11/12/22

Mérida: “Construcción plaza de toros se paraliza, no hay “cobres” para pagar la próxima quincena”

Del cofre taurino de la época, aparece en la primera fila de blanco, Luis Gandica Villareal, a su lado, Miss Bicentenario, también aparece entre otros los doctores Oscar y German Briceño Ferrigni, Don Virgilio Angulo Mata, última fila a la derecha Don.  Juan Fernández Moreno “Morenito de Málaga”,  en la primera fila con gafas negras, el periodista Abelardo  Raidi, arriba a la izquierda de guayabera blanca Don. Antonio Aragón y debajo de Juan Calvo, de lentes oscuros, el periodista de la AP - F. Archivo. G. Cegarra.

Primera parte.

*** A los 55 años de haber sido inaugurada, desempolvamos algunas vivencias del ayer, que adormitaban en baúles del recuerdo y en apuntes recabados de los fundadores, protagonistas, hacedores de la plaza de toros de Mérida

Por. Freddy Ramírez “Garapuyo” 


La historia está escrita e imposible pretender cambiarla, tergiversarla, ahí están los archivos, hemerotecas, bibliotecas abultadas de libros, revistas, documentos, hojas sueltas, periódicos, hombres y mujeres que permanecen en la senda terrenal que dan fe de aquellas vivencias, recordando lo de Gabriel García Márquez, maestro de las letras y mejor taurino,  “vivir para contarla”.

Anécdotas de recuerdo, que por la importancia en el tiempo son sobrados acontecimientos de gran categoría e inéditos, que de forma especial sin mayor rebusque de palabras, iremos contando y resaltando,  así como aquellas personas que hicieron posible, la gestación y construcción de la Plaza de Toros, que  hoy día  “sobacos ilustrados” de letras de verbo muy adornado, minimizan y deslastran a unos, para protagonizar y resaltar a otras sin figura resaltable, en lo que fue la construcción del coso taurino, su primera feria y sus corridas de toros mañaneras, momentos cruciales vividos en el último trienal de la década de los 60, que se irán agregando a la cronología de la Plaza de Toros:  

Serían las 10 am, de aquel viernes lluvioso del 27 septiembre de 1967, cuando en el eje central de todo cuanto acontecía en la organización de las dos corridas de toros de la  primeria Feria de La Inmaculada. El Dr. Oscar Briceño Ferrigni, quien era  abogado de Luis y apoderado de la  empresa taurina, en aquella legendaria oficina, al segundo repique, se ponía al teléfono, era nada menos que el Ing. Román Eduardo Sandia, Director de Obras Públicas del Gobierno Estado Mérida y Presidente del Colegio de Ingenieros, preguntando  por Luis; a los 20 minutos entra la segunda llamada, “favor, Dr. Oscar, comuníquele a Luis, que me esperé ahí en la oficina, tengo que decirle algo urgente”.

Entre tanto, el joven Luis, después de haber aparcado el mercedes Benz, plateado al lado de la línea de taxis “3 rojo” y  almorzado en el Restaurante “Sol y Sombra”, se dirigió raudo hasta la oficina que estaba en la  misma calle,  “la 22” la cual  distaba unos 50  pasos, más 20 escalones –escaleras- del edificio “Sábado,  El Dr. Oscar Briseño le comunica a Luis, el mensaje del Ingeniero Román Eduardo; en la espera el joven aprovecha para realizar algunas llamadas, entre ellas a Don Manuel Martínez Flamerique “Manolo Chopera”, accionista mayoritario  con el -61 por ciento- de la empresa taurina, donde el mencionado Luis, era su socio y a la vez, responsable de mover cada uno de hilos en cuanto a la organización y montaje de las dos corridas, con las que se inauguraría la plaza de toros; al cabo de un rato, el Ingeniero Sandia, apresurado en el andar hacia entrada, y sin mayores saludos, con voz un tanto subida de tono: “Luis, esto se j… la construcción de plaza se paraliza, no hay cobres para pagar la próxima quincena”…

Fue tal el silencio que produjo aquellas palabras, que en la pequeña sala se podía oír el tejer mañanero de una araña o el pasar de algún folio; segundos, quizás, un minuto después una voz  rompía aquel silencio, era la del referido y tan renombrado Luis, acá aparecía el  Teniente de la aviación -en retiro- Gandica Villareal de la Fuerza Aérea, componente Escolta de la aviación del Presidente de la República de Venezuela, Don Rómulo  Betancourt, con voz de mando,  palabras más palabras menos: “Yo arreglo esto, tranquilos, mañana salgo para Caracas, paciencia”… 

Luis Gandica Villareal, nacido en San Cruz de Mora, Municipio Antonio Pinto Salinas” del Estado Mérida, hombre de verbo fácil, comunicativo, emprendedor, muy social, ilusionado, que soñaba con ver la plaza de toros levantada, rebosada  de público, con, los mejores, las máximas  figuras del toreo, Manuel Benítez  “El Cordobés”, Paco Camino, Francisco Rivera” Paquirri”, Curro Girón, Julio Aparicio, César Faraco, había quedado conmovido y, no era para menos.

Cuenta Don. Luis, -apunte, tomado en una de las ferias de San Sebastián en San Cristóbal- qué al escuchar sus palabras, le vinieron todo tipo de pensamientos y a la vez pesimismo, entre ellos, un mundo de experiencias, como aquella cuando de aviador militar participó comandando uno de los tres B.25, con dos gregarios de la escuadrilla del B.40 -escuadrón de bombardeo Nu 40-, quienes estaban en Maiquetía en misión como escolta presidencial, volando hacia Barcelona, fuerza militar que repelió la insurrección militar del Cuartel Pedro María Freites, -junio 1961- o cuando en uno de esos mismos aviones modificado, apagaba un incendio en el cerro El Avila, llamas que amenazaba con achicharrar al  pueblo de Galipán… 

Como decía aquel relator de ciclismo el argentino Julio Arratcia Brica, “La experiencia no se improvisa”… y, como indica  Don. Luis: “amor con amor se paga”…

 

Continuará…

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