"Olé torero" grita eufórico este infante taurino merideño. Foto: G. Cegarra
por: Giovanni Cegarra
Grata experiencia el sentir la novel afición taurina en un niño, niña, adolescente, escucharle decir: "Cuando salen los toros, quiero verlo torear; a mí me gusta mucho los toros; a veces mi papá no me trae" y se pregunta uno ¿Dónde está entonces el trauma y daño psíquico que tanto pregonan quienes nos adversan y se amparan en argumentos incoherentes e ilógicos, para impedir la entrada de nuestros hijos taurinos a una novillada o corrida de toros?
Ricardo Jesús, todo un niño aficionado taurino merideño. Foto: G. Cegarra
He vivido en carne propia, infinidad de experiencias en este lío del toro, pierdo en la distancia del recuerdo, las mil y una cosa que he visto, oído y vociferear en el ámbito taurino; anécdotas y vivencias en nuestra Fiesta Brava, pero ninguna como la que conviví con un grupo de niños aficionados taurinos, en la VII Novillada sin Picadores celebrada la tarde del sábado 22/12 en la Monumental "Román Eduardo Sandia" de Mérida.
Va por ustedes niños aficionados taurinos. Se crispa aún el cuero cabelludo al recordar a los niños gritando "oléee torero, que bonito novillo, viva" aplaudiendo sin temor al torero y reconforma esta actitud y pasión infantil nuestra afición, nos estimula aún más a defender esta gran Fiesta de Los Toros, nuestra Fiesta Brava.
Toreros van, toreros vienen, la afición va y viene, nuestros hijos crecen, van y vienen, amando la Fiesta de Los Toros, sin trauma y daño psíquico alguno y olé.
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