Rivera manifestó a su entrada al coso de Pignatelli que no era el momento de hablar. Luego al despedirse no se cortó la coleta como se hablaba. Foto: elmundo.es
por: Zabala de la Serna | Zaragoza - sábado 13/10/2012 - elmundo.es
Se extendió por las redes y los medios on line que Rivera Ordóñez se retiraba esta tarde, pero esta claro que el público en general de una plaza de toros vive de espaldas a las redes sociales donde nos creemos el ombligo de el mundo. Rivera manifestó a su entrada al coso de Pignatelli que no era el momento de hablar. Luego al despedirse no se cortó la coleta como se hablaba, así que se despidió dejando puertas abiertas...
Rivera Ordóñez entonó una penúltima faena con un caballo de Las Ramblas que pasó de caballo a mulo con los pitones escachifollados contra los burladeros. No cogió los palos como viene siendo habitual desde que se anunció Paquirri y cumplió con decoro sobre la mano derecha ante la imposiblidad de hacer algo con la izquierda. La estocada fue lo mejor.
El Cid le brindó a Rivera su toro de Las Ramblas sabedor de su ida. Se lo brindó cuando el toro aún prometía todo. Había sido sensacional en el capote permitiendo torear a placer a la verónica a un Cid que sigue teniendo la misma potra dentro que fuera del G-10. Boni se recreó en banderillas y su matador empezó bien sobre la mano derecha, en tres series de más a menos y a mucho menos cuando el toro se rajó totalmente al presentarle la izquierda. La suerte se quedó a medias.
Castella vio como le devolvían su toro de El Torreón, parche de la corrida de Las Ramblas que se quedó despanzurrado. Dañado en el caballo o quizá antes y en el peto lo acusó. Inútil quedó. El sobrero del mismo hierro, altón y rebrincado en el capote, humilló con bondad en la muleta del galo, que había arrancado por estatuarios.
Francisco Rivera le tiró dos largas cambiadas de rodillas al cuarto, muy colocado de cara. De Las Ramblas de nuevo. Y se lo sacó a los medios con el capote. Ya en banderillas cantó su mansedumbre y marcó la querencia. Allí se fue Rivera Ordóñez a banderillear. Un par al cuarteo y dos de dentro a fuera. Brindó este último toro de su carrera a su hija Cayetana, que ocupaba en una barrera. No hubo ocasión más que para una apertura de rodillas. El toro se rajó totalmente y se refugió en tablas. En casi la misma boca de chiqueros. Y lo despenó de una estocada baja. 'Exclusivo' se llamaba. Hijo de la vaca 'Exclusiva'. Que manda casualidad. Recogió una cariñosa ovación y la montera de manos de su niña.
El quinto de El Torreón, salvo las carnes y el esqueleto, de toro no tenía nada por dentro. Ni poder ni bravura. Nada. El Cid se aburrió y se eternizó con la espada.
El sexto como el primero se partió una vaina contra las tablas. Pero lo peor es que no podía ni con la penca del rabo. Castella se llevó otro de los sobreros de El Torreón que remendaban semejante saldo. Una 'merde' y por los suelos. Castella trató de ser enfermero. Con más fortuna por la mano izquierda por donde había una veta de calidad. Y en el final por la derecha en una faena paciente y demasiado larga hasta afianzar el toro, pues esa era la emoción. Un tostón. Dos avisos.
Ficha:
Plaza de toros de la Misericordia. Sábado, 13 de octubre de 2012. Décima de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Las Ramblas, muy desiguales de presentación; un mulo el 1º, bueno el bajo 2º que se rajó a mitad de faena; manso y rajado desde el principio el 4º; y cuatro de El Torreón (incluidos los sobrero 3º bis, alto, noble y humillado pero sin duración, un 6º bis sin fuerza ninguna y con calidad a izquierda y un 5º grandón y podrido).
Rivera Ordóñez, de azul marino y oro. Estocada (saludos). En el cuarto, estocada baja (saludos).
El Cid, de grana y oro. Media estocada y tres descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, tres pinchazos y otro hondo y defectuoso (silencio).
Sebastián Castella, de malva y oro. Estocada (petición y saludos). En el sexto, estocada desprendida y varios descabellos. Dos avisos (ovación de despedida)
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