Foto: García Soteldo
por: Pedro Casanova
El Maestro César Faraco no ha muerto, sólo se ha mudado, como lo fue siempre en su vida: callado, serio, correcto, humilde y amigo. Todos sabemos a dónde fue; pero no dejó la dirección, solamente nos dejó grandes y gratos recuerdos que no podremos olvidar; asi como no olvidamos sus palabras, que como un hierro caliente sobre el cuero de un eral no se borraran jamás.
Alguien me puede decir, ¿Cómo se participa en un Jueves de Coloquio sin su presencia?
Alguien me puede decir, ¿Cómo referenciar la Venezuela TAURINA, sin mencionar al Cóndor de Los Andes?
La Escuela TAURINA es sinónimo del Maestro.
Los Taurinos del mundo estamos consternados, la peña TAURINA San Pedro del Río fue su último mandato: "Hágala mijo, eso nos hace FALTA en San Cristóbal".
Todos lloramos su mudanza porque un torero como César, nunca se despide ni se corta la coleta, solo se muda.
Un abrazo especial para sus "hijos" que recuerdo en este instante:
Manolo Ordoñez,
Ricardo Benvenuto,
Cheo Cañizales,
Pablo Duque,
Hugo Domingo Molina,
Zulay,
Bertica,
Hugo Figueroa,
Jackson,
Mauricio,
Jalabi,
Fabio Arias,
El Pino,
Maravilla,
Gerson,
Rodolfo,
Coromoto Sánchez,
Monasterios
y las semillas que están germinando con la ilusion de ver en los ruedos la manifestación práctica de lo aprendido en la Escuela:
Fabio Castañeda y
Jesús Enrique Colombo,
dos diamantes que llevan el hierro candente de El Cóndor de Los Andes.
El Maestro se despidió sin dar cornadas, como fue su vida; con un corazon tan grande que repartía seguridad y amor a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo; Doña Berta estará muy contenta de tenerlo a su Lado en la Corte Celestial, junto a Antonio Bienvenida y Bernardo Valencia.
Que en paz descanse Maestro; que gente como usted no muere, sólo se desplaza y nos deja una inmensa herencia: el saber andar por la vida, toreando las dificultades y cada día una Puerta Grande.
Pedro Casanova.
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