13/9/16

“Acto Cultural”

Obra de Teatro con una extraña "similitud" con lo acontecido en la Feria de Tovar este domingo 11/09. Imagen: blog barretonoriega

por: Kike Rosales

Ese es el título de una obra de teatro escrita por José Ignacio Cabrujas en 1976, que de una u otra forma nos muestra durante su realización, cómo se van desnudando los ropajes de quienes organizan un acto en un pueblo llamado San Rafael de Ejido.

El acto en cuestión lleva por nombre “Colón Cristóbal: El Genovés alucinado”, mostrando cosas que aparecen todavía fuera incluso del libreto escrito por el dramaturgo de Catia y que se ven en una plaza de toros.

La última corrida de la feria de Tovar el domingo 11 de septiembre, mostró hechos de atención. La celebración de las cien corridas del matador Orellana llevaron muchos reconocimientos y una serenata con mariachi antes del paseíllo, un homenaje merecido a un profesional muy representativo además nacido Tovar.

Después de cumplirse el reconocimiento y antes del paseíllo por el callejón de la plaza se veían caminar a hombres con armas largas, se sentía como los fusiles andaban por la plaza, la razón de la presencia de hombres armados en el ruedo no la conocemos.

Las reses tuvieron movilidad, eso es innegable, pero en este acto se movieron además hechos más que curiosos: toda la decisión del palco oficial no era apegada al reglamento, estaban mirando más al callejón.

En una parte del “extraño” libreto de esta corrida, a alguien se le ocurrió dentro del mayor éxtasis salir corriendo a donde fueron arrastrados los despojos de un toro para -por acto de mayor “taurinísimo”- cortar el rabo para dárselo él en vez de la comisión taurina.

De manera responsable el mismo no fue aceptado por el matador, pero una persona invitada a dar la vuelta al ruedo sin nadie saber porqué “enseñaba el rabo” que habían cortado “al estilo Jalisco”.

En un momento la corrida dejó de ser eso para convertirse en un hecho más “pachanguero” que taurino; recordaba el homenaje a Colón en la obra de Cabrujas, mostrando cómo mucha gente (incluyendo a la comisión taurina) “se salían de sus ropajes,” permitiéndonos pensar que de verdad El Genovés nunca supo para donde iba; y cuando llegó, tampoco sabía dónde estaba al igual que todos ellos en esta extraña “similitud” con el “acto cultural”.

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