Victorino Martín y el filósofo Francis Wolf protagonizaron un nuevo Mano a Mano de la Fundación Cajasol. Foto: Victorino Martín (izq) y el filósofo Francis Wolf (der) - aplausos.es
tomado de aplausos.es
El ganadero Victorino Martín y el filósofo Francis Wolff protagonizaron una nueva edición de los Mano a Mano de la Fundación Cajasol, un encuentro en el que ambos acercaron la Tauromaquia y la Filosofía. El filósofo francés recordó cómo se aficionó a los toros. Fue en Nimes, donde aseguró sufrir "un shock al encontrarme con algo que no conocía. En 1972 tuve un segundo shock al llegar a la Maestranza de Sevilla, aquí todo era distinto por el silencio y el respeto del público".
A la pregunta de si tienen que ver los toros con la filosofía, Victorino Martín aclaró que "los toros son una filosofía de la propia vida, una forma de entenderla, de darle soluciones a nuestros problemas cotidianos". A Wolff, al principio, le interesaba más la estética y la ética de la Tauromaquia, que defenderla, "pero ahora hay que hacerlo de los ataques de los antitaurinos, pero siempre con calma", aseguró.
Al hilo de estas afirmaciones, Victorino afirmó: "Tenemos que quitarnos los complejos y luchar por lo que es nuestro. A partir de cierto momento los toros dejaron de ser políticamente correctos y se dejaron de cuidar en los medios de comunicación más importantes, y la juventud no ve los toros como algo natural porque se ha aislado. Es un patrimonio que hemos heredado de generaciones anteriores y le hemos dado la espalda, nos hemos avergonzado, y a las nuevas generaciones no se les ha dado información de lo que simboliza y representa la fiesta de los toros. Nosotros lo hemos tenido tan fácil que no nos hemos molestado en enseñarlo ni cuidarlo. Esta fiesta está en confrontación directa con otras culturas que nos quieren imponer, nos meten la cultura anglosajona, por lo que nuestra cultura nos la están solapando otras", añadió.
Para Francis Wolff, "ser torero no es torear, ni torear bien, es la manera de ser y de enfocar la vida. Estar en el ruedo frente al toro y frente a los compañeros, en el ruedo siendo figura y en el ruedo en el fracaso. He comparado al torero con un sabio de la antigüedad, en su casa es como nosotros, pero cuando sale a la calle se siente torero, siente el peso de una profesión que no es sólo profesión, sino hombría, es la imagen del hombre en el ruedo. La verticalidad del hombre frente a la horizontalidad del toro. La diferencia entre un torero y yo, es que ante el miedo yo huiría mientras que él tiene que afrontar la embestida".
Wolff participó de forma activa en contra de la prohibición en Cataluña y analizó el problema de este modo: "La estocada la dio la política, pero desafortunadamente no había mucha afición en Cataluña, con 2.000 personas en la plaza no puedes salvar la Fiesta. Creo que una vez que una tradición ha muerto es casi imposible resucitarla". Y añadió: "De todos los lazos que unen culturalmente con el resto del estado español el toreo era el más débil, y era una forma de romper lazos".
Victorino también reflexionó sobre si la propia profesión está afectando al devenir de la Tauromaquia: "Más que por los errores cometidos, diría que por la omisión de la acción. No se entiende que la Tauromaquia no tenga un organismo que defienda y regule la Fiesta en pleno siglo XXI. Es imprescindible crear un organismo que la defienda, y aquí se están confundiendo los intereses particulares con los intereses generales, pero para ello hay que ser generosos y dejar la parcela de uno para hacer la parcela de todos".
Comparando aficiones: "La afición francesa no tiene nada que ver con la que conocí hace 45 años pero no tiene una sensibilidad inmediata al toreo como hay en Sevilla" según Wolff. Mientras que para Victorino: "Lo que el toro te enseña es que cada ciudad tiene un espíritu colectivo, y Sevilla tiene unos valores que son únicos como la sensibilidad. Francia tiene una cultura de raciocinio por detrás tremenda".
