General Juan Vicente Gómez, presidente de los Estados Unidos de Venezuela. Bajo su administración se sembró definitivamente la fiesta de los toros en el país. Construyó plazas de toros, fundó ganaderías para la lidia del toro criollo y realizó la importación más ambiciosa que conozca la historia de la Fiesta de los toros en América, la ganadería de Guayabita.
Foto 2: Florencio Gómez Núñez rematando con el capote en la plaza de tientas de "Guayabita")Foto: Archivos de La familia Dupouy Gómez
Foto 2: Florencio Gómez Núñez rematando con el capote en la plaza de tientas de "Guayabita")Foto: Archivos de La familia Dupouy Gómez
* Esfuerzo único en la historia del toreo en América, pues si México, Colombia, Ecuador y el Perú invirtieron tiempo y dinero en la importación de ganado de lidia, no hubo hasta la fecha un proyecto tan amplio como el que hizo la familia Gómez en Venezuela.
Por: Víctor José López "El Vito" / Fotos: Archivos de La familia Dupouy Gómez - Revista 6Toros6
Luego de muchos intentos por formar rebaños de ganado bravo con la base del toro criollo y uno que otro toro de lidia española, los hermanos Florencio y Juan Vicente Gómez Núñez decidieron importar vacas, y sementales de España. Los muchachos, como distinguían a los hijos del presidente Juan Vicente Gómez, eran muy amigos de Juan Belmonte. El trianero sabía de la afición que por los toros sentían los Gómez Núñez, y supo de sus intentos no muy serios, pero al fin y al cabo intentos que se hacían de tentaderos y selección de ganado de media casta -cruza de criollo con español-, en las haciendas de "La Providencia", propiedad los hermanos Gómez Núñez y "La Quebrada" propiedad del coronel Gonzalo Gómez Bello, hermano de Juan Vicente y de Florencio. En principio, bajo la supervisión del propio Belmonte y del rejoneador Antonio Cañero.
Más tarde con el concurso de Manuel Mejías Rápela "Bienvenida" y de sus hijos Manolo y Pepe Bienvenida, el célebre Manuel Jiménez "Chicuelo", el de la Alameda de Hércules, y toreros tan importantes como el gaditano Pepe Gallardo, el valenciano Vicente Barrera, el caraqueño Eleazar Sananes "Rubito" -compadre de don Florencio-, Pepe Amorós, José González "Carnicerito de México", Nicanor Villalta, Antonio García "Maravilla", David Liceaga y Juan Martín Caro "Chiquito de la Audiencia", entre otros, eran invitados por la familia Gómez a los valles de Aragua para que participaran en faenas camperas en la ganadería de Guayabita.
Juan Belmonte, que era muy amigo del general Gómez desde 1918, tal y como lo reseña la biografía escrita por el célebre periodista de Chávez Nogales, siendo testigo de la gran afición de Juan Vicente y de Florencio, les dijo con claridad que si de verdad pretendían ser ganaderos debían hacer el esfuerzo y traer de España una ganadería completa. Sabía el maestro lo que podían hacer los Gómez en Venezuela, que para la época remataban la construcción de la bellísima plaza de toros de Maracay, proyecto encargado al gran arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Así que el trianero junto a su íntimo amigo Antonio Cañero, en nombre del presidente de la República de Venezuela y de la familia Gómez Núñez, contactaron en Córdoba a sus amigos cordobeses los ganaderos Pallarés Delsors, quienes habían puesto en venta su ganadería.
Los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez. Foto: Archivo Hnos. Dupouy Gómez
Aquella vacada de los Pallarés procedía de la línea que en 1825 fundó el canónigo Diego Hidalgo Barquero con reses de Giraldéz -origen Cabrera- que cruzó con reses procedentes del conde de Vistahermosa y dos toros de Juan José Vázquez. Varias estaciones vivió la ganadería hasta llegar a manos de los hermanos Pallarés.
