Orellana, alumnos y otros toreros se sumaron para ayudar a los vecinos en las adyacencias del Coliseo y otras comunidades. Foto: F Ramìrez
por: Fredy Ramírez "Garapullo"
La tarde-noche del Sábado 03 de septiembre en la ciudad de Tovar será un mal recuerdo para muchos; sobre todo para todos aquellos que sufrieron el rigor del aguacero que no se olvidará tan fácilmente; la fuerte lluvia previa a la novillada presagiaba que el festejo no se realizaría, aún contando con escenario techado, como lo es el Coliseo El Llano; al final, después de muchos análisis y evaluaciones, la novillada se efectuó sin contratiempos, aunque con el retraso insalvable.
A la misma hora, la ciudad vivía dos episodios: Uno donde la tragedia y el drama pronosticaban una noche interminable, para jamás recordar; pero sí para tomar las previsiones; el otro, de emoción con la fiesta brava que se vivió con intensidad en Coliseo El Llano con una novillada de don Hugo Domingo Molina: seria, con movilidad y muy buena para todos los novilleros.
A la altura del tercer novillo las redes sociales ya daban cuenta de los acontecimientos lamentables que producía el torrencial aguacero, con casas inundadas, los damnificados de siempre que construyen donde no deben, una señora fallecida y los rumores de suspender los eventos feriales.
Este drama que vivió la ciudad de Tovar movió la fibra solidaria de la comunidad taurina; en particular, a los miembros de la Academia Taurina Rafael Orellana; el propio torero, una vez que amaneció el día domingo 04/9, después de entrenar muy temprano -seis y media de la mañana- reunió a los alumnos de la escuela de toreo para ir en auxilio de familias cercanas al Coliseo, en una jornada solidaria en la vecindad del conocido subalterno “Piedrita” su banderillero de confianza. Allí, entre todos, ayudaron a sacar enseres y muebles en medio del lodo; después acudieron a otros sitios a echar una mano; por último en mayor número sumándose amigos y los novilleros peruanos, acudieron a la Urbanización Los Educadores para ayudar al profesor Ricardo Rosales y a otras familias a retirar toneladas de lodo que invadieron sus casas.
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