7/9/14

Pronunciamiento de Oscar Fernández-Guillén: ¿Quién manda a quién?

Oscar Fernàndez es uno de los cronistas vetado al callejón de la Plaza de Tovar por orden del presidente de Coremer. Foto: Lopez Canito

por Oscar Eduardo Fernández-Guillén | Director de fundacionculturalgiron.com.ve - Domingo, 07 Septiembre 2014

El filósofo mexicano José de Vasconcelos pronunció la célebre frase que reza “con la verdad, no ofendo ni temo” como una adaptación del lema “Con libertad ni ofendo ni temo” esculpido en el escudo de armas de la Provincia Oriental del Río de la Plata, encargado en 1815 por el militar, estadista y prócer uruguayo José Gervasio Artigas Arnal, a quien erróneamente suele atribuirse la primera. En todo caso, ambas leyendas hacen referencia a dos valores intrínsecos del ser humano: la verdad, evocadora de sinceridad, buena fe y honestidad; y la libertad, derecho irrenunciable y capacidad de la conciencia individual para pensar y obrar según la voluntad propia.

A propósito de los inefables sucesos acaecidos en el Coliseo “El Llano” de Tovar, producto del capricho de un individuo –quien unilateralmente decidió imponerse por encima de la “máxima autoridad” taurina del Municipio Tovar– en perjuicio del ejercicio profesional de los comunicadores Giovanni Cegarra, periodista de conocida trayectoria y corresponsal de medios españoles en Venezuela, Rodrigo Rivas Viloria, cronista taurino tovareño de vasto desempeño a nivel nacional, y quien estas líneas escribe, Oscar Fernández-Guillén, no puedo hacer más que responder a la afrenta rememorando a Vasconcelos: “con la verdad, no ofendo ni temo”.

El presidente de la Junta Administradora de COREMER, otrora COREALSA, se equivocó al pensar que por algún momento inclinaría mi cabeza ante sus pretensiones de emitir “disculpas públicas por opiniones realizadas en público en contra de la actual gestión de COREMER”, pues la razón es simple: mis opiniones esgrimidas en torno a 1) la cuasi eliminación del estacionamiento externo N° 4 de la Monumental de Mérida y 2) la eliminación del Café Taurino “La Gaonera” para dar paso a un antro que funciona los fines de semana, son parte de mi LIBERTAD de expresión, no son falsos testimonios y no están alejadas de la triste realidad que paulatinamente ha corroído en su “gestión” un patrimonio de todos los merideños, no de su propiedad, como lo es la Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia Briceño”.

La educación recibida en casa desde muy niño imprimió en mi personalidad la honestidad, valor del que carecen muchos personajes que viven de la Fiesta Brava y que por esa misma razón –viven a expensas de otros– prefirieron guardar silencio para no perder dádivas, beneficios o un pase de callejón. Como merideño y como aficionado taurino, antes que como comentarista, columnista cronista o corresponsal de medios de comunicación radiales, impresos y digitales, tanto nacionales como internacionales, he levantado mi voz, la levanto y la seguiré levantando en defensa de la merideñidad y por el resguardo de la Tauromaquia. Así como el sol no puede taparse con un dedo, la verdad no se ocultará silenciando voces. En consecuencia, las disculpas no emanarán de mi persona, más bien deben salir de quienes abiertamente siguen haciendo daño a la fiesta de los toros.

Mi condición personal y profesional tampoco dará cabida a provocaciones de ningún tipo. Simplemente, no existe motivo alguno para darle importancia ni caer en un nivel tan bajo, pues el talante y la cualificación de cada cual se evidencian hasta en la forma de redactar el incongruente documento: sin basamentos ni forma; plagado de pleonasmos. En fin, un desaguisado unipersonal que no está justificado sino en una retaliación personal mediante el uso (abuso) del poder que –aún– le acompaña, como es usual hoy día, pues su mandato impuesto dentro de la misiva estriba únicamente en la ausencia de “aprecio en COREMER”, cosa fatua que no me causa insomnio. Como ex Secretario General de COREALSA conozco a la perfección el funcionamiento de la empresa y el sino infalible de que los funcionarios tarde o temprano pasarán, mientras que las instituciones permanecerán –o al menos lo que dejen de ellas–.

Tovar: ¿en la orfandad de autoridad taurina?


