Lo taurino venezolano, a estas alturas, se mantiene a toda costa. Ilustración: Julián Varona (+)
Que no se ha escrito y dicho, a infinidad voces, a voz populi, por la defensa, permanencia, fortalecimiento, consolidación, de la Fiesta Brava en Venezuela, que aún respira saliendo a flote, en aguas turbulentas y de nubarrones que intentan opacarla, inmersa en una coyuntura socio económica política que se la carga por delante, pese a las voluntades y esfuerzos puestos de manifiesto por quienes, se niegan, nos negamos, por encima de cualquier cosa, a que desaparezca, como algunos payasos de oficio, pretenden hacerlo.
En este país del continente americano, sumergido en una crisis inaguantable para todos, sin distingos de clase y posición, la Fiesta Brava aún respira, gracias al empeño de empresarios taurinos que hacen su inversión, para echarla adelante, superando escollos, trabas, zancadillas, que están a la vuelta de la esquina, para alentar a la afición, impedir a toda costa que se apague la llama taurina.
Lo taurino venezolano, a estas alturas, se mantiene a toda costa, no se la tiene fácil en estos tiempos de Dios y crisis, lo que bien tienen presente, el empresariado taurino que se aprieta los machos para montar festivales taurinos, novilladas, corridas de toros, en ferias patronales tradicionales y fuera de tales fechas de regocijo popular, en el entendido que si la masa no está para bollos, imposible menospreciar tal esfuerzo que debe tener un irrestricto apoyo de toda la afición ya que, digan lo que digan, duela a quien le duela, aún respira la Fiesta Brava en Venezuela, de la mano del Todopoderoso y por siempre olé.
Foto: Dibujo de Julián Varona Castillo (+).
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