Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


Bono de colaboración desde 10 $ en: Asogata, 
Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
Contacto: 0412 658 4112

27/11/10

Cátedra taurina en la Belmonte (Quito - Ecuador)

El Maestro Enrique Ponce: Todos los adjetivos, calificativos, pueden resultar egoístas.

por: Alejandro Maldonado - latitudtaurina.com

Como es ya una constante, fue simplemente extraordinario el resultado artístico del Festival VIRGEN ESPERANZA DE TRIANA, que ante un marco de plaza llena, y previa una sobrecogedora y maravillosa procesión ritual de la Virgen en andas y paseada por los actores, a la luz de las velas, marcaba la pauta de lo que estaríamos prontos a presenciar.

Saltaron de chiqueros, cuatro novillos - toros de Triana y Huagrahuasi que se prestaron para el lucimiento de los toreros; en general nobles, bondadosos, con recorrido, humillados y con calidad; cualidades que las exhibieron en mayor o menor grado pero que fueron evidentes.

Todos los adjetivos, calificativos, pueden resultar egoístas para describir lo que nos dejó de si el Maestro Enrique Ponce. Qué inteligencia, qué conocimiento, entrega, qué clase para ejecutar el toreo de capote y de muleta. Una oreja en su primero, que bien pudieron ser dos de no mediar el ligero desatino con la espada y dos merecidísimas de su segundo, colofonaron esa obra de un grande de la tauromaquia, de un torero de época. Muletazos de un trazo especial, conocimiento de distancias, tiempos y terrenos, andares de figura, son los elementos constitutivos, de un todo que quedará grabado en la retina de quienes tuvimos la suerte de verlo.

Javier Conde, aportó de sí muchísimo para la redonda noche taurina; pasajes de muletazos de importantísima factura, series de arte y gracia torera, magníficamente logradas; detalles pintureros y gracia gitana; y en adición también técnica para conseguir el mayor provecho de sus colaboradores novillos-toros, de los que obtuvo un apéndice en cada uno, que también pudieron ser dos del cuarto de la noche, en el que la espada también fue la causante.

A hombros, ambos coletas, ante cerrada ovación de los aficionados que saboreaban con satisfacción plena lo expuesto por la empresa organizadora. No podía ser mejor ni más acertado el marco musical de Los Del Río, acorde en todo momento con lo que se escenificaba.

Un hecho a destacar: qué importantes son LOS SILENCIOS DE LA BELMONTE; así el público disfruta en su interior de la magnificencia del arte, lo entiende y lo digiere.

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