plaza de Las Ventas una tarde de San Juan de 1999. Allí volvio el valor y aroma de un Bienvenida, por última vez sobre ese sagrado ruedo para dejar el regusto a una afición entregada.

En el diario “El País” apareció esta crónica:
“…Tras 25 años de no catarlo, los exquisitos paladares de los aficionados al toreo auténtico, han podido gustar el sabor de la torería de un Bienvenida. Se les veía saltar por aquí y por allí, aislados entre otras gentes ajenas al mágico rito. Esta noche no van a poder dormir. El feliz retorno del toreo de la escuela del Papa Negro lo ha protagonizado Miguel Bienvenida. Miguel es hijo de Ángel Luis Bienvenida y ustedes no lo han visto torear nunca, porque anda muleteando a las finanzas en el despacho de un banco. Ayer salió de la oficina para vestirse de corto. No cuajó una faena redonda: su novillo andaba escaso de fuerzas. Pero sacó a relucir la torería de La Casa. Y la casta de la familia, puesta de manifiesto al seguir toreando tras sufrir una cornada.

Verticalidad y la pasmosa naturalidad de su tío Antonio, perceptible, sobre todo, en la relajación y colocación del brazo que no torea. Un cambio de mano, después de una templada serie con la derecha, puso el vello de punta a los aficionados. Este Bienvenida, que al final superó los visibles nervios que sacó de salida y que le llevaron a ser cogido y a equivocar los terrenos más de una vez, es un torero…”

México, 6 de Febrero de 2012

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