Fue un torero de los pies a la montera. Foto: Archivos Eutiquio Hevia
por: Eutiquio Hevia P.
Cronista e historiador.
Se nos marchó un torero sin decir ¡Adiós!
Hace unos días supe la ingrata noticia del fallecimiento de un hombre que militó en la filas de los Subalternos por muchos años (más de 30); las exequias fueron en el mes de octubre, en la “Ciudad Pontálida”: Rubió, allá en el Municipio Junín, de nuestro Estado Táchira, donde se había radicado desde hacía ya algunos años.
Era nativo de San Cristóbal; su madre se llamó Isolina (v) de Baralla; sus comienzos fueron como mozo de espadas y con una afición que no le cabía en el cuerpo; con el correr del tiempo decidió ingresar en la fila de los de plata, se puso a entrenar y logró ingresar en la Unión de Picadores y Banderilleros que lideraba para ese entonces Rafael Cavalieri. "Barajita" fue excelente subalterno y eficiente con el capote, actividad que desempeñaba muy bien y que le valió para ser incluido en todas las ferias del Táchira; ya era un hombre octogenario cuando ocurre su fallecimiento y estaba bien conservado. En su vida diaria, fue un excelente pintor y carpintero que sabia desempeñar esas labores con mucha técnica.
Hoy como homenaje póstumo, van estas líneas para el recuerdo de quienes le tratamos y compartimos en la Fiesta Brava, y para que las nuevas generaciones sepan que este personaje fue un torero de los pies a la montera...
¡Paz a su alma!
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