Hay diestros que triunfan un año y al siguiente, ni les llaman. Oleo: El torero triste - Juan Manuel Rocha - soiety6.com
En los actuales tiempos de la fiesta, los triunfos de los toreros en algunos casos no les sirven de nada; salvo para satisfacción personal y tener la foto de recuerdo, pues en estas nuevas formas del toreo, muchos se quedan sentados en su casa a pesar de tener un palmarés importante.
Obviamente no se da en todos los casos; pero es llamativo que algunos diestros que incluso tienen puertas grandes en Madrid, torean a cuentagotas. Salvo Andrés Roca Rey, los demás toreros salvando a las figuras ya consolidadas, viven en la cuerda floja, en el filo de la navaja, pues triunfan y no les sirve de nada.
Hay casos sangrantes que demuestran cómo está el patio, dos son muy evidentes como Fernando Adrián y Francisco De Manuel. El primero tiene dos puertas grandes este año 2023 en Las Ventas; esto mismo, pero unas décadas atrás, le hubiese servido para darle por lo menos una vuelta entera a España y América. Tras varios años toreando en plazas menores algunos festejos, tras el triunfo, todo sigue más o menos igual.
Francisco De Manuel abrió la puerta grande en Madrid el pasado doce de octubre 2022; cortó tres orejas al lado de la máxima figura del toreo actual. Tras estar en las primeras ferias del año 2023, con desigual suerte, está toreando poco. Surgen muchas sustituciones en el fragor de la temporada y De Manuel las ve pasar. No es justo, pero es lo que hay, dirían por allí.
A los toreros emergentes no les dan sitio y los ciclos importantes de la temporada y las ferias menores se llenan con los mismos nombres. Y no sucede solo en Europa, en América también ocurre; diestros que triunfan un año y al siguiente ni les llaman, o toreros locales a los que no les dan siquiera la oportunidad de debutar en la feria de su estado o ciudad.
Sin duda esto es una sitaución llamativa, pero el sistema actual condena a torear poco a muchos espadas con posibilidades; muchas veces con ganaderías tildadas de duras, en fechas y carteles poco atractivos y en el peor de los casos a hacerse banderilleros cuando les abandona la ilusión y la fuerza para seguir luchando.
Esto incluso repercute en la asistencia de aficionados que desean ver caras nuevas y a los que se les coarta esa ilusión, porque en el toreo, los hilos se mueven en los despachos. Debe ser muy duro triunfar y ver que se va el año casi en blanco, pero quién le pone el cascabel al gato… he ahí la eterna pregunta.
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