En 1841 el canónigo vendió una parte al jerezano Joaquín Barrero. Lidiando Barrero a su nombre, porque Hidalgo Barquero se reservó hierro y divisa. En 1886 Barrero vende ganadería y divisa -blanca y encarnada- a Juan López Cordero y este a José Antonio Adalid, quien lidia a su nombre en Madrid en 1874. Esta vacada llega a manos de Carlos Otaolaurruchi en 1896, y de éste pasa a ser propiedad de José Domecq en 1910. Domecq le agrega vacas de Surga, encaste de Vistahermosa y sementales procedentes de la ganadería de la marquesa de Tamarón. José Domecq muere en 1922, y su viuda vende a Antonio Peñalver, que a su vez le vende en 1929 a los señores Luis y José Pallarés Delsors, de Cabra, Córdoba. Los hermanos Pallarés lidiaron por primera vez a su nombre en Madrid, la tarde del 12 de julio de 1931, en la corrida de la presentación en la capital española del orfebre tapatío, Pepe Ortiz, uno de los más fecundos creadores de suertes mexicanos.
Juan Belmonte y el rejoneador y militar Antonio Cañero eran muy amigos. El cordobés Cañero fue pionero del toreo a caballo y actor de cine y capitán de Caballería en España. En Maracay Cañero creó la yeguada militar, y fue quien diseñó el Hipódromo de la ciudad.
Belmonte y Cañero, que eran próximos de los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez, por la intimidad que tenían con su padre el general Juan Vicente Gómez, muy amigos todos, hicieron contacto con los señores Pallarés Delsors. Los hermanos Luis y José Pallarés vendieron a los venezolanos hermanos Gómez Núñez 180 vacas 12 toros padres, una corrida de toros y unos añojos. Junto a este grupo vinieron 25 vacas, con el hierro de Gamero Cívico como un regalo de Belmonte a los hermanos Gómez, y un toro de Miura que estuvo padreando en Guayabita. El trianero hacía poco que había comprado ganado de Gamero para mejorar su ganadería, que había fundado con reses de Campos Varela.
"Belmonte, les dijo a los hermanos Gómez Núñez que si de verdad pretendían ser ganaderos debían hacer el esfuerzo y traer de España una ganadería completa. El trianero, junto a Cañero, contactaron con los ganaderos cordobeses Pallarés Delsors, que vendían la ganadería"
El ganado embarcó en Cádiz en el buque alemán Magdalena y cruzó el Atlántico hasta el puerto de Turiamo en las costas del estado Aragua. A la sazón desde donde, según relato de Ramón Martínez Rui, esposo de doña Cristina Gómez Núñez, hermana de Juan Vicente y de Florencio, a toda la ganadería la condujeron hasta las sabanas aragüeñas de Turmero vaqueros cordobeses y sevillanos, hasta la finca de Guayabita. Al frente de estos conductores del ganado de Pallarés estuvieron Antonio Pedroza Romero, conocedor de la ganadería de Gamero Cívico, que fuera convencido para este viaje por Belmonte y Cañero. También viajó un hondero de la ganadería de Miura de nombre Juan Jiménez "Sardina", al que conocían mucho Belmonte y Cañero, y que sabían que sería de gran utilidad para la formación de la ganadería y del personal idóneo en el manejo de ganado.
Sardina estuvo con el ganado hasta después de la muerte del general Gómez. Este hondero de Miura no conoció el catre o la hamaca. Siempre durmió en el suelo. Sobre una tela que durante el día le envolvía como una faja. Dentro de la faja, colocaba piedras que con inusitada destreza utilizaba con su honda. Preparó varias yuntas de bueyes, animales tan bien domados que cuando pasaban por la iglesia de Turmero se arrodillaban, impresionando a todo el que tuvo el privilegio de verlos. El ganado español llegó a los valles de Aragua en 1933. Cincuenta machos llegaron a "La Providencia" y las hembras a "Guayabita".
La ganadería de Guayabita, cuyas reses estaban herradas con el 19 y sus colores eran el rojo y el gualda, en homenaje a la nación española, no llegó a lidiar bajo la administración de los hermanos Gómez, aunque sí se tentaron sus vaquillas durante años, en una plaza construida en la finca donde estuvo el ganado hasta mucho después de la muerte de Juan Vicente Gómez.