Lo realmente grave de todo este asunto es la evidente orfandad de autoridad taurina en la que se halla Tovar. Es decir, acciones de esta magnitud frontalmente usurpan las funciones y competencias de la Comisión Taurina local, estamento que según lo dispuesto en la Gaceta Oficial del Municipio Tovar N° Extraordinario 057-2005-2011 de fecha 02 de marzo de 2011 –documento donde se soporta jurídicamente la Ordenanza de Espectáculos Taurinos– es la “máxima autoridad en la Plaza de Toros”, tal y como reza el artículo 6 de la referida norma, pero ilógicamente consiente atropellos de esta naturaleza dentro de su jurisdicción. Entonces, ¿quién manda a quién?






Afirmo esto en virtud de que cuando los miembros de la Empresa Taurina “TORICANTANO C.A.” –en horas de la tarde del sábado 6 del mes corriente– me comunicaron en su oficina que la acreditación a mi nombre había sido aprobada y elaborada por ellos (la tuve en mis manos), pero que no podían entregármela porque habían recibido la comunicación firmada por el presidente de COREMER donde se ordenaba la medida conocida y que, a su vez, debían cumplirla por haber firmado una cláusula contractual que le reservaba a este el “derecho de admisión”, los integrantes de la Comisión Taurina Municipal se encontraban en el mismo recinto casi en pleno, tenían conocimiento del suceso y NINGUNO –principales o asesores– fue capaz de fijar posición en torno al tema; ni mucho menos de tener la gentileza de informármelo previamente. Literalmente omitieron lo ocurrido. Y hasta el momento siguen guardando silencio.

Por consiguiente, y con todo respeto, quiere decir que la “máxima autoridad” taurina avala la restricción de acceso al callejón impuesta por COREMER, aún y cuando el artículo 12 de la Ordenanza de Espectáculos Taurinos establece claramente entre sus atribuciones que es ella quien coordina y autoriza las credenciales “para la ubicación en el callejón de las personas de reconocida trayectoria y solvencia taurina y medios de comunicación” (numeral 8), e impone las sanciones previstas según la Ordenanza (numeral 5), llámense a) amonestación pública o privada; b) multa pecuniaria; o c) suspensión y veto (artículo 66). El documento no señala que esta competencia esté en manos de otros entes o de una persona en particular.





En caso de que la restricción de acceso al callejón del Coliseo “El Llano” –que no es un veto por no emanar del estamento legalmente revestido de la autoridad para establecerlo– obedezca a la existencia de una cláusula dentro del contrato de arrendamiento, tal y como me informaron los representantes de la Empresa Taurina, ¿qué diría Kelsen a aquellos que siendo “abogados” permiten que se anteponga una cláusula contractual por encima de la Ordenanza Municipal? ¿Recordarán quién es Kelsen? Permitir que esto ocurra y guardar silencio cuando se cometen tales injusticias, porque no existen causales, es tan grave como ser cómplices de tantas bajezas.

En consecuencia, la evidencia empírica sugiere que en la Plaza de Toros de Tovar existe una clara usurpación de facultades y una indiscutible violación de la norma que regula los eventos taurinos. Una sola persona ordena qué hacer y qué no. Un contrato puede más que una Ordenanza. ¿Será que lo mismo ocurrirá durante la dirección de los festejos? La gracia y el salero de la Sultana del Mocotíes no pueden verse empañados por disparates de esta naturaleza. Sin embargo, ya el mal está hecho; y no contra quienes quisieron perjudicar –personalmente llevo un par de años pagando mi localidad precisamente para evitar molestias– sino contra la seriedad del ferial taurino.

Mas, si en el país escasean bienes estrictamente necesarios como los alimentos y escasean innumerables valores humanos que –por ende– impiden que exista criterio y personalidad propia dentro de la actuación de los implicados; no es de extrañar que también haya escasez de pantalones y de cinturones.

A pesar de los pesares, la buena fe, la verdad y la libertad nunca nos desasistirán, pues como bien dijo Miguel de Cervantes a través del Quijote: “Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno”.

Todo es cuestión de hidalguía… no humilla quien quiere sino quien puede.




Ec. Oscar E. Fernández-Guillén
Merideño
Aficionado taurino
Comentarista, columnista, cronista y corresponsal taurino para Europa.
Director web de la FCG




Carta del presidente de COREMER a la Empresa Taurina de Tovar

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