Doña Esperanza Díaz de Girón con alma guerrera y fuerte que transmitió a sus hijos.
Este domingo 12 de mayo que celebramos el Día de la Madre 2024, propicio es hablar de las madres de los toreros que alimentan con su bondad y esperanza las ilusiones de triunfo de los hijos que escogieron el arte de torear para afianzar futuro.
Y es que tal vez sin los rezos fervorosos de la angustiada madre, el triunfo no hubiese acompañado al hijo que a veces no ve el sufrimiento del ser que le dió la vida.
Oposición a la aventura
Generalmente el torero proviene de hogares humildes donde la cultura no tiene cita en ningún momento. Otras veces la falta del padre la suple la abnegada mujer que no quiere inundar mayor tristeza al hogar, y asume resignada el apoyo a quien no puede contener el sueño de fama y gloria que empuja el ímpetu juvenil con brillo de seda y oro.
La angustia de Doña Angustias
Angustias Sánchez se llamaba la madre del monstruo Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete", fallecida cuando estaba a punto de cumplir cien años de edad. Hija de obrero ferroviario, dos veces esposa de toreros y madre de uno que la sacó del anonimato y la pobreza. Su único hijo varón copó la escena con la verticalidad de su toreo y murió en las astas del mal recordado toro "Islero" de la temible divisa sevillana de Miura, la tarde del 27 de julio de 1947 en Linares.
Doña Angustias que ya había sufrido lo suyo, recibió el cadáver de "Manolete" al día siguiente sin derramar una lágrima y sin poder lanzar palabra alguna.
Desde aquel verano del 47, doña Angustias se enclaustró en el lujoso chalet que su hijo le había comprado, y así día tras día fué perdiendo fuerzas y vigor y hasta la vista, teniendo solo ánimo para depositar flores en la tumba de su hijo y asistir a misa trajeada de negro riguroso.
Nunca pudo doña Angustias acostumbrarse a las viscisitudes de los toreros. Sufrió con Rafael Molina "Lagartijo", su primer esposo, luego con Manuel Rodríguez "Manolete III" con quién caso tras la muerte de "Lagartijo". Alargó el sufrimiento con su hijo "Manolete". Nunca mejor empleado el nombre para la madre de un torero. ! Doña Angustias!
Temple de Doña Esperanza
El temple de una mujer venezolana, formó una de las más completas y numerosa dinastía americana de toreros. Doña Esperanza Díaz de Girón fué ejemplo cabal de madre abnegada que siempre estuvo con los hijos compartiendo luchas y avivando esperanzas. Iba a las corridas a animar a César Girón lanzando voces oportunas que se convertían en quites milagrosos. Con Don Carlos Girón compartió responsabilidades organizando festejos para que César, Curro, Rafael y Efrain torearan y triunfaran cabalmente. Recorrió con sus hijos las plazas transmitiendo aliento, fé y regañando fuerte cuando las cosas no salían bien. Una mujer de temple y nervios acerados, que logró y vivió la felicidad de ver a sus hijos figuras del toreo.
Entre el triunfo y la vida
Cuando el hijo torea, la madre está atenta al teléfono esperando la llamada. Pregunta por las vueltas al ruedo o las orejas, pero no oculta su preocupación por enterarse si ya está en el hotel sin un rasguño. Y cuando el percance ocurre, se arma de valor inusitado para compartir el dolor y revivir ánimo al torero herido.
Son madres con sufrimientos prolongados, con un amor diferente al hijo que armado de muleta y espada desafía la muerte en un arte donde se muere de verdad.
Lo de ellas es también un sufrimiento de de oro y seda en tardes plenas de sol pero también con sangre y llanto.....el llanto por la decisión del hijo torero amante de gloria y fama. Benditas sean todas las madres....
Foto familiar de doña Esperanza; casa de la abogado Guadalupe Girón
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