que te pesque un toro quedándote quieto, lastimoso es que te pesque yéndose para la cola.
por: Jesús Araujo “CASTOREÑO” - blog Círculo Bienvenida SC Mérida
¡Crúzate… crúzate!, es una palabra muy común que se oye en el callejón de una plaza los días de corrida. En el toreo, apreciado lector, uno de los secretos para que los toros no “pesquen” al torero es cruzarse; pero, ¿Qué es cruzarse?
En los días en que la pasión torera nos invadía el alma y nos servía de sangre para vivir, experimentamos tantas cosas que no se olvidan; pertenezco a una generación de novilleros que teníamos que vernos las caras con los “moruchos”: Incómodas reses de exagerado peso, pues los carniceros pedían kilos para su beneficio. Toros con astas como alces, calibraban la valía de los novilleros provincianos en Venezuela; de ahí, la entrega y valentía de estos hombres de luces.
En el toreo, amigo lector, las cosas no son fáciles. Al estar delante de la cara del toro, con la muleta planchada, las zapatillas clavadas, el corazón palpitando acelerado, y la ilusión rondando, el que tiene que resolver la situación es el torero; pero, para lograr esto debe dar un paso al pitón contrario cuando está en la media luna de los pitones; y aquí viene el detalle, el pitón izquierdo hala y el derecho empuja, convirtiéndose esta posición, en una rebotante fuerza difícil de realizar.
Por eso, para aliviar la presión, hay que adelantar la pierna, citar, pegar el muletazo y volver a la posición inicial, quedando frente a frente toro y artista, dándole paso al “ligue” para lograr las tandas, entrega llamada comunión de bravura y valentía.
Rebotante es el cruzarse, y vertiginoso el quedarse quieto, la vertical enhiestud exige nivel pensante; pues si no lo hay, el torero no podrá quedarse quieto, y todo torero que aprende a torear, practica la vertical sin apuros porque sabe lo que hace; el que no asimila la lección y no aprende, será siempre un torero torpe, ajeno a detalles y pellizcos plausibles.
La grandeza del oficio radica ahí: en “saber” quedarse quieto; recordemos que los toros no perdonan, ellos saben para qué tienen los pitones, no conocen de clemencia ni de perdón y cuando cogen, cogen.
Qué gratificante es vestirse de luces, cómo alimenta la grandeza; por eso, estas didácticas letras van dirigidas a todos aquellos que sueñan con ser toreros…Una filosofía: que te pesque un toro quedándote quieto, lastimoso es que te pesque yéndose para la cola, mírate los pies, tienes principescas zapatillas y rosadas medias señoriales atalayadas por un hermoso lazo negro, quédate quieto…crúzate…crúzate.
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