Humilde, sencillo y agradecido por los reconocimientos.
Foto: Germán D´Jesús Cerrada
Foto: Germán D´Jesús Cerrada
Fotos Germán D’Jesús Cerrada
Las palabras no fluyen cuando se empaña el alma, y Hugo Domingo Molina, con su sorpresiva partida en la madrugada de este sábado 02 de enero, nos deja con los toros tristes en el verdor del frío campo, las plazas mustias, a la espera de clarines, y los aficionados mudos, ante la desaparición del hijo tachirense que lo dio todo por su pueblo y su afición taurina.
Desde que Don José Domingo Molina y María Teresa del Carmen Colmenares, lo trajeron al mundo en 1.937, venía forjado ya el hombre luchador, visionario, sin miedo y profundo amor al terruño. No presumía Hugo, de su esfuerzo y vocación con los cuales abrió caminos; siempre al lado de la gente, desde la Contraloría General del estado Táchira, recién graduado en la UCAB; luego en la administración de la Lotería del Táchira, cuando sacó la institución de la vieja casona, para el nuevo edificio de la avenida Libertador; y desde allí diseño el apoyo a la naciente Vuelta Ciclística al Táchira, que se convirtió en el más importante clásico pedalístico de América.
Igual con la feria taurina san cristobalense, nacida en La Concordia, entre vigas y láminas y que convirtió en una plaza monumental, con el apoyo de un grupo de coterráneos que hicieron realidad este sueño; esto transformó la capital tachirense y, con el devenir de los años, hizo crecer la ciudad de empinadas calles, con imponentes avenidas y hoteles, producto de un soñador realista.
Y no era fácil traer toros de lidia desde España, México o Colombia, pues el achinado cacique “taribero”, bien asesorado, fundó no una, sino tres ganaderías de lidia, que lo hacían vibrar de emoción cuando daba las vueltas al ruedo triunfales, y que hoy esas divisas son, con orgullo, piezas fundacionales de la amplia cabaña brava venezolana.
No todo fue camino de rosas para el visionario empresario, quien tuvo que tomar decisiones trascendentales para dar paso a la ambición ajena que corroe y se edifica sobre bases falsas entre coros de alacranes.
Tertulia en el ruedo celestial con Fabito Grisolía (izq) y Rigoberto Bolívar (der). Foto archivo: Parte externa del Coliseo que hoy lleva su nombre - Germán D’Jesús Cerrada
A Hugo -muy pocas veces le decíamos licenciado por el trato amistoso que tuvimos en 47 años- le preocupaba el futuro de nuestra fiesta; se lo había comentado al colega Víctor José López, y cuando desgraciadamente, a lo mejor con su astucia y conocimientos, planificaba acciones para la nueva normalidad que ha de venir, ¡zas! Pasa lo inesperado, y se va en volandas al cielo, dejando eso sí, una huella de honestidad irrebatible, y un hogar de hombres y mujeres bien formados, que desde "La Molinera", en la urbanización Torbes de San Cristóbal, seguirán el camino recto y limpio con los hierros ganaderos, que deberán seguir siendo, ahora más que nunca, parte importante de nuestra golpeada fiesta brava.
Descansa en paz Hugo, que trascenderás por tus hechos y acciones, por los siglos de los siglos.
Con Manolo Ordóñez su pilar en la escuela taurina. Foto: Germán D’Jesús Cerrada
Con su nieto Hugo José heredero de su afición. Foto: Germán D’Jesús Cerrada
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