24/10/11

"Antoñete" para siempre


El coso de Las Ventas de Madrid fue su casa y su plaza. Así quedó para siempre…

* Ninguno como el maestro madrileño para resumir el toreo puro, templado y ortodoxo.

por: Jesús Ramírez “El Tato”

Pocos toreros han ostentado la representación de Madrid como Antonio Chenel “Antoñete”, fallecido el pasado sábado 22/10 a los 79 años en el hospital “Puerta de Hierro” de la capital española de una bronconeumonía que había obligado su hospitalización desde el pasado martes.

La historia vital del famoso diestro es como un guión novelado para el deleite y las lágrimas de varias generaciones de espectadores. Vida bohemia, bellas mujeres en la vida del torero triunfador, dinero y grandes coches y luego sin dinero y sin contratos, separado de su mujer Pilar López a la que dejó todo para sus hijos, saliendo de la casa con lo que tenía puesto.

Las cosas se le torcieron tanto que acabó por perder la confianza en sí mismo. Llegó a pensar que la situación no tenía remedio y casi da por concluida su carrera con tan solo 33 años, los que llegó a cumplir Jesucristo. La idea de hacerse banderillero, -suerte que nunca practicó,- se la quitó el padre de Juan Mora, quien le proporcionó varios festivales para que los empresarios volvieran a fijarse en ese pedazo de torero que se esfumaba entre nostalgias y pocos amigos.

Su cuñado Paco Parejo se volvió a meter en el destino de “Antoñete” y le consiguió una corrida en Madrid de una divisa desconocida entonces, Félix Cameno y con un cartel que nada decía, Pepe Osuna y “El Estudiante”. Dos orejas y una gran faena le hacían sentir que no tendría necesidad de aprender a banderillear para hacerse subalterno.

Luego vinieron muchos triunfos de categoría en Madrid cuando le ofrecieron dos corridas, la buena de Felipe Bartolomé con “El Cordobés” y la mala de Osborne con Fermín Murillo y Victoriano Valencia, con la mala, tocó el cielo y la gloria, sí, fue con el famoso toro blanco.

La leyenda se proyectó para siempre con la perfección técnica y arte casi celestial, conocimiento del toro y de la lidia y el sentido del temple. Otros altibajos, varios retiros y retornos y “Antoñete” ahí….en el recuerdo de los mejores toreros.

Venezuela fue su oasis. De España se vino derrotado y se encontró amigos como la familia Branger y el aficionado práctico Jesús Nieves que lo puso en un festival de figuras en el Nuevo Circo. Dos alternativas concedió en Venezuela, la de Arturo Magaña y Ruiz Torres; también indultó un toro de “Bellavista” en Margarita.

Ha sido “Antoñete” un torero de época, ante el cual siempre confieso mi admiración y mi anécdota. Nunca he sido aficionado de tomarme fotos ni pedir autógrafos a toreros. Pero con el maestro madrileño fallé y utilice al amigo César Dao para tal propósito en el hotel Intercontinental de Valencia, pero con tan mala suerte, que cuando el antoñetista Dao me devolvió el apunte al carboncillo de Canito con un una media verónica del maestro decía: Para Juan Ramírez con aprecio. Así lo conservo.

“Todos los toreros morimos soñando que vamos a volver a torear, porque nos llevamos a la tumba la faena perfecta”. Antonio Chenel “Antoñete”

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