El ciclo ferial andino hoy día es un referente.
Por. Freddy Ramírez
“Garapuyo”
Sin rebuscar palabras, ante la crisis, tomando como referencia lo que aconteció en la recién feria taurina de Tovar Estado Mérida, donde el venezolano Jesús Enrique Colombo fue base de cartel ocupando dos tardes al igual que el español Finito de Córdoba y otros importantes toreros.
En esta última cita taurina las gradas del Coliseo El
Llano de Tovar, lucieron en buena proporción vacías de público y los que han ido a los toros han sido los pudientes, pero
el pueblo como tal no acudió a ver aquellos
llamativos e interesantes carteles, las entradas, la más económica, tenía un valor de 375.000 Bolívares soberanos.
Por primera vez en muchos años que data la feria de Tovar un
vendedor de pinchos, chuzos -único
vendedor- ubicado en las afueras del Coliseo, salía cabizbajo con los carbones en la cabeza y sin nada que llevar para la
casa.
Ahora mismo, sin dinero contante en los
bolsillos, donde mucha gente tiene que esperar remesas de familiares en el extranjero para poder medio alimentarse, situación complicada para acudir a los toros, se podrá contratar al mismísimo Roca Rey
y el resultado económico
seria el mismo que se vivió
en la recién finalizada feria de Tovar.
Es entendible cuando un
torero interesa, no hay crisis que frené a la afición y público en general, sí hay que
empeñar muebles e inmuebles, vender
los trastos de cocina, se
hace, con tal ver
torear aquel torero y esto en la Sultana del Mocotíes no aconteció.
Viéndonos en este inmenso espejo andino, es hora -no sé, digo yo- de desempolvar ingenios como aquellas famosas pólizas llamadas “clubes del hogar”, con
sorteos de electrodomésticos, -hoy día serian productos de la cesta básica alimenticia- se visitaban barrios, comunidades,
urbanizaciones, haciéndolo casa por casa, jóvenes, estudiantes, profesionales y
amas de casa, eran los flamantes vendedores
de aquel famoso sistema, la primera cuota quedaba para el vendedor; por
cierto aquellos abonados seguían siendo parte activa
del vendedor que lo
visitó en su casa por primera vez y
quien seguía visitándole para
renovar dicho abono y por lo cual percibía de parte de la empresa taurina un especie de
regalía…
La plaza de Mérida,
créanlo, llegó a tener unos 6.700 abonados, San Cristóbal en los primeros años con El Lic. Hugo Domingo
Molina también fue punto de referencia con aquel sistema de abono taurino.
Si aquellos ingenios de
ogaño le agregamos lo nuevo, con el tendido
joven, cuota de entradas con descuentos para estudiantes, para los de la
tercera edad, el trato preferencial para la féminas, mejorando la presencia de los toros a lidiarse, creo que se incrementaría el apartado de
entradas…
La idea es ir
desempolvando métodos, agregando iniciativas
para ir procura de un
abono, que si bien no cubre la expectativas económicas de los empresarios, pero cubriría en parte
tanto cemento vacío de las plazas
de toros; de esta manera el público y afición volvería a las plazas, esperando los tiempos muy buenos que
revolotean a la vuelta de la esquina…
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