Texto de un foro mexicano pidiendo la salida del toro en su plaza: "con estos novillos engordados sigue hundiéndose más la fiesta en México; señor empresario Herrerias: el toro tiene que venir con presencia y trapío, si no, no es fiesta brava sino chapuceria." Foto: foro.mediotiempo.com
Por : Eutiquio Hevia P.
Comentarista e Historiador
No se puede tener confianza con los ganaderos venezolanos a la hora de presentar un encierro para cualquier plaza nacional; digo esto porque ya son muchas las experiencias que se tienen en festejos; ante esta extravagante realidad, donde los aficionados salen defraudados por el novillo engordado que sale cada tarde por la puerta de los sustos; donde el toro que se requiere, el que espera el aficionado, el que se retrata en taquilla, el que mantiene el espectáculo, de pronto observa en la arena un ejemplar que no tiene la edad, el trapío y el peso real, para los toreros que se van a enfrentar ante estos morlacos.
Muchos factores pululan alrededor de esta crítica situación; uno de ellos es la exigencia de apoderados y representantes de los toreros extranjeros quienes tratan de buscarle lo mas cómodo a estas figuras que se han convertido en “figuritas”; y el ejemplo palpable lo tuvimos con Enrique Ponce: torero que se creía que tenía vergüenza y sentido profesional, y en su última actuación en San Cristóbal, lo que le salió al ruedo fue un lote disparejo; el primero muy cómodo de pitoncitos que no presentaban seriedad; y el otro, un novillo engordado que nunca le saldría en una plaza española, porque allí sí tienen que torear toros de verdad. Y acá, a la América, vienen a hacer la América y a llevarse cómodamente un dinerillo, fácil y cómodo.
A todo esto, tenemos un público bullanguero; que va a la plaza a beber toros y no a ver toros; faltos de cultura taurina; que van enterrando la fiesta brava poco a poco, pues al primer trapazo que observan ya piden música y donde el verdadero toreo (parar, templar y mandar), lo ignoran, conllevando a ver un espectáculo denigrante y fiestero.
Para evitar todos estos atenuantes deberían de anunciarse 6 posibles toros, así ya la mascarada tendría alivio y los espectadores quedarían contentos con lo que salga por la puerta de toriles. Porque quiero decirles a los espectadores, aquellos que van a pedir orejas, sin son ni ton; los que quieren música por cualquier trapazo y los que piden indulto sin analizar el comportamiento del ejemplar, desde que sale al ruedo, va a la pica y cómo se comporta en la lidia y tienen condiciones para ello, es cuando hay que calibrar su trayectoria, recorrido y premiar una actuación valedera; porque de seguir las cosas como hasta ahora: sin toros, sin toreros y sin taurinos íntegros, el toreo es pifia y parodia.
Yo me pregunto: ¿Quién hace la selección en las tientas y luego en el campo? O es que a los ganaderos, lo que les interesa es vender el producto sin pensar que hay que darle el tiempo necesario para que se desarrollen plenamente, y presentar toros y no los novillos engordados que salen a la arena de nuestras plazas.
Que los encierros que lleguen a los cosos taurinos tengan todos estos requisitos que se exigen o es que no tenemos Autoridades que impongan sus criterios y rechacen los productos que les llegan a los corrales de plaza; o es que vivimos en una sociedad de cómplices, donde se ve y se calla, para no echarse enemigos encima, ya sea del ganadero y los de su entorno. Hasta cuándo mantener esta indiferencia, donde el Reglamento Taurino se lo pasan por la faja, tal y como acaba de suceder en San Cristóbal, donde un Javier Conde y un ganadero salieron a hombros, de los costaleros, sin pensar que el espectáculo había que dignificarlo y no prostituírlo.
De esta forma no hacemos nada; donde se afeitan los ejemplares en horas de la madrugada para complacer a los apoderados y a los toreros, ignorando a la Autoridad y sus posibles consecuencias.
Ojalá y la temporada merideña tenga mas seriedad que la de San Cristóbal, aunque allí también se cuecen habas, que hay que hacer como aquel dicho: "si vieses ardiendo las barbas de tu vecino, hay que poner las propias a remojar". Es una crítica constructiva donde los ganaderos no sean "ganaduros", sino hombres que también tienen que cuidar su futuro, que es la materia prima; de lo contrario estaremos buscando un callejón sin salida; queremos soluciones que tengan sentido común y propio, para evitar una muerte anunciada o una estocada definitiva respecto a la fiesta brava. Ahí queda eso…
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