* Una de las gratas actuaciones de la temporada taurina 2010
por: Jesús Ramírez “El Tato”
La temporada taurina de este año tuvo interesantes facetas. Muchos toreros en la parrilla de salida pero pocos con el aliciente de la novedad.
En cambio hubo interesantes campanadas de alerta con toreros que no se han retirado, que siguen en el puesto de vanguardia y dieron el paso adelante para sorpresa de muchos.
Uno de ellos fue “Luis de Aragua”, quien se preparó en el campo bravo mexicano, para una reaparición convincente el 31 de octubre en la maestranza aragueña, a menos de un mes, que le habían reconstruído parcialmente la cara con titanio, por un terrible percance en una ganadería. Su actuación no fue de orejas por culpa del acero, pero dejó abierta la expectativa de los aficionados con un retorno apto para compromisos feriales.
Luís de Aragua no vino con quites ni muletazos de su invención, solo vino con la firmeza y serenidad de sus conocimientos, que tuvieron su máximo clamor en los bajos de sombra, con naturales que marcaron el ritmo de su corazón con temple y donosura. Algo excepcional tuvieron que han sido tan comentados: temple, armonía, distancia y colocación. Fueron muletazos de confusión, sí, porque no se sabía que preponderaba más si la sabiduría o la inspiración. Son esos muletazos que calan más entre los aficionados que dos orejas.
Luís no ha parado los entrenamientos y subiendo a diario los cerros del castaño, aguarda el nuevo año para regresar a México sin perder la ilusión de volver al país a ocupar el lugar que su maestría y profesionalismo le tienen reservado.
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