Sobre la polémica surgida en los últimos tiempos en el mundo taurino y que ha afectado a la Feria de Sevilla, Victorino hizo alusión "a la unidad, a luchar por la tauromaquia y explicar a la sociedad por qué amamos esto. Es el momento menos indicado para dividir".
A la pregunta de si tienen que ver los toros con la filosofía, Victorino Martín aclaró que "los toros son una filosofía de la propia vida, una forma de entenderla, de darle soluciones a nuestros problemas cotidianos". A Wolff, al principio, le interesaba más la estética y la ética de la Tauromaquia, que defenderla, "pero ahora hay que hacerlo de los ataques de los antitaurinos, pero siempre con calma", aseguró.
Al hilo de estas afirmaciones, Victorino afirmó: "Tenemos que quitarnos los complejos y luchar por lo que es nuestro. A partir de cierto momento los toros dejaron de ser políticamente correctos y se dejaron de cuidar en los medios de comunicación más importantes, y la juventud no ve los toros como algo natural porque se ha aislado. Es un patrimonio que hemos heredado de generaciones anteriores y le hemos dado la espalda, nos hemos avergonzado, y a las nuevas generaciones no se les ha dado información de lo que simboliza y representa la fiesta de los toros. Nosotros lo hemos tenido tan fácil que no nos hemos molestado en enseñarlo ni cuidarlo. Esta fiesta está en confrontación directa con otras culturas que nos quieren imponer, nos meten la cultura anglosajona, por lo que nuestra cultura nos la están solapando otras", añadió.
Para Francis Wolff, "ser torero no es torear, ni torear bien, es la manera de ser y de enfocar la vida. Estar en el ruedo frente al toro y frente a los compañeros, en el ruedo siendo figura y en el ruedo en el fracaso. He comparado al torero con un sabio de la antigüedad, en su casa es como nosotros, pero cuando sale a la calle se siente torero, siente el peso de una profesión que no es sólo profesión, sino hombría, es la imagen del hombre en el ruedo. La verticalidad del hombre frente a la horizontalidad del toro. La diferencia entre un torero y yo, es que ante el miedo yo huiría mientras que él tiene que afrontar la embestida".
Wolff participó de forma activa en contra de la prohibición en Cataluña y analizó el problema de este modo: "La estocada la dio la política, pero desafortunadamente no había mucha afición en Cataluña, con 2.000 personas en la plaza no puedes salvar la Fiesta. Creo que una vez que una tradición ha muerto es casi imposible resucitarla". Y añadió: "De todos los lazos que unen culturalmente con el resto del estado español el toreo era el más débil, y era una forma de romper lazos".
Victorino también reflexionó sobre si la propia profesión está afectando al devenir de la Tauromaquia: "Más que por los errores cometidos, diría que por la omisión de la acción. No se entiende que la Tauromaquia no tenga un organismo que defienda y regule la Fiesta en pleno siglo XXI. Es imprescindible crear un organismo que la defienda, y aquí se están confundiendo los intereses particulares con los intereses generales, pero para ello hay que ser generosos y dejar la parcela de uno para hacer la parcela de todos".
Comparando aficiones: "La afición francesa no tiene nada que ver con la que conocí hace 45 años pero no tiene una sensibilidad inmediata al toreo como hay en Sevilla" según Wolff. Mientras que para Victorino: "Lo que el toro te enseña es que cada ciudad tiene un espíritu colectivo, y Sevilla tiene unos valores que son únicos como la sensibilidad. Francia tiene una cultura de raciocinio por detrás tremenda".
Sobre la polémica surgida en los últimos tiempos en el mundo taurino y que ha afectado a la Feria de Sevilla, Victorino hizo alusión "a la unidad, a luchar por la tauromaquia y explicar a la sociedad por qué amamos esto. Es el momento menos indicado para dividir".
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