9/12/11

“En Honor a Un Pedazo de Torero”

Por: Juan Mariano Monasterios Bernal.

En Honor de un excelente caballero, impregnado de una irresistible forma de ser, de unas maneras y formas de actuar de exquisita torería, como la grandeza de la existencia maravillosa y hermosa del Toro Bravo de Lidia, el cual le dio a raudales a este Pedazo de Torero, toda su verdad, convirtiéndole en un ser de valiosísimos procederes, y de una peculiar singularidad, la cual le impregnó de una sapiencia asombrosa, para aglutinar amigos a su vera, causando la admiración, que germinaba por doquier como bosque de frondosos y extraordinarios vínculos de arraigada sinceridad, conocimientos que se nos van en las caudalosas aguas de la muerte, suspiros de los momentos de esplendorosos y mutuos sentires Maestro.

La futura nostalgia que se presagia, como clavo ardiente que nos atiza su segura ausencia; nostalgia por escuchar su pausada y respetuosa forma de hablar, nostalgia por escuchar la sutil manera, de decir las cosas tan distintas a todos, tan llenas de sentimiento de torero, que contagiaba con placer de ensueño a nuestros corazones. Gracias por su preciosa humildad y discreción en su actuar, sencillez de magnitudes inimaginables, solo trastocada en su esencia al ceñirse de seda y oro, vestirse de torero. ¡Carajo..! que fuerte Maestro, es ya su ausencia; va usted al encuentro, de su apasionado amor: El Toro Bravo de Lidia; sí señor al paraíso de todos los toros que usted lidió y, dio con inmejorable honor su maravillosa suerte suprema, solo ante la majestad del Toro Bravo de Lidia, usted imponía su porfía y tesón de Maestro del Toreo.

Qué Dura es la suerte suprema, cuando se lleva a un Pedazo de torero.

Este escrito “Qué es Ser Torero” que a continuación presento a ustedes, fue de puño u letra del Maestro César Faraco Alarcón, que en su extraordinaria humildad no quiso, por ningún motivo que se publicara en ningún medio de comunicación, sólo que se le hiciera llegar a los taurinos directamente. Es la condición de su voluntad en su momento al confiármelo. Y que se apreciara su última lección. Hasta que se vistiera de luces, para realizar el último paseíllo de ensueño torero, en el ruedo de los cielos.

Gracias Maestro por su confianza y, maravillosa compañía. Me encantó vivirla; brindo por su nobleza y verdad, brindo por un Pedazo de Torero.

Va por usted Maestro....

El Toro Bravo, Toma La Palabra.

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“Qué es ser Torero”
Por: Cesar Faraco Alarcón


Es elegir profesión, para la que hace falta vocación, actitud, valor, inteligencia, gracia, tensión, pudor, ambición, facultades y suerte. ¡Mucha Suerte!

Juan Belmonte decía que: “el buen torero se hace con sentimiento y pasión de enamorado”, no decía amor, no; dijo pasión. Esto es: Padecimiento, perturbación o afecto desordenado del ánimo, sufrimiento y vía crucis, cuando no crucifixión.

Si el torero se deja influir por el público, entonces y no es arte, ni aún oficio, sino ocasión; y ocasión es sinónimo de coyuntura, oportunidad, albur.

La obra de arte es siempre personal y, ha de llevar el sello de quien la siente y la realiza; lo que entre muchos se hace como la torre de Babel, no es nunca una obra de arte.

El torero que lidia para el público, para la galería, no torea él, sino que es mandado; un oportunista, un irresponsable, será pues, lo que sea, menos un artista, ni un torero.

Ser torero es bonito pero difícil; ponerse delante de un toro, dominarlo, poder con él, y adornarse además, haciendo bello lo que de suyo parece violento y duro, ya es difícil.

¿Y qué es ser torero? Pues es elegir, una profesión para la que falta vocación, facultades, aptitud, valor, inteligencia, gracia, tesón, pundonor, ambición y suerte. ¡Mucha Suerte!

Cuando en las tardes gloriosas sale a hombros de aficionados, nadie piensa en lo duro del camino recorrido, ni en el riesgo de los lances. Cuando el horario y el minutero de las astas de los toros, van jugando a una hora triste con redobles de campanas, nadie piensa en las duras tareas de un duro aprendizaje, nadie piensa en que la gloria y la muerte, se celan de continuo y, en que toda esa explosión de juventud, de triunfo y de gesta, se amasa con sudor, renuncias y sufrimientos; y, hablarnos del héroe glorificado, de las tardes y horas buenas, cuando los tendidos se cubren de armiño y, la tarde se abre en su mejor sonrisa, pero. Hasta entonces ¿Qué y cuándo? Y aún después ¿Cómo y hasta cuándo? Sí es bonito ser torero, pero a esa belleza, como a una diosa mitológica, hay que entregarse en cuerpo y alma, hay que consagrar los mejores años de la vida, sirviendo a esa pasión, a ese sentimiento, sin una vacilación, sin ninguna duda.

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Ahí queda eso Señoras y Señores, la Última lección del Maestro César Faraco Alarcón.

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