Una de las guardias de Honor ante el féretro del picador Rigoberto Bolívar. Foto: Comana
por: César Omaña
Director de venezuelataurina.com
San Cristòbal.- Las honras fúnebres con motivo del fallecimiento del gran torero del tercio de varas: Rigoberto Bolívar, estuvieron concurridas de colegas, representantes de instituciones taurinas, cronistas, aficionados y familiares; aún con la dificultad de la fecha: vìspera de las elecciones presidenciales. El cambio de seña, adelantando el día del sepelio inicialmente anunciado para el domingo 7/10, no fue óbice para que sus mas entrañables admiradores se hicieran presentes.
El cuerpo de Rigoberto Bolívar fue trasladado desde Rubio hasta la Plaza Monumental de Pueblo Nuevo, a donde arribó en horas del mediodía, luego de una hora de camino, seguido de una caravana luctuosa encabezada por un autobús que facilitó la presencia de sus vecinos y aficionados taurinos de sectores aledaños.
Una vez en la plaza, fue recibido como se debe: con el aplauso fuerte y prolongado que se merece el que triunfa en la Fiesta; porque nadie discute que se ha marchado la mejor vara de cualquier corrida de toros. Se procediò a rezar un rosario liderado por su comadre, quien con voz cortada por el dolor y el llanto, casi ahogando sus oraciones, pudo llevar a su término. De seguido, se acercaron a darle su adiós todos los presentes, quienes con un dejo de tristeza desfilaron para verle como dormido, tranquilo y sosegado del acoso del toro de lidia que por tantos años fue su compañero de trabajo en ruedos de Venezuela, España, Colombia, Francia, Portugal y hasta de Africa cuando fue parte de la cuadrilla de Ramón Montero "Maravilla", según nos comentó su paisano maracayero amigo William Mota el día anterior.
El cronista Eutiquio Hevia, fue quien tuvo el valor de organizar y liderar las Guardias de Honor que cuidaron del "Negro" durante esas horas en la plaza que fue su patio. Dijo el Maestro Don Víctor José López El Vito: El Negro no era negro, él decía que era beige". Eutiquio pudo hilvanar las ideas para hacer una emotiva remembranza de un amigo de mas de 40 años de trajinar por el mundo del toro; sin embargo, su voz se quebró cual niño que no contiene el llanto por vergüenza de hombría malentendida. Las guardias de honor se fueron rotando, sobrando gente ante la gran amistad que Rigoberto cultivó en esas almas que le despedían.
El sepelio se realizó en el Jardín Metropolitano El Mirador, sector Santa Rosa que se ubica a unos 30 minutos de la ciudad; allí, de nuevo sus familiares le rindieron su cariño y las mejores palabras encomendándoselo al Todopoderoso para que lo recibiera en su seno.
Ante las decenas de familiares, amigos, aficionados y colegas, quien les escribe quiso aportar unas palabras finales a modo de un homenaje mas; estuve leyendo en mi celular el escrito de El Vito dedicado a Rigoberto Bolívar tildándolo de "Hombre cabal, educado y cortés"; entonces tomé la palabra en medio del silencio que hace el llanto en la mirada y la tristeza en el alma; cuasi armado de valor, recordé a la audiencia que se despedía a un gran profesional del toreo; que muchas instituciones emitieron Acuerdos de Duelo por este lamentable fallecimiento; entonces comenzó la lectura de ese escrito que sin imaginar el Maestro Vito, serían las palabras precisas para despedir a este hombre cabal; pues nada, aunque estaba ensayado, mi voz no soportó la tristeza que se me atragantó ya en las últimas líneas al decir: "Descanse en Paz quien ha sido gloria y orgullo de la Fiesta de los Toros..."
La esposa: Eloína y unos de sus hijos, acompañaban cada instante de esta despedida.
Su amigo de cuadrilla el banderillero Diego Pèrez (izq), Gerson Guerrero (der) de la Asociación de Picadores y bnaderilleros; atrás: Pedro Navarro (Ctro) y uno de los hijos de Rigoberto (der).
La última vuelta al ruedo de Rigoberto Bolívar en la Monumental de Pueblo Nuevo.
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