Con todo y las diferencias que puedan existir entre los diferentes actores de la fiesta taurina, es el momento de actuar unidos, con prudencia, pero con fortaleza.
por: Santiago García Jaramillo - COLOMBIA.- Opinión - Burladero América / Colombia /
Desde que recibimos la noticia de su visita a esta tierra, donde la libertad, la legalidad y el orden vienen siendo cercenados por la arbitrariedad de un alcalde pasajero, no hemos hecho más que llenarnos de regocijo, en esperar los mejores frutos de su visita.
No quisimos dejarlos solos, así como Ustedes nos han acompañado, queremos nosotros darles las gracias y por ello tendremos ese día una cita, para junto con los capotes y muletas, en una clase de toreo de salón, que esperamos esté llena de niños y jóvenes unamos nuestras voces en una causa común: la libertad taurina, y el respeto de la ley en Bogotá.
La Bogotá que encontrarán tristemente no es la misma que vieron muchos de Ustedes cuando pisaron en místicas tarde el sagrado ruedo de la Plaza de Santamaría, hoy profanado por el populismo que compara un arte tradicional y centenario con los viles asesinos de Auschwitz. Esta Bogotá no sólo ha perdido la esperanza, sino que en silencio –salvo contadas excepciones- se resigna a que le coarten su libertad.
La Bogotá taurina que Ustedes encontrarán, les podrá resultar curiosa: por un lado una afición triste, y con algo de desesperanza, pero que se une entorno a su visita, y que no dudará en aunarse a la gesta legal que hasta ahora ha liderado UNDETOC y la Corporación Taurina de Bogotá. Encontrarán también grupos de jóvenes, que quieren mantener la fiesta, y que empiezan a levantarse ante la arbitrariedad, pero por otra parte, escucharán bien sustentados rumores, de oportunistas, que aprovechándose de esta coyuntura están dispuestos a negociar su alma, y realizar el nefasto pacto con el diablo de dar corridas sin pica, sin banderillas, y sin muerte, insultando a la afición, con el fin de meterse unos pesos a su billetera. Encontrarán toreros alegando su derecho al trabajo, defendiendo la Plaza que todo les dio, entregando hasta la última gota de su cansancio por la libertad taurina y brillarán por su ausencia otros, de sangre colombiana, que le deben su vida a Bogotá, y que no han encontrado mejor excusa a su silencio, que la imposibilidad de postergar compromisos. El silencio también es complicidad.
Encontrarán una prensa taurina, unida, que en su gran mayoría ha dejado atrás diferencias personales entre sí, con la empresa y con los toreros para luchar por el objetivo de común de salvar la Plaza de Santamaría. Sin embargo, esta prensa debe ser prudente en estos momentos borrascosos, ¡que daño se hizo al iniciar el año con cartas abiertas que parecían secundar las ideas de Petro, y que corrieron por los más autorizados portales!, ¡que nefasto fue hablar a la ligera en entrevistas con el alcalde, que aceleraron aún más la despótica decisión!. A la prensa taurina, y los forjadores de opinión taurina, nos queda hoy una responsabilidad: luchar por la integridad de la fiesta, por hacer cumplir la Ley, esa que dice que en las Plaza Permanentes de Colombia, como Bogotá, no se requiere permiso de la autoridad local para los espectáculos taurinos, nunca promover que esa decisión caiga de nuevo en manos de autoridades unipersonales, ni de concejos municipales que suelen hacerle el juego a estos personajes. Somos una minoría protegida por la ley y la Corte Constitucional, esa es la realidad a defender.
Apreciados Maestros ¡GRACIAS! Desde lo profundo del alma, del corazón que late por la fiesta taurina. Sin duda la visita que inicia este domingo con la corrida en Manizales, sólo dará buenos resultados, unirá a la afición y nos llevará a seguir dando todo por la fiesta que amamos, desde los tendidos, la prensa y los ruedos. Con todo y las diferencias que puedan existir entre los diferentes actores de la fiesta taurina, es el momento de actuar unidos, con prudencia, pero con fortaleza.
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