Lo que han llamado el Cartel Maldito por la tragedia ocurrida a todos los alternantes. Foto: todocoleccion.net
Redactor: Oscar Sánchez Campos (OSACAMPOS)
Hay situaciones que nos hacen reflexionar ante lo que ocurre cuando se presenta la parte fatídica; es el caso de las coincidencias de lo ocurrido con la muerte de “Manolete”, le persiguió el signo del cinco (5): Le hirió el quinto toro de la tarde, a las cinco de la tarde, le aplicaron una quinta transfusión de la cual comentó el Dr. Gimenez Guinea: “Si le ponen esa sangre, no lo cargamos”, fue la que a la postre le produjo el shock anafiláctico; por último falleció a las cinco de la madrugada. Simultaneidad convertida en realidades; pero, así aconteció.
Pasados los años, el 26 de Setiembre del l984 muere otro torero situado en la cúspide de su carrera: Francisco Rivera “Paquirri” cuando va a torear a Pozo Blanco para complacer a un amigo empresario, sin presentir nada de lo que estaba por ocurrir; al lancear de capa al toro “Avispao” de Sayalero y Bandres fue cogido propinándole una cornada de tres trayectorias, dos hacia abajo y una hacia arriba en el muslo derecho, como bien lo observara el matador en su camilla al Dr. Garrido, médico cirujano de plaza, rematando su observación con las palabras: “Estoy en sus manos, haga Ud., lo mejor que pueda”.
La herida era grande le interesó la femoral, la safena y la vena cava lo que le provocó profuso derrame. Hecho el tratamiento inicial le remitió al hospital de Linares con tan mala suerte que cinco cuadras antes se presentó una tranca de tránsito y en ese trayecto en brazos de asistencias falleció.
El 30 de Agosto de 1985 moriría en la plaza de Colmenar Viejo, su otro alternante: José Cubero Sánchez “El Yiyo”, cuando al matar al atoro “Burlero” de Marcos Nuñez a la salida del embroque, este hizo por él propinándole una cornada en la espalda que le llegó al corazón, muriendo instantáneamente.
Luego, en los siguientes años, el otro alternante “El Soro”, sufrió daños en sus rodillas que le hicieron visitar el quirófano varias veces por lesiones en los meniscos, lo que le obligó retirarse; al siguiente año murió su apoderado por infarto cardíaco. Y por último, su mozo de espada moriría de pena, de depresión, culminando así la vida de los integrantes del fatídico cartel de Pozo Blanco.
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