A los nuevos iniciados en el tendido, se les desilusiona al no tomar su opinión y creer que su importancia consiste en haber engrosado la taquilla. Foto: Julián López - mundotoro
por: Eduardo Soto Alvarez.
Siempre se ha dicho que el público es el soberano en una Plaza de Toros, pero lo que ha venido ocurriendo en la Catedral del Toreo con Jesús Enrique Colombo, da pie para efectuar un par de reflexiones.
Soberano es el que posee la autoridad suprema, pero, por lo visto, en el coso de Las Ventas, es el Presidente quien ejerce la soberanía, pues se da el lujo de ignorar olímpicamente el sentir mayoritario de los tendidos, contraviniendo así la consabida jaculatoria que señala a las corridas de toros, como el espectáculo más democrático del mundo.
Es grave que tanto desparpajo para desdeñar el veredicto de las gradas, ocurra en la que se jacta de ser la primera plaza del orbe taurino o quizás debiera decirse del negocio taurino, por lo que las arbitrariedades pueden obedecer a motivaciones de distinta índole.
En todo caso, las decisiones del Palco de Madrid, siguen teniendo repercusiones de mucho impacto. Lograr una oreja es ya de suma importancia, pero una Puerta Grande puede ser consagratoria en ferias y empresas, por lo cual sus cancerberos extreman el celo, propiciado quizás por recónditas razones, entre las cuales me niego a pensar que hayan podido colarse vestigios de xenofobia.
Mucho se ha dicho sobre la tarde del sábado 12/10/2019, se ha cuestionado el público por estar cuajado de jóvenes, pero se reconoce la conveniencia de motivar las nuevas generaciones para asistir a los festejos y, cuando se logra el cometido, se les desilusiona al ignorar su sentir, marchitando el futuro de la Fiesta Brava.
Cuando no se critica al público por su juventud, se le cuestiona por adolecer de analfabetismo taurino, al estar conformado, en buena medida, por turistas o espectadores atraídos por simple curiosidad, pero se obvia que son también aficionados en potencia.
Así incurrimos en una evidente contradicción pues, por una parte, existe necesidad de predicar el evangelio taurino más allá de los conversos, pero cuando tenemos a los nuevos iniciados en el tendido, les hacemos sentir que su importancia consiste en haber engrosado la taquilla, pues su opinión no es tomada en cuenta.
Esta práctica, perjudicial para el relevo de la afición, es opuesta a la tan ponderada democracia en las corridas, en circunstancias que se han venido haciendo cada vez más escasas, menos asequibles por sus costos, más controvertidas como manifestación cultural y se incrementan los ataques viscerales, provenientes de quienes nunca han intentado comprenderlas.
Sin duda que lo acontecido en la Corrida de la Hispanidad, ha puesto de relieve que el Espíritu Santo está cada vez más ausente del coso de Las Ventas.
Eduardo Soto Alvarez.
16/10/2019.
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