*** En la antesala a la Navidad y Noche Buena, ha sido su propia aula de clases, Monumental plaza de toros de Mérida, donde se observó un excelente nivel entre niños y niñas con su sueño toreril.
Nada más bello dentro del arte de la tauromaquia que ver y observar de cerca un afán interminable por verse en una vitrina capote y muleta en mano. La Escuela Taurina del Municipio Libertador (Mérida) cuenta con ese gusanillo menor que con ser un número mayor deja ver qué con cifras menores también se siembra el futuro.
Entre lunes, miércoles y viernes se dan cita los chavalitos y sus padres o representantes a partir de las dos o tres de la tarde con su Director Carlitos Rosales, aficionado hasta la médula, ex miembro de comisión Taurina, comerciante tovareño residenciado en la capital emeritense con su"regalo musical" y vaya regalo el que viene ejecutando con su equipo de máximos colaboradores e instructores: Don Luis Quintero, Mauro Pereira, el eterno artista del pincel y obviamente torero de plata Kike Torres y paremos de contar los buenos oficios de aficionados que vienen apoyando este esfuerzo por la Escuela Taurina del Municipio Libertador, Mérida.
Los profesionales de los medios de comunicación hemos sido testigo durante los 365 días del año que los niños y sus ansiados sueños permanecen intactos y no en vano el apoyo por parte de instituciones en el caso de Coremer, Empresarios Taurinos, etc.
Dice el viejo refrán que "soñar no cuesta nada" y es lógico que cuando se tiene apoyo, los sueños cobran fuerza, viento en popa y contra todos los pronósticos.
El mejor regalo de Navidad y Año Nuevo es poder saber que los profesionales del Derecho logren luz verde ante los tribunales de menores y así poder cumplirle a esos niños que quieren ver a sus ídolos en el ruedo de su patio de enseñanza, la Monumental plaza de toros Román Eduardo Sandía; o en su efecto, cualquier otra plaza venezolana.
Hoy día es la autopista de la información la que sirve de trampolín para que cualquier menor, niño o niña, vea a sus ídolos europeos y americanos, torear a su imagen y semejanza sin verse obstruido por supuestos trastornos mentales. Es hora del dictamen definitivo: Los niños son un futuro para el arte de la tauromaquia.
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