Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


Bono de colaboración desde 10 $ en: Asogata, 
Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
Contacto: 0412 658 4112

14/6/12

Respetable apología para un sembrador de torerías: Humberto Alvarez

"Castoreño" hace entrega a D. Humberto Álvarez de una placa de reconocimiento en compañía de los alumnos de la antigua escuela taurina "César Faraco", fundada por él, y del empresario taurino José Luis Rodríguez Jáuregui. Feria del Sol 2008. Foto: H. Angulo

Por: Jesús Araujo “CASTOREÑO” - blog Círculo Bienvenida SC de Mérida
(Fotografías: Archivo Flia. Álvarez-Nava)



“A quien una vez puso un capote y una muleta en mi mano.”


Agradable y aliciente, es plasmar estas letras para toda la familia del Círculo Bienvenida, grupo taurino con idoneidad y aceptación, dado a que sus componentes son aficionados con trayectoria y un “chip” mental para el diálogo, aparte que le rinden culto al respeto y la amistad.

Estas letras, plasmadas con indeleble tinta de cariño, respeto y amistad, hablan de un hombre sencillo que vivió para engrandecer la fiesta brava: Humberto Álvarez.

Nacido en la larense Barquisimeto, su crianza fue Victoriana, pues en ese pueblo de Aragua se formó como persona.


Un buen día izó sus bártulos toreros y enfiló rumbo a Los Andes, llegando a anclar en la serrana Mérida, ilusión que le apretaba el pecho; pues su nombre estaba en grandes letras en las marquesinas taurinas de la feria de San Antonio, en Tabay, pueblo aledaño a la ciudad de Mérida.

Y comenzó una verdadera andadura torera por los pueblos del estado hasta llegar al recordado Nuevo Circo de Mérida, en Belén, arenas por la que pasaron lo mejor y más granado de la novilleria nacional.

Ufano, Álvarez hablaba de sus actuaciones en Sartenejas, Guarenas, Valencia, Maracay y la exigente Caracas, donde lidió novillos de casta de Cayetano Pastor. Mérida: culta, ceremoniosa e intelectual, fue testigo de una hazaña de este valiente torero cuando en una tarde de 1965 en el coqueto coso Belenero, se enfrentó a seis toros de Don Fidel Garay, que era el ganadero de moda, motivado a que los novilleros de la tarde no aparecieron (sic) y el enjuto Victoriano se ofreció y el inigualable e inolvidable Don Germán Corredor lo anunció por los altoparlantes, cosa que la afición agradeció y admiró, pues salió ganando.

Se amarró la camisa a la cintura, le prestaron unas zapatillas toreras y armó la marimorena, convirtiéndose desde ese momento, en el torero más respetado y preferido de la afición.


 Con toros criollos. Así se formaron muchos novilleros de la época...


Después, cuando la plaza “El Carmelo” de Ejido, Álvarez le brindó a la afición cañamelar grandes faenas; y allí, en esa plaza, nos puso a debutar -a quien esto escribe- y a Nerio Ramírez; fue el 10 de noviembre de 1968, junto a otros muchachos alumnos de la escuela taurina “Rubito de Aragua”, con toros de Adalberto González.

Y vino el renacer taurino de la Tulista ciudad de los claustros universitarios y hecho raíces esqueléticas de arquitectura: la impresionante monumental. ¡Ay... qué recuerdos...!, mi padre, operador de maquinaria pesada, replanteó el terreno para la construcción y este revistero, lo acompañaba con gran ilusión.

Los primeros conserjes fueron Carlos Briceño Vera: autor de la bandera del estado Mérida; y Nerio Ramírez: gloria torera de todos; pero luego, sus correrías pueblerinas no les permitía estar fijos en la plaza, por lo que apareció Humberto Álvarez y tomó las riendas del cuidado del coso.

Corría el año 68 y entrenábamos ilusionados: Nerio Ramírez, Enrique Torres, Leonardo Rivas, Oscar Corredor, Ever Rojas, Ángel Sulbarán; y Humberto Álvarez tuvo la feliz idea de fundar la Escuela Taurina “César Faraco”, completándonos enseñanzas que aún no conocíamos, siendo las clases prácticas, no tentaderos, pues no había ganaderías de lidia, sino en la manga de coleo; ante aquellas moles de exagerados pitones que servían de bastimento para las carnicerías.

Ilusionados, Enrique Torres y yo, organizamos el 17 de mayo de 1970 el debut de la escuela taurina César Faraco con un cartel postinero: Giovanni Pereira de la escuela de Ejido y un servidor de la Faraco; matábamos un toro cada uno; completando el cartel, Enrique Torres que tanto bien le ha hecho a la fiesta en Mérida; Ángel Sulbarán(+) ido al cenit de la eternidad muy joven; y Leonardo Rivas, poderoso con la muleta y poste de quietud; alternando en quites para ese entonces: Alfredo Parra(+) José Benjamín y Marcial Villafraz.

Sulbarán, Ramírez, Parra, Diaz, Trejo, Alex Guillén, Rivera y Jónathan, llegaron a matadores de toros; todos, formados en la escuela fundada por Álvarez en la plaza monumental Román Eduardo Sandia. Caballero de luces que obitará en junio en Mérida hace ya cuatro años.


Agradezco a mi buen amigo y caballero: Oscar Fernández Guillén, por esta petición de letras en homenaje al maestro: Humberto Alvarez. Orgulloso estoy de haber pertenecido a una época cual tatuaje imposible de borrar plasmado en la piel de la memoria y agradecido con la suerte de haber dialogado en valencia en el año 71 con el maestro Antonio “Bienvenida” quien me dijo:
"Oye, tu eres de Mérida, dicen que es una ciudad muy bonita; oye, yo soy de Caracas", y luego del estrechón de manos, vino la conversa...

Bienvenida, Luis Miguel y César Girón, ¡Vaya cartel...! Allí estuvimos, y ayudamos a sacar a hombros al César imperatore; esa sería su última corrida: 26 de junio de 1971, pues después: el 19 de octubre del mismo año, se mató en un accidente de tránsito en La Victoria.

Estoy de plácemes, por este detalle de permitirme dialogar con el Círculo Bienvenida a través de las letras…Va por Uds.…! montera en mano…!!

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