A la muerte del general y presidente de la República, Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935 en Maracay, tomó las riendas de la ganadería el Banco Agrícola y Pecuario por orden de la presidencia de Venezuela a cargo del general Eleazar López Contreras, Ministro de Guerra y Marina en la administración de Juan Vicente Gómez.
Ya Antonio Pedroza Romero y el hondero Juan Jiménez, "Sardina" se fueron de Venezuela. Habían abandonado España casi a la fuerza, por el poder de la amistad que tuvieron con Belmonte y Cañero, quienes conociendo los problemas existentes en el campo para el manejo del ganado bravo, se habían convertido en fiscales de la siembra del toro de lidia en Venezuela.
Lo convulso de la situación política a raíz de la muerte del general Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935 dejó huérfana de mayoral y de vaqueros aptos a la ganadería. El Banco Agrícola, su gerencia, un grupo de hombres ayunos de los más elementales conocimientos de la ganadería brava, contrató al banderillero Manuel Fernández "Carrerito" para que se encargara de Guayabita. Bastaron su origen andaluz y su profesión de banderillero aventurero como credenciales para darle las riendas de Guayabita al famoso Carrerito, quien por muchos años hizo y deshizo en la ganadería.
Los toros que vinieron como pie de cría, con las vacas de Pallarés Delsors y de Campos Varela, se lidiaron sueltos y en corridas completas, como la de 12 de marzo de 1938, cuando reapareció en el Nuevo Circo la torera madrileña Juanita Cruz, en corrida mixta con los matadores de toros Carnicerito de Málaga y Chiquito de la Audiencia. Juanita tenía prohibido actuar en España, donde antes de la Guerra Civil tuvo destacadas actuaciones. Aquella corrida que se anunció como de Guayabita, antes Pallarés Delsors, le sirvió a Juanita para lograr un triunfo memorable, pues cortó tres orejas y un rabo, mientras que sus alternantes fueron abroncados toda la tarde. Hay que destacar que Juanita Cruz sorteaba con sus compañeros, rechazando galanterías de los matadores de toros, que como caballeros insinuaron acceder a que la matadora tuviera preferencia por algún toro en particular.
La primera corrida de toros nacidos en Venezuela, algunos de ellos llegados en el vientre de las vacas de Pallarés en 1933, se lidió el 19 de septiembre de 1939. En el cartel, la reaparición en Caracas del regiomontano Lorenzo Garza "El ave de las tempestades", mano a mano con Félix Rodríguez. Los seis toros fueron nombrados "Atrevido", "Clavellino", "Lunarito", "Perdigón", "Chaparrito" y "Castellano". Garza destacó en el tercero, al que le cortó la oreja. Los toros, bien presentados, cumplieron en varas pero al final de la lidia desarrollaron sosería. Antes se habían lidiado toros de Pallarés en distintas plazas, como ocurrió en el Nuevo Circo de Caracas y en las Arenas de Valencia, donde se lidiaron varios toros sueltos en los mismos encierros con ganado de media casta o criollo.
Bajo la administración del Banco padrearon en tierras de "Guayabita" toros mexicanos, reses que venían para corridas de toros y se reponían en los potreros de "Guayabita". Eran toros que escogía el mayoral de la ganadería, Antonio Villa "Villita", para cubrir las vacas andaluzas.
