21/1/24

Qué esperamos de nuestras ferias de San Cristóbal y Mérida

Debemos buscar el método adecuado para que la tauromaquia pueda pervivir en el tiempo a pesar de las amenazas. Oleo: Roberto Domingo - Pinterest

por: Jorge Cepeda


Se da por iniciada la temporada taurina de este año 2024 en nuestro país, Venezuela.

Este 2024 la tenemos  de nuevo; de lo que no sabemos nada de eso es cómo va a ser el ciclo taurino que se avecina.


La cara de la fiesta brava ahora la tienen los pocos empresarios que organizan nuestras ferias con el mayor esfuerzo y poniendo sobre el tapete algún dinero que a veces se puede recuperar y a veces no es así. Finaliza una de nuestras ferias y se ven las caras largas algunos conformes y otros no.


Tal vez el trabajo que se requiere no se ve compensado por lo que volvió a ingresar, pero esto no es nada nuevo, eso se viene arrastrando desde hace varios años.


Por el contrario, a veces ellos mismos ven que la gente y su público o los pocos aficionados, le dan su palmadita en la espalda para darle el apoyo que se requiere para que su ilusión continúe y no se sientan ahogados ante el rosario de sorpresas que tiene esta fiesta cuando se trata de ser empresario taurino.


Se busca fortalecer la fiesta que no termina de arrancar; existen otros factores de por medio que también hacen falta a la fiesta, uno de ellos en la actualidad es el factor político, base para que esto se dé como se espera. 


Ya en los Andes, en especial San Cristóbal y Mérida han entendido que este tipo de espectáculo permite generar junto con los toros, otros ingresos adicionales a la familia de estos estados y por qué no, de nuestro país.


Porque viene al caso mencionar, en plena feria se trasladan diferentes pequeños comerciantes o como se le dice en la actualidad “Emprendedores”, a quienes también les ayuda a un ingreso adicional a su pequeño patrimonio familiar.


Ahora Tovar es vivo ejemplo de ello, los mismos políticos creen que la feria de este municipio está consolidada y por eso se exige y se pide que vengan a organizarla, pero es difícil, en estas circunstancias, hacer eso, pues traer esa maquinaria que se requiere para organizar dos o tres corridas de toros no es nada fácil. 


Pero esa tabla salvadora se ha ido reduciendo a causa de una degeneración desilusionante; son pocos quienes están en este momento para esos menesteres; la fiesta en estos momentos requiere que no sólo descansar en los hombros de los pocos empresarios.


El  aficionado está a punto de ser considerado una reliquia, ya que ahora participar en este tipo de espectáculo no se ha venido alimentando de esa savia que se tenía hace varios años atrás, donde se podían ver figuras del toreo que estaban acarteladas en estas ferias. Se mantiene en vicisitud del tipo de espectáculo que se le presenta. Y esto actualmente es difícil de entender.   Entonces la culpa no es solo de los empresarios ni del aficionado ni de los políticos.


La tauromaquia se ha desnaturalizado, de modo que se organizan ferias de diseño sobre la base de tres o cuatro figuras conocidas, con toros para satisfacer solo al pequeño público, que es el que puede permitir, llegado el caso, que exista rentabilidad económica.


Pero también viene al caso preguntarse: Dónde están esos toreros que antes arrastraban público conocedor y que se habían formado en nuestras escuelas. Entonces se dice: pero que nadie se turbe, esta es la normalidad.


La fiesta de los toros es la que propicia durante las ferias el impulso de la economía; es un patrimonio cultural de cada región donde aún se presentan corridas de toros. No puede desconocerse su impacto en el arte como lo es el cine, la pintura, el baile, el teatro y paremos de contar. La tauromaquia debiera estar protegida por las administraciones públicas locales -y por qué no: Nacionales- ser defendida y promovida al margen de la iniciativa privada. 


Se trata, en suma, de buscar el método adecuado para que la tauromaquia pueda pervivir en el tiempo a pesar de las amenazas permanentes e injustas que se ciernen sobre esta cultura; se trata de que sea posible que vuelva el aficionado a las plazas; se trata de que se anuncian nuevas caras, nuevos toreros, que se vea la rivalidad taurina, de que haya un liderazgo y que la emoción deje de ser un sentimiento cada vez más alejado de las plazas de toros. Pero esa tabla salvadora se ha ido alejando por varias causas.


Ojalá,  estas dos nuevas citas de San Cristóbal y Mérida, ofrezcan alguna noticia para la esperanza, algún motivo para que muchos aficionados vuelvan al carril que es lo interesante y que se regrese a la normalidad del mundo taurino nacional.


Y que pensemos en otras plazas de toros en nuestro país que aún no terminan de arrancar. como dijo el Chapulín Colorado: ¡Que no panda el cúnico! Suerte para todos....!


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