24/12/12

Qué es el arte del toreo (o Feliz Navidad)

Obra Taurina de Botero. Imagen: bgeneral.com

Mensaje y Saludo de mundotoro.com - por: 24/12/2012

A diferencia de aquello que no se retiene en el tiempo, el toreo es aquello que no termina con una nueva gran faena. El lance mejorado no borra de la memoria al lance añejo. Al contrario, nace de él, de distintas muñecas, brazos, corazón y talento. El lance de Morante de Guadalajara 2012 nació en uno de Gallito en Sevilla y la muleta arrastras de El Juli pudo pensarla el mismo Gallito en la misma plaza. Ese es el toreo, la evolución sin deshechos. Ese es el gran argumento del toreo para llamarse arte. De la misma forma que el trazo de Velázquez está presente en todos los posteriores genios de la pintura, el toreo de los genios está presente en el toreo de los nuevos genios. Pero el toreo marca diferencias de tiempo y espacio.

Todo arte finaliza en algo detenido, cuadro o escultura. Menos el arte del toreo, que nunca es detenido. Aunque intente detener las velocidades del toro.

No lo es ni lo será. Incluso si no somos conscientes de ello, o si nos basamos aún en falacias descatalogadas y conceptos anacrónicos que no explican el toreo. Porque el toreo explicado no es toreo. El arte explicado no es arte. Porque los sentimientos no se explican, se sienten. El toreo es el arte de lo que se ve, pero que se retiene por la sensibilidad de recuerdo, no por crear un objeto final detenido y expuesto a la vista a lo largo del tiempo.

El toreo es el arte de lo que se mueve. Lento y a compás. Hondo, pues el toreo es la medida profunda del arte.

No existe el torero de arte, sino un torero con arte. No es cierta ya, por negar la evolución, la diferencia canónica de valor y de arte. Velázquez fue mejor pintor que artista. Picasso genial arista por encima de pintor. Pero ambos arte y valor. ¿Arte? Es sólo lo que se obtiene al ser parido y se mejora con la educación sensible del talento, que es lo que nos diferencia. Al ser humano. Al artista. Y a los toreros también. Decir que un toreo no tiene o no es de valor es como decir que unas Navidades no pueden ser tristes o quejumbrosas porque hay luces de colores en las calles. Es como decir que no se pueden reducir festejos allí donde hieren al sentido común, porque la clase política de este país haya perdido hace tiempo cinco de los cuatro puntos cardinales. Es como decir que México es menospreciable por el hecho del tamaño de su toro. O como decir que ser leal es el pedestal que nos exime de las críticas por los errores, o que ser enfermo es sinónimo de derrota.

Son tiempos en los que es fácil perder la cabeza y el corazón si no se apela al esfuerzo del talento, que reside en el alma. El miedo de estos días ocupa nuestro espacio y los seres humanos, metidos en el miedo, somos una perfecta máquina de perfeccionar maldades, errores, de abrir heridas. Desacostumbrarse a lo mal acostumbrado es de talentosos, de gentes evolucionadas. Desacostumbrarse creando, ideando, pensando, matizando, sembrando. Al toreo y al país se le da mal desacostumbrarse. ¿Por qué? Porque hicimos una fiesta de superficie inabarcable. La fiesta de toros, como el arte, tiene la forma del abrazo de un ser humano. Y creció tanto su cuerpo y cintura que abrazar se nos hizo imposible.

El gigantismo mató al arte del toreo a golpe de pliegos de condiciones y megalomanías. Y de ellas nacieron las batallas, las peleas, la falta de estructura. Igual que ese ser humano, hombre o mujer, temerosos de su proyecto, que, en lugar de aprender a desacostumbrarse, trata de no perder costumbre buscando otros amparos. Mientras practica el abandono de lo que le hizo vivir. Igual aquí.

No hagamos del abandono del arte del toreo una costumbre. No lo abandonemos, ahora más que nunca, para que nuestras ideas, juicios, temores, absolutos, cánones, dogmas, negocios… sigan viviendo por encima de las que no son nuestras. Es hora de escuchar al talento, a la sensibilidad, es hora de escuchar el sonido y el mensaje del arte del toreo, del toreo y su arte. Que nos dice que hay variar el rumbo.

Que nos dice que este arte evoluciona a través de talentos individuales, pero dentro de unas aguas fetales llamada fiesta. Colectivo. Un egoísta hoy, como ser humano, es la obscenidad más abyecta. Un egoísta hoy, en el toreo, ganadero, empresario, torero, periodista, quien vaya a su negocio por su negocio, es un gran obsceno. De aquí salimos todos o no sale nadie. Porque, si comenzamos diciendo que el toreo es el arte que se mueve, hondo, profundo, lento y a compás, quien da un tirón, un cite violento, una voz destemplada… impide que nada sea lento ni profundo. Ni acompasado. Ni arte.

Brindemos por el talento. Bridemos por el único arte paradójico del ser humano, que vive del movimiento a pesar de su intención de detenerlo.

Feliz Navidad.

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