En el año de 1951 administraba la ganadería el señor Adolfo Malavé, quien la había adquirido del Banco Agrícola y Pecuario. Malavé compró toros procedentes de la ganadería de Joaquín Buendía, como sementales. Uno de ellos, marcado con el número 53, dejó descendencia. Los otros murieron. El mismo Malavé aprovechó la estancia en Venezuela de algunos toros de Miura, que fueron lidiados más tarde, para cubrir las vacas guayabiteras. En manos del gobierno y de la administración de Malavé, Guayabita mermó en número de cabezas de ganado, hubo un total descontrol en las montas. Aquel galimatías pasó a manos de Abraham Malavé, hermano de Adolfo pero con más sentido taurino. Abraham compró la ganadería en cuatro millones de bolívares, un poco más de un millón de dólares para la época. El Banco Agrícola y Pecuario tuvo bajo su administración la ganadería desde 1936 hasta 1952, que fue cuando la adquirió Adolfo Malavé. Abraham Malavé firmó los papeles de propiedad de la ganadería el siete de febrero de 1958, y contrató en Utrera (Sevilla) al mayoral Francisco Pacheco, quien fuera vaquero de la ganadería de Juan Belmonte. En el registro de la ganadería, al comprarla Abraham Malavé se censaron 500 cabezas de ganado. Cuatrocientas vacas y 100 machos, entre toros, novillos y becerros. Bajo la administración de Abraham Malavé la ganadería cambió su divisa gualda y rojo al de blanco y rojo y el hierro dejó de ser el número "19" para convertirse en una "G". Con Abraham Malavé comenzaron a llevarse libros de notas de las tientas, con una retienta de todas las vacas de la ganadería a cargo del matador de toros Joselito Torres y del picador José Lobato "Jerezano", radicado en Venezuela a raíz de la Guerra Civil española. Y tentaderos bajo la supervisión del mayoral Francisco Pacheco, con la participación de Luis Sánchez Olivares "Diamante Negro", Joselito Torres y César Girón, entre otros toreros.
"Además de las ciento ochenta vacas y doce padres que compraron a los hermanos Luis y José Pallarás, Juan Belmonte regaló a la familia Gómez Núñez otras veinticinco vacas de Gamero Cívico y un toro de Miura, que estuvo padreando en la ganadería de Guayabita"
Un autobusero en busca de una ruta
Más tarde, a principios del decenio de los años sesenta, el empresario de autobuses Julio García Quintero se convirtió en propietario de la ganadería. Transacciones e incumplimientos de pagos por parte de Malavé, hicieron que éste perdiera el ganado. García Quintero trasladó las reses de la finca aragüeña de "Guayabita", enclavada en la vecindad de la población de Turmero, a las tierras de Yaracuy, en la finca de "San Antonio".
Julio García construyó una placita de tientas y puso el rebaño de ganado bajo la supervisión del picador mexicano Miguel Gil "El Charro", quien por mucho tiempo actuó como mayoral y administrador de la ganadería. Mientras Guayabita fue propiedad de Julio García Quintero, éste mantuvo estrechos lazos de amistad con Cayetano Pastor, quien de joven fue novillero y de toda la vida estuvo muy ligado a la fiesta de los toros en Venezuela. Entre muchos aspectos pintorescos recordamos a Cayetano, como torero, por su capote de paseo que cubría su temo nazareno y oro viejo con la imagen de Juan Belmonte. Pastor organizaba espectáculos taurinos en plazas nacionales, formó una ganadería con vacas criollas y toros de lidia, lo que se conoce en Venezuela como "media casta". Cayetano era propietario de una cuadra de caballos y fue representante de toreros en Venezuela. Además, fue el principal promotor de las corridas de toros mexicanas en Venezuela. Es decir, todo un hombre de negocios taurinos que tuvo gran influencia en García Quintero, al extremo de destinar algunos potreros de la finca de San Antonio para las reses que de México y Colombia traía a Venezuela Cayetano Pastor. Esas reses, muchas de ellas procedentes de los más diversos hierros mexicanos, padrearon las vacas de Guayabita. Allí estuvieron berrendos de Santo Domingo, jaboneros de San José de Buena Vista y de Xajay, colorados de Anacleto López, cárdenos de Reyes Huerta y quién sabe qué diferentes procedencias se cruzaron sin discriminación y criterio con aquellas descendientes de las vacas andaluzas de Pallarés y de Gamero Cívico. Todo sin testimonio de registros.
Un gran paso se dio en 1969, cuando Julio García Quintero decidió venderle al criador hípico Luis Morales Ballestrassi la finca y su ganado de Guayabita. Lo primero que hizo Morales Ballestrassi fue retentar toda la existencia vacada y comprar, en 1970, a la ganadería Las Mercedes, de Colombia, el novillo "Tinterillo", que había sido indultado en la plaza de Caracas, para utilizarlo como semental. También adquirió en la ganadería de Tarapío un toro de Vistahermosa de nombre "Don Marcos". Sin embargo, el cambio más importante en esta ganadería se realiza cuando Morales adquirió en Portugal vacas y sementales a la ganadería de Palha Bronco. Importante porque desde que fuera adquirida la ganadería a los señores Pallarés del Sors en Cabra (Córdoba), por los señores Gómez Núñez, nunca antes se había definido una línea ganadera a seguir por parte de sus propietarios. Este evidente maltrato provocó al inteligente periodista Oswaldo Pérez Esteves, bautizar a Guayabita con el nombre de "la ganadería de ü'iste destino". Fue una reacción en un momento de justificado enojo de aficionado, porque veía cómo desbarataba a ignorancia un gran esfuerzo por formar una buena ganadería.
A pesar de todas las calamidades a que la ignorancia e inconsciencia sometieron a su generosa sangre, Guayabita fue capaz de sembrarse en el surco de otra ganaderías, como era el caso de Los Aránguez, que nacía de las vacas guayabiteras en los valles caroreños de Los Caballos y Copacoa, la misma época en que Morales retentaba el rebaño de Guayabita, de lo que nos quedaba de Pallarés en Venezuela.
Luis Morales fue un exitoso criador del purasangre de carreras. Ha tenido la suerte de sentir la prolongación de sus triunfos en la hípica, en los logros de su hijo Carlos, un preparador de grandes triunfos en La Rinconada, durante varios días en la "Hacienda San Antonio", de Yaracuy. Mañana y tarde se tentaron vacas y becerras. Las vi mansas, como en todas las ganaderías del mundo; pero también las había de una bravura y de una nobleza que pocas veces he visto en otras vacadas. Carlos Martínez, Jesús Salermi y Rafael Ponzo, quien por primera vez en su vida toreaba ganado bravo, hicieron el largo y laborioso tentadero. Luis Morales conversaba e intercambiaba ideas con todos. Descubrimos en Luis a un hombre de un criterio muy firme y de una inteligencia sumamente aguda. No se casaba con lo que veía. Discernía y comprobába las que ver con los ojos, pesaba y juzgaba con la razón, todo lo que sucedía.
Luis Morales y su intento
Cuando Luis Morales llegó a la "Hacienda San Antonio" encontró una selva tupida, impenetrable, donde crecían como animales salvajes las reses de Guayabita. No había otra cosa en "San Antonio" que abandono y desorden. Me contaba Luis Morales que había que meterse a pie en la montaña, con lazos, para cazar las vacas y lazarlas. El ganado era parte de la fauna de las tierras de la finca. Incluso, muchas reses se habían escapado de los linderos de "San Antonio". Había ganado con mucha edad sin herrar. La casa apenas podía sostener el techo de zinc. El calor era infernal. Los mosquitos y otras plagas nos azotaban de noche. Las lluvias torrenciales hicieron intraficable los caminos y, para salir de "San Antonio", tuvimos que atravesar la finca de un general retirado, cruzar unos desfiladeros por unos puentes hechos de rieles de trenes , donde nos jugamos en serio la vida.
La última vez que visitamos "San Antonio" fue con Curro Girón. Encontramos cambios profundos. Potreros muy bien delimitados. Vaquerías que producían suficiente leche y caballerizas que guardaban hermosos ejemplares. Se habían sentado las bases para desarrollar una finca moderna y se construía una plaza de tientas muy lujosa. También se proyectaba una gran casa, con puertas de finas maderas, labradas, con ventanales protegidos con hierros forjados muy hermosos. Casa de amplias habitaciones para el dueño y su familia, que se refrescarían con aire acondicionado, y donde la tela metálica impediría que zancudos, moscas y mosquitos entraran y molestaran.
"El Papa Negro, sus hijos Manolo y Pepe Bienvenida, el célebre Chicuelo, Pepe Gallardo, Vicente Barrera, Carnicerito de México, Nicanor Villalta, Maravilla, David Liceaga, Chiquito de la Audiencia... eran algunos de los matadores invitados a las fiestas camperas de Guayabita"
Cuando los ganaderos venezolanos pertenecientes a la Asociación de Criadores se unieron para importar ganado de lidia de España y de Portugal, Luis Morales adquirió de los señores herederos de Carlos y Francisco Van-Zeller Palha, representados por Alvaro Van-Zeller, los toros "Pinilho" y "Napolitano" entre los cuatro sementales comprados y siete vacas de esta histórica ganadería portuguesa de Villa Franca de Xira. Más tarde, en una segunda importación, adquirió los toros "Negrito", "Campareto" y "Habilidoso", también traídos a Venezuela desde Portugal.
La ganadería de los señores Van-Zeller Palha, es una de las más antiguas del mundo. Data su antigüedad del cuatro de noviembre de 1883. Fue creada en 1875 por José Pereira Palha Branco, ganadero de Villa Franca de Xira, con vacas de la marisma portuguesa, que cubrió con el toro "Guitarrero" de la ganadería sevillana de Fernando Concha y Sierra. Buscando la leyenda del terror, José Pereira adquirió en 1884 tres sementales a Antonio Miura, que ya para esa época tenía cartel de terrorífico entre los taurinos. La operación de agregar sangre de Miura a la ganadería de Palha Branco fue repetida en los años 1886 y de 1888. José Pereira Palha Branco puso a las vacas toros de Concha y Sierra, y en 1896 aumentó la ganadería con vacas preñadas de Jacinto Trespalacios, un semental, del Duque de Veragua y vacas de Rafael Molina "Lagartijo". José Pereira Palha falleció el 9 de julio de 1937, a los 83 años de edad, luego de sesenta y dos de ganadero, de haber formado un tipo y un estilo dentro del toro de lidia. La ganadería fue heredada por sus nietos, Carlos y Francisco Van Zeller Palha, quienes en 1943 adquirieron una punta de vacas de la también ganadería portuguesa de Pinto Barreiro y un semental de Juan Belmonte.
Dicen que lo antiguo de Palha Branco, lo que formó José Pereira Palha, nunca ha sido mezclado con la ganadería, que con vacas de Pinto y que los sementales de Parladé formaron sus nietos . Sin embargo, es bueno observar, cosa que resalta en la descripción de los ganados en las crónicas antiguas, que los viejos toros de Palha, procedentes de Miura y de Concha y Sierra, eran toros de pelos muy variados como son los berrendos, alunarados, cárdenos y colorados, mientras que los toros modernos son negros o castaños. Digo esto porque debemos notar la inoperancia del pelo negro zaino en los toros de Guayabita procedentes de la ganadería de Palha, siendo muy raro ver pelos distintos al negro.
En manos de Luis Morales la ganadería revivió, por lo menos en presencia en los carteles de la temporada nacional. Morales invirtió dinero en las instalaciones, mantuvo el ganado y trabajó con ahínco. Los cambios notables comenzaron a percibirse a mediados del decenio de los años setenta, siendo la de 1977 la temporada en la que comenzó a verse el esfuerzo de Morales cuando Guayabita envía 17 reses a las plazas nacionales. Se produjo un notable incremento en los años ochenta, cuando en 1980 la ganadería ocupó el segundo lugar entre las ganaderías venezolanas por el número de reses lidiadas (36) en plazas nacionales. Sería una posición sostenida durante los ochenta, e incluso en 84 fue la ganadería que más reses lidió con 62.
La muerte prematura de Luis Morales Ballestrassi dejó en manos de sus herederos el triste destino de esta ganadería, la más importante que llegara a Venezuela en su historia, aunque la más maltratada.
Video: Historia Ganadería Brava en Venezuela
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