31/12/14

CALI / 6ª DE FERIA: Inmerecido final

Juan José Padilla. Foto: Camilo Díaz - cronicatoro.com

por: Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali, Colombia, XII 30 14

El dispar y manso encierro de Juan Bernardo Caicedo, ensombreció la clausura de una buena feria y estrelló las buenas intenciones del cartel de matadores banderilleros.

Astifinos, pintosos, de recortada silueta, pero con cerca de de 490 kilos entre unos y otros, los torrestrellas cundinamarqueses de Juan Bernardo Caicedo, ensombrecieron la clausura de una buena feria. No con su escaleramiento, sino con su falta de bravura y mal estilo. En mansobronco vino la corrida y en mansobronco se fue. Tanto los dos tíos primeros como los cuatro sobrinos, pero encarados últimos. Cinco negros con listones castaños que cantaban sus gotas Núñez, y un jabonero, el menos malo, que cantaba las veragüeñas. De a un puyazo, que por duro, prolongado y sangrador no puede ser disculpa del talante morucho exhibido desde los primeros lances y agravado al final. Era el hierro premiado en la pasada feria, eso exonera la empresa.

Juan José Padilla, recibido como se merece un valeroso sobreviviente de los toros. Empuñó tres pares e invitó sus alternantes a compartir el susto, con el más de la corrida que arreaba poderoso y desordenado. Sin exquisiteces, las ejecuciones tuvieron solo el mérito derivado del riesgo y dificultades opuestos por el regalito.

Si recordamos a Corrochano (y hay que recordarlo siempre) que aconsejaba a los matadores no parear a no ser de que lo pudiesen hacer mejor que los subalternos, debemos concluir que esa fue la primera mala decisión. Tanto, que cuando en el siguiente toro Vargas quiso devolver atenciones, el jerezano se negó rotundamente desde el callejón y dejó a los otros dos con el problema y desangelamiento. Dicho y hecho. Segunda desinteligencia.

Entre muletazo y banderazo, el arreador primero le pegó con la pala en el pecho al jerezano. Dolido, porfió inútilmente hasta quitárselo del medio con una estocada de oficio. Frente al cuarto, al cual parearon vulgarmente los tres, bregó hasta sacarle unos viajes a media, cansinos y semicirculares que fueron acogidos con jaleo y música dignos de faenas epónimas. Puras ganas de hacer bulla, no más. Desplantes de tremendismo trasnochado y manoletinas de a peso, precedieron una estocada tendida, un descabello y una vuelta de cariño no de otra cosa.

El cucuteño Sebastián Vargas, se las vio con un lote similar, no lució más ni menos que “El Ciclón”, pero la plaza no le tuvo las mismas consideraciones. Le cobraron a él culpas de sus toros. En el segundo se defendió con una estocada decorosa, pero en el quinto se auto incriminó con una espada en guardia. Ahí fue cuando le mostraron las uñas al volver al burladero.

Antonio Ferrera, tuvo instantes, detalles, apuntes. Más con el último. Un digno par de poder a poder. El brindis a Paco Perlaza que se retira. Tres por alto sentado en el estribo evocando a Sánchez Mejías en Manzanares. Dos tanditas derechas que parecieron un milagro en el ocaso de una tarde con tan pocas embestidas, y pare de contar pues el sucio (jabonero) se rajó del todo. Pinchó, medio estoque cuarteando y descabello pusieron fin a la sudorosa labor, a la corrida y a la feria.

Una feria, mejor una temporada, si le sumamos la pre feria, que no mereció tan lánguido epílogo, porque fue buena y con juego notable de los encierros (once) buenos, a excepción de éste claro. Pero qué vamos a decir, nada es perfecto.

FICHA DEL FESTEJO

Martes 30, diciembre 2014. Plaza de Cañaveralejo. 6ª de feria. Sol y nubes. Media plaza. Seis toros de Juan Bernardo Caicedo (Domecq), bien presentados pero dispares, mansos y broncos pitados todos.

Juan José Padilla, silencio y vuelta.
Sebastián Vargas, silencio y silencio.
Antonio Ferrera, silencio y silencio.

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