El licenciado Hugo Domingo Molina y su hijo Hugo Alberto, yunta de lujo en el desarrollo taurino de los andes venezolanos. Foto:
por: Jesús Ramírez “El Tato”
El licenciado Hugo Domingo Molina ha estado muy cumplimentado estos días. Primero por la celebración de los cincuenta años de Licenciado en Administración, grado obtenido en la Universidad Católica Andrés Bello extensión Tàchira, por lo que recibió recientemente, la condecoración única clase “Dr. José Ruiz Roa”, por parte del respectivo colegio del cual fue fundador en la capital tachirense.
Y los parabienes aumentaron por su cumpleaños, al que algunos allegados le sacan cuentas desde 1.937 para sumar los 79, pero que Hugo y el entorno familiar le restan seis para dejarlo en 73 septiembres. Bueno, como la recordada canción de Billos, los años que tiene Hugo solo los conoce Dios y dejémosle ahí que los celebre que tampoco es mala cantidad.
Y es que Hugo Domingo como le llamamos todos cariñosamente y con respeto, es de esos personajes del mundo taurino venezolano que por su trayectoria, deberían ser patrimonio revestido de admiración. Hombre visionario y calculador que ha seguido varias premisas fundamentales de difusión y reivindicación de compromisos éticos del toreo, en este país eminentemente centralista, donde el Nuevo Circo era el epicentro del toreo, y que Hugo logró imponer en la región andina, con capacidad, entrega personal y extraordinario concepto de asociación para salir adelante, hasta hacer de los Andes lo de hoy en día, el gran refugio ganadero, cantera de buenos toreros y aficionados de buen concepto.
Ya desde la gerencia de la Lotería del Táchira, emprendía una gran labor cuando no se hablaba de responsabilidad social, iniciando la construcción del edificio sede en la avenida Libertador, que allí continua erguido y respaldando decididamente la hoy famosa vuelta al Táchira en bicicleta para continuar desde la Lotería de Caracas, donde promocionaba la Fiesta Brava.
En los albores de la década del 60, con un grupo de connotados tachirenses le cambia el rumbo a la tradicional Feria de San Sebastián, al lograr la construcción de la monumental plaza de toros que seguida de una espectacular avenida, le dio valor y precio a una zona alta de la ciudad inocente del desarrollo hasta ese momento.
Hugo Domingo Molina fue el primer presidente del Comité de Ferias de San Sebastián y así mismo primer presidente de la empresa administradora de la Mounmental de Pueblo Nuevo, llamada: C.A. Plaza de Toros de San Cristóbal, que hoy por meritos propios está nuevamente bajo su dirección como ejemplo de autogestión.
Llevar la Feria del santo patrón de la ciudad a ocho corridas, nos llevó a un circuito de importancia taurina de América con todas las figuras presentes y toros españoles y mexicanos. Ante la importación, no pestañeó para fundar ganaderías de casta con esfuerzo propio y el apoyo de sus hijos Hugo Alberto y “El Morocho”. Hoy “Rancho Grande”, “El Prado” y “La Consolación” además de excelentes divisas, se han constituido en pie de cría de casi una decena de ganaderías venezolanas.
Qué le faltaba a Hugo Domingo, siendo ganadero, empresario y representante de toreros? ...Pues un hijo torero; y lo tuvo con clase y sentimiento hasta que el 26 de junio de 1.999, un novillo de María Luisa Paniagua en la Aldea de Fresno (España) le truncó la carrera a Hugo José Molina “El Morocho”. Hasta el Jackson Memorial Center de Florida, fue a dar “El Patriarca” por la recuperación de su hijo. Su hijo no pudo volver a ceñirse el traje de luces pero recobró la vida para dar alientos a toda “La Molinera” e insuflar más ánimos al cacique taribero, que ahí con su inmensa afición y el apoyo de toda la familia, sigue disfrutando de su afición taurina, difundiendo la fiesta y aportando para su desarrollo.
Bien por Don Hugo y su familia; taurinos por donde se le vea, con huella profunda. Cuantos son los años?....Solo lo sabe Dios.
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