Alarma en San Sebastián

A la Fiesta Brava en San Cristóbal ya le sonaron dos avisos; sólo falta el tercero para ver cómo la feria termina en la más lastimosa devacle.

por: Leonardo Hernández Pineda

La recién finalizada temporada taurina dejó ver lo delicada de salud que se encuentra la Fiesta Brava en el Táchira. Una vez más quedó demostrado que son los mismos taurinos los que poco a poco están terminando con esta bonita Fiesta.

Para empezar tenemos una Comisión Taurina complaciente, que se salta a la ligera el tan golpeado Reglamento Taurino del Municipio San Cristóbal; por ejemplo cuando en la primera corrida de toros permitió que abriera plaza un toro de la ganadería de El Prado, cuando según reza el reglamento debería ser la ganadería de más antigüedad la que parta plaza; en este caso: Rancho Grande.

Otro ejemplo, cuando incumplen con lo de la hora de inicio de los festejos; en las boletas se anunciaban las corridas a las cuatro de la tarde y empezaban a las cuatro y cuarto, burlándose de esta manera de los aficionados que acudían antes de la hora reseñada. Y no me vengan a decir que lo hacían por presiones de la empresa; no, lo ideal sería que el Palco Presidencial como autoridad dentro del coso taurino, hiciera sonar a las cuatro en punto clarines y timbales. Igual sucedía en las faenas de los rejoneadores en donde no anunciaban cambios de tercios con los correspondientes toques.

De nada sirve renunciar al final de la temporada cuando el mal ya estaba hecho; hubiese tenido más significación hacerlo desde el momento en que se empezaron a presentar las irregularidades.

En lo referente al ganado, el encierro que salió con más presencia, fue el lidiado el domingo 30/01 de la vacada de Los Marañones; otra cosa es que fue mansurrón y con poco gas. Pero hubo encierros que a simple vista se veía cómo se les daba “un empujoncito” en la romana para que alcanzaran el mínimo reglamentario de peso. La mayoría de las veces eran novillos regordetes y no toros los que saltaban al albero de Pueblo Nuevo.

¡Señores..! El aficionado no es tonto; y en un mundo tecnológico como éste, en el que puedes ver corridas de toros realizadas en México, Ecuador, Colombia y otros países taurinos, no es fácil meterle novillos por toros. Muchos dirán que el toro grande y pesado no embiste, que esto y que aquello; pero también es cierto que el toro que embiste lo hace sea gordo, flaco, sin pitones o novillo.

Eso sin hablar de las condiciones en que se encontró la Monumental de Pueblo Nuevo, la cual mostró una cara de abandono, ennegrecidas sus graderías, con filtraciones, palcos encharcados y silletería sucia demostraron al propio y visitante, en la desidia en que la mantienen, pareciera que sólo les interesara exprimir y exprimir el coso taurino. Qué lástima que algo que costó y cuesta tanto dinero lo estén dejando caer a pedazos.

Por otro lado tenemos la empresa taurina; si bien es cierto que cumplió a cabalidad en lo referente a los matadores de toros y novillos anunciados, a excepción de Manzanares que por razones de fuerza mayor no pudo venir, también es cierto que el ganado que adquirió para las tardes de San Sebastián no fue el idóneo para presentarse en una plaza llamada de primera categoría. Repetimos: animales inflados, anovillados, algunos con defensas sospechosas; en fin un desfilar de “bichos”, uno tras otro, sin que nadie se atreviera a parar eso.

Unos medios de comunicación, con cronistas doblegados al llamado “parné” que callan complacientemente todas las irregularidades que se comenten; y que mal informan al aficionado; son cómplices también de esta decadencia taurina. Eso sin hablar del callejón de la plaza de toros, lugar utilizado como vitrina pública por unos personajes; con sus contadas excepciones, son pocos quienes realmente van a cumplir una labor profesional. Los demás se van a dar coba, algunas veces distrayendo al toro porque están saludando a un amigo que encontraron en los tendidos y otras veces atreviéndose a “dar consejos” a los diestros sobre cómo realizar su faena.

En pocas palabras, a la Fiesta Brava en San Cristóbal ya le sonaron dos avisos; sólo falta el tercero para ver cómo una de las ferias que otrora era una de los mejores del mundo termine en el más lastimoso devacle. Con razón este año se nos hizo raro no encontrar en las cercanías de la Plaza, a la gente de la Sociedad Protectora de Animales, debe ser que ellos se dieron cuenta -antes que nosotros- que no hace falta desgastarse protestando ya que en un corto tiempo los “taurinos” acabaremos con la feria y por ende con las corridas de toros?