El Nuevo Circo de Caracas fue inaugurado, el 26 de enero de 1919, por el General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, quien gozaba de una gran afición taurina iniciada en su Táchira natal. La obra fue encomendada a los arquitectos: Alejandro Chataing y Luis Muñoz Tébar (quien falleció antes de ver terminada la obra). El coso taurino caraqueño fue ideado por el General Eduardo G. Mancera, quien constituyó un Sindicato para su construcción, en los terrenos del antiguo Matadero Municipal de la ciudad.
A la izquierda: El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, gran aficionado taurino, en cuyo Gobierno fue inaugurado el Nuevo Circo de Caracas y otras importantes plazas de toros. A la derecha: El General Eduardo G. Mancera, promotor de la magnífica obra. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
La nueva plaza de toros de Caracas (Venezuela), se denominó “Nuevo Circo”, porque ya existía en la capital, el antiguo “Circo Metropolitano” que fue inaugurado, el 2 de febrero de 1896, por los diestros españoles Hermosilla y Rebujina.
El Gobernador del Distrito Federal, General Juan Crisóstomo Gómez, firmó un contrato en el año 1916 con el General Eduardo G. Mancera (entonces Administrador de la Lotería de Beneficencia del Distrito Federal), mediante el cual este último quedó autorizado para construir un circo de mampostería, hierro y madera, capaz para diez o doce mil personas, y propio para corridas de toros, espectáculos ecuestres y otras variedades. También debía estar provisto de salones para ópera y zarzuela. Alrededor se construirían jardines y parques de recreo.
Posteriormente, se iniciaron los trabajos de demolición del antiguo Matadero Municipal, contando con la presencia de una numerosa concurrencia y más de mil obreros y como una señal de progreso y de trabajo, fue vitoreado el nombre del General Juan Vicente Gómez, Jefe de la Rehabilitación Nacional. (El Nuevo Diario, 14 de marzo de 1916).
En el año 1918, Juan Belmonte, el famoso “Pasmo de Triana”, toreaba en Caracas (Venezuela), actuando en el Circo Metropolitano y se interesó en visitar el Nuevo Circo que se encontraba en construcción, siendo recibido por el General Eduardo G. Mancera (promotor de la obra) y los señores Carlos Delfino, Ernesto Capriles, Eduardo Arturo Eraso, Rafael Sabal, Eloy M. Pérez y otros.
A la izquierda: El connotado arquitecto venezolano Alejandro Chataing, artífice del bello coso caraqueño. A la derecha: El General Juan C. Gómez, Gobernador del Distrito Federal, entusiasta impulsor del proyecto. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
INFORME DE LA COMISIÓN DE INGENIEROS DEL NUEVO CIRCO
Caracas, 20 de enero de 1919.
General Juan C. Gómez.
Ciudadano Gobernador del Distrito Federal.
Presente.-
Tenemos el honor de dirigirnos a Ud. para participarle: que el día 14 de este mes a las 3 p.m.; nos reunimos, los suscritos en el edificio denominado “Nuevo Circo de Caracas”, con el fin de practicar su revisión, cumpliendo así la honorífica designación que tuvo usted, a bien hacer en nosotros, según Resolución del Despacho de su digno cargo del día 10 del mes en curso y participación de esa misma fecha.
El “Nuevo Circo” es una obra monumental; honra a quienes concibieron el proyecto y a los ingenieros que han traducido la concepción en, obra ya realizada; embellece a Caracas, metrópoli de la República , con una construcción en la que se han hermanado, la elegancia y la solidez, la comodidad y la higiene.
Pruebas de resistencia del Nuevo Circo de Caracas, con sacos de arena, antes de ser inaugurado, el 26 de enero de 1919. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Cuando se determinó la ejecución de esta obra, la primera dificultad con que tropezaron los constructores, fue el establecimiento de las grandes bases que debían sostenerla, pues es sabido que el subsuelo del valle de Caracas está formado en su mayor parte de capas de aluvión y especialmente el lugar donde está situado el edificio; sin embargo, a pesar del enorme peso de éste (la gradería sola pesa dos mil quinientas toneladas) los niveles corridos desde hace doce meses en las sólidas pilastras que la soportan no han sufrido la más mínima variación, lo que prueba de modo evidente, la acuciosidad y precaución con que se procedió para obtener la perfecta inmovilidad del suelo.
El Circo es capaz para contener hasta doce mil personas que caben holgadas y cómodas; y calculando que cada cinco personas ocupan un área de un metro cuadrado con promedio de peso de trescientos cincuenta kilos, resulta por lo que hemos comprobado en dos sectores de gradas, que cada metro cuadrado aporta sin detrimento, presiones superiores a cuatrocientos kilos.
Las pruebas hechas fueron las siguientes:
1° Se cargó un sector de 80 metros cuadrados de superficie con un peso de treinta y dos mil kilos por espacio de treinta horas y no hubo la más ligera modificación en la estabilidad del mismo.
2° Se cargaron secciones de la pestaña o consola donde está la baranda con pesos a razón de cuatrocientos kilos por metro cuadrado y dio por resultado: una flecha de un tercio de milímetro, lo que significa que el material es inflexible.
3° Se cargaron las dos terceras partes de un sector con doscientos treinta hombres, de un peso medio de diez y seis mil kilos, que luego corrieron sobre el sector y no hubo la más leve trepidación.
4° Con perchas verticales, que del suelo iban a ajustarse a la cara inferior de las vigas armadas se comprobó: que éstas no tenían flexión, antes ni después de las presiones que fueron sometidas.
El edificio es todo de cemento armado; acero y cemento nacional del muy bueno que produce nuestra industria, probado por lotes antes de usarlo. La naturaleza del material empleado en la construcción demuestra por sí sola que el edificio está construido a prueba de incendio.
Los constructores tuvieron la paciente labor de determinar en cada caso el coeficiente de resistencia de los materiales separada y conjuntamente, y han traspasado prudencialmente los límites que la previsión y la seguridad admiten, llegando a una resistencia mayor que la apreciada y considerada por nosotros como suficiente; de lo que deducimos: que la solidez de la construcción es perfecta y adecuada para el fin a que se destina.
No sucederá en este