El empresario valenciano Miguel Dao nos entrega estas reflexiones, para su publicación, ante la decisión tomada tras la feria de Valencia reciente, de hacer un alto en el camino que no se traduzca en pesar sino en refrescamiento. (Foto: El Tato)
Caminante no hay camino... pero hay que hacer un alto; cuando te pesa el camino, necesariamente debes detenerte. No un alto que se traduzca en pesar; no por favor, mas bien un alto de refrescamiento, de nuevos sueños e ilusiones, refrescamiento este que seguro estoy, será una gota de rocío en el beneficio, impulso y consolidación para que la Fiesta del Toro se enaltezca, tomando nuevo camino con ideas distintas y sanadoras. Errores?.... algunos o muchos. Aciertos?.....la historia se encargará de contemplarlos, pero con la firme convicción que en estos 26 años en el toro, mi responsabilidad fue igual o mayor a los que se ponían delante del toro para jugarse la vida de verdad.
Temor?...no por favor, sencillamente la obligación de cumplir decorosamente. Hoy sábado 17 de diciembre, fecha històrica, fecha escogida por Dios para el reposo eterno del libertador Simón Bolívar, fecha de mi alto en el camino, el cual no deseo que se produzca sin antes entregar mi gratitud a todos aquellos que de alguna manera creyeron en mi plataforma para llevar adelante una plaza que lo necesitaba y lo merecía: La monumental de Valencia.
A todos sin distingo, entrego mi voluntad y capacidad humana, la cual invariablemente seguirá comprometida, y a aquellos que no se comprometieron con mi proyecto, les diré que hicieron falta para complementarlo y sólo me queda, sin rencor alguno, a Dios entregárselos; y luego, a todos aquellos con quienes me he comprometido de alguna manera, que sabremos honrar en la medida de las posibilidades los compromisos; y si me preguntaran si aquí alguien falta, les respondería: Quizás todos, pocos o muchos, pero Bernardo Valencia se excusó.
Finalmente, gracias de nuevo a todos por intentar entenderme en este alto en mi camino; mi especial humilde y eterno agradecimiento a Elba Lucía, mi madre, a mi hermana Dalia, mi hermano César y a Ruth y David; por favor, espero sepan disculpar mis impropiedades, pues sin ellos, el camino hubiese sido mas escabroso y aunque el toro todo me lo dio, caminante no hay camino, solo estelas en la mar.
Un beso a todos.
Miguel E. Dao
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