Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


Bono de colaboración desde 10 $ en: Asogata, 
Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
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20/9/11

Polémica sobre Quito: No estoy de acuerdo

Foto: Olga Holguín

"Mantener enhiesta la postura digna del todo o nada, equivale a una rendición. Y por lo que parece, ni la empresa, ni los aficionados, ni los ganaderos ecuatorianos están dispuestos a rendirse. Tampoco los toreros que este año se contraten en Quito"

por: José Carlos Arévalo

Nota del Director:
El artículo es una respuesta a una nota publicada en revista española por Federico Arnaz, conductor del programa de TV Tendido Cero por televisiòn española. La nota está publicada en esta web: "Quito sí paga traidores"


Se ha recibido en esta Redacción la apreciadísima colaboración quincenal de Federico Arnás. No estoy de acuerdo con ella, ni en sus términos ni en su fondo. No se puede motejar de traidores a quienes pretenden continuar dando toros en la capital de Ecuador, bajo las condiciones impuestas por el Referéndum que se celebró en dicho país y que eliminó de la lidia la suerte suprema. Y, más aún, me parece inadmisible afirmar que el gestor de la feria de Quito en España se haya vendido por un puñado de dólares.

La posición de Federico Arnás ante la flagrante amputación de la lidia me parece tan respetable como errónea. Mejor eliminar la Fiesta que tolerar su adulteración, viene a decir. O como afirma, mejor morir con dignidad que vivir sin ella. Tal maximalismo le honra. Pero es muy cómodo adoptarlo en Madrid. Colijo que los ganaderos ecuatorianos no puedan pensar lo mismo. Para ellos, la supresión de la feria de Quito significaría el cierre de sus ganaderías, la muerte del ganado bravo en Ecuador. Para los toreros locales, la pérdida de su escenario más decisivo. Y para los empresarios, la demolición de su plaza.

Me asquea la hipocresía que esconde la abolición de la muerte del toro en el ruedo. No voy a invocar aquí argumentos científicos que demuestran por qué el toro no sufre mientras lucha, ni el equilibrio ético del único sacrificio animal que pone como precio que el hombre se juegue la vida. El abolicionismo taurómaco esconde, bajo la supuesta capa legitimadora de la no violencia, otros motivos, en el caso del indigenismo latinoamericano, de aversión cultural a cualquier raíz de origen hispánico, y en el caso de quienes lo dirigen, de supuesta rentabilidad política en sociedades posible y paradójicamente colonizadas por el influjo imperial de la cultura anglosajona. Por eso, ni en estos pagos -Portugal está ahí al lado- ni ahora en Quito, les importa un pimiento el sufrimiento del toro cuando, tras la lucha en el ruedo, las heridas se enfrían y el sistema nervioso deja de cauterizar su dolor. Una realidad que no perturba la conciencia de los abolicionistas. La prohibición calma curiosamente la culpa de una civilización de letal agresividad con la naturaleza de la que los animales forman parte, pues se ceba con un juego cuya existencia garantiza la pervi-vencia de una subespecie: el toro de lidia.

Mas el debate no va por ahí. La cuestión insoslayable es que la fiesta de toros peligra en Quito, y por ende, la existencia misma del ganado bravo ecuatoriano. En consecuencia, mantener enhiesta la postura digna del todo o nada equivale a una rendición. Y por lo que parece, ni la empresa, ni los aficionados, ni los ganaderos ecuatorianos están dispuestos a rendirse. Tampoco los toreros que este año se contraten en Quito, a los que no se puede tildar de traidores, y sí considerar su presencia en el ruedo como el testimonio de una cultura enraizada en el pueblo ecuatoriano. Le pese a quien le pese.

No, Federico, por esta vez no estoy en absoluto de acuerdo contigo. Y sumo mi apoyo a quienes van a defender la continuidad de la lidia, aunque le hayan amputado la suerte más bella. Ya vendrán tiempos mejores... si nos los merecemos. •

1 comentario:

  1. muchas gracias por el apoyo..a los quiteños nos duele más que ha nadie lo que ha pasado. perder la pureza de la fiesta con una campaña engañosa y sin que la gente que la apoya entienda las consecuencias. pero al mismo tiempo los que tenemos el honor de llamarnos taurinos, entendemos que esto no es culpa de la fiesta y que no ir es abandonarla en lugar de ayudarle a que se levante de la caída que la ciudad tristemete provocó..Olé por los verdaderos aficionados, Quito les agradece..

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