Cómo puede una ganaderìa debutar en una novillada de una feria tan importante, si tres de sus novillos son rechazados y de paso a otro lo multan? Foto: Comana
* La novillada de la feria de San Sebastián lleva a muchos de forma silente a tratar de sacar puntos sobre la misma
por: Kike Rosales
Pedro Emilio Coll nos regaló un cuento maravilloso que a veces sirve como puente entre las cosas que vemos a diario y las sorpresas; un muchacho recibió un “guijarro” en la boca, el “peñonazo” en cuestión le partió el diente que le quedó en forma de sierra; el niño llamado Juan Peña, decidió pasar el resto de su vida acariciando con su lengua el diente roto; ante tanto silencio la gente pensó que el muchacho era un filósofo, lo llevaron a ser ministro y casi presidente hasta que murió, acariciándose el diente roto.
La novillada de la feria de San Sebastián lleva a muchos de forma silente a tratar de sacar puntos sobre la misma; veamos: Anunciada la ganadería del Palmar de la Sierra (entendiendo que no se le puede tomar como antigüedad su debut en Pueblo Nuevo, tres de sus novillos no fueron aprobados y el encierro debía ser completo según el reglamento) entonces tuvieron que salir corriendo a conseguir, uno de la Consolación y los otros dos tanto de E l Prado como de Rancho Grande. La novillada resultó dispareja y para colmo de males, uno de los de El Palmar de la Sierra le pusieron como nombre “multado”, por mostrar el peso de solo 280 kg estando por debajo del mínimo requerido.
Juan Gómez, Gonzalo Caballero y José Antonio Valencia (hijo) estuvieron ante el “remendado” encierro; Gómez trató de agradar a su paisanaje sin poder “tocar pelo”; el español Caballero cortó una oreja a su segundo de la noche de la ganadería de Rancho Grande y José Antonio Valencia (hijo) quien se mostró vibrante, también lo hizo igual ante el que cerraba plaza de la ganadería que aspiraba la antigüedad.
Lo que puso a muchos a pensar es cómo se puede debutar en una novillada de una feria tan importante, con una ganadería que no puede tomar antigüedad porque tres de sus novillos fueron rechazados; además, multando a uno de los que saliò; asi como también con otros detalles: ver que el reloj de la plaza no funciona, que las astas no tenían las banderas y además que el personal de servicio de varas tiene terriblemente escrito en su parte posterior la palabra “Baras”, que vendría siendo lo mismo que escribir burro con la otra v (la pequeña).
Casi nos ocurre lo mismo que a Juan Peña en “El diente roto”, nos acariciamos con la lengua y la boca cerrada y no por pretender ser pensantes; es que cuesta explicar tantos desaciertos a la vez que duelen más que el mismo diente roto…
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