Una de las joyas culturales de la tauromaquia iberoamericana es la plaza de toros de Maracay, hoy como la mayoría de las plazas de toros nacionales hundida en el abandono.
La Maestranza, nombre con el que el pueblo la bautizó, fue inaugurada en enero de 1933 por el presidente de la República General Juan Vicente Gómez. La hermosa arena está ubicada en el barrio del Calicanto y, es por estar clavada en ese sitio, es por ello que los toreros que egresaban de su escuela los distinguían como “ de la Cantera”. Maracay ha sido escuela para toreros y aficionados. La Tauromaquia le ha dado a la ciudad identidad, personalidad y sitio de urbe importante identificado como Toreros de La Cantera del Calicanto.
Los hijos del mandatario Gómez, Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, promotores de la idea, encargaron el proyecto y posterior construcción al destacado arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Todo se hizo por concurso, en el que compitió con otro laureado profesional del urbanismo de la época, el arquitecto Luis Malausena.
Ambos cumplían importantes encargos de obras públicas en Maracay. Villanueva fue un hombre que sentó las bases para la creación de la Escuela Venezolana de Arquitectura. Sus trabajos están dispersos por toda la geografía nacional. Uno de ellos es la Ciudad Universitaria de Caracas, un coloso que se levanta como ejemplo y modelo de concepción artística, hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad. Otros, el Museo de Arte Moderno de Caracas, los estadios de la Ciudad Universitaria y el Aula Magna. Muchos son los elementos que integran su ingenioso legado profesional, como el famoso Hotel Jardín, del que ya hicimos referencia cuando narramos las anécdotas de la presentación de Manolete y de Arruza en Maracay con César Girón.
Fue el doctor Villanueva el creador del proyecto para los cuarteles Páez y Bolívar, dos joyas de la arquitectura militar suramericana que se conservan como hermosos museos que con sus fachadas embellecen la Ciudad Jardín, la Clínica Maracay y la Casa de doña Amelia, conocida más tarde como El Hotel Moro, una de las obras arquitectónicas más hermosas de la capital aragüeña.
El doctor José Casanova Godoy, aficionado integral y de vastos conocimientos, quien desde la primera magistratura del estado Aragua se entregó a la tauromaquia como ningún otro gobernante lo ha hecho en Venezuela. Joseíto, diminuto con el que le distinguíamos sus amigos puso especial empeño en rescatar el inmueble taurino. Rescate que ocurrió en los festejos de los cuarenta años de su inauguración, en 1973.
En su discurso de orden, ante la Asamblea Legislativa del Estado Aragua narró el doctor José Casanova Godoy la historia de cómo se proyectó y edificó este hermoso templo del toreo. Las palabras de Casanova Godoy fueron publicadas en la introducción del libro Fragua de toreros, historia taurina de La Maestranza “César Girón”. Una parte de la pieza oratoria, en la que se refiere a cómo se ordenó la edificación de tan hermoso edificio, es esta:
Señala Casanova Godoy que, como era de rigor, se consultó con el general Juan Vicnte Gómez quien de inmediato respondió:
- ‘‘Ajá, muy buena me parece la idea, escojan el terreno más adecuado para darle inmediato comienzo a la obra”; pero les sugirió, movido por la incomodidad que le producía ver los toros desde tan lejos en el Palco Presidencial del Nuevo Circo de Caracas:
- ‘‘...el sitio mío me lo buscas cerquita”.
Así fue que se proyectó la Mezquita destinada al Palco Presidencial, que a los hermanos Gómez todavía les parecía pequeño.
El terreno que hoy ocupa la Plaza de Toros del Calicanto eran potreros. También estaban los depósitos de gasolina. Se escogieron por su ubicación céntrica y su proximidad al pequeño teatro, donde funciona el Ateneo de Aragua. En el proyecto se analizó con cuidado la dimensión del ruedo. El del Nuevo Circo se les antojó “muy grande. Los toros se cansaban pronto. Eran generalmente toros criollos, como fue en aquellos tiempos la procedencia del ganado que se lidiaba en la época, mientras que el del Metropolitano de Caracas y el de Las Arenas de Valencia permitían un mejor juego de los toros; por eso se optó por un tamaño intermedio, teniendo en cuenta además que para ese entonces estaba proscrita la suerte de varas, que el general Gómez rechazó radicalmente.
El arquitecto Carlos Raúl Villanueva para desarrollar su proyecto viajó a España. Tomó ideas y encontró motivos de inspiración sin copiarse de alguna plaza. Hoy hay por ignorancia que afirme equivocadamente que a la plaza de Maracay la llaman de la Maestranza “ … porque es igualita a la de Sevilla”.
Concretado el proyecto se dio un adelanto de 650 mil bolívares. El compromiso total era de un millón 800 mil bolívares, que habría de ser su costo definitivo. No se escatimaron gastos para realizar el sueño. Se trajeron mosaicos de España y algunos artesanos especializados y para mediados de 1930 ya se trabajaba febrilmente para la ejecución de la obra.
Para junio de 1932 se habían definido los perfiles de la plaza que lucía monumental y hermosa, detacándose en el verdor intenso que la circundaba. A medida que se acercaba la fecha prevista para la inauguración, una intensa excitación se iba apoderando de toda la ciudad.
Entonces como ahora, surgía entre los aficionados de todos los estratos, rumores, especulaciones y sobre la integración de los carteles y la organización del espectáculo. En la Churrería Española, de la calle Miranda y en el primer Quo Vadis de la calle Bolívar, el acontecimiento era objeto de animadas tertulias no exentas de la pasión que siempre ha despertado la fiesta brava. Se sabía que Eleazar Sananes estaba colgado de los carteles. El torero “josefino” que se encontraba en las postrimerías de su carrera. “Rubito” venía trabajando de listero en la construcción de la plaza y gozaba de una estimación especial de la familia Gómez, especialmente de don Florencio con quien actuaba como subalterno de confianza en sus incursiones de aficionado práctico. Una mañana mientras daba un vistazo a los trabajos, don Florencio le dijo a “Rubito”: - Eleazar, comienza a entrenar para que te pongas en forma.
Sorprendido el maestro que ya no tenía el propósito de volver a vestir el traje de luces le inquirió sorprendido: ‘- ¿Y yo para qué?. A lo que le respondió don Florencio: ‘- Porque en esta plaza es mía y siendo yo empresa, nada más justo que tu mates el primer toro.
Mientras tanto ya se encontraba en España José María Sanglade, gestionando toros y toreros; y una vez que se confirmó la contratación se anunció la definitiva integración de los carteles de la siguiente manera: - Viernes 20 de enero a las cuatro de la tarde, ocho toros media casta de La Providencia, divisa gualda y roja, para don Antonio Cañero, quien encaso de no matar con el rejón, toreará y estoqueará a pie –advertía el cartel–, y los matadores Eleazar Sananes “Rubito”, Manolito Bienvenida y Pepe Gallardo...”
Tomado del Libro
FRAGUA DE TOREROS
De Víctor José Lopez EL VITO
Improvenca Caracas, 198
Editorrial Grafarte
No hay comentarios.:
Publicar un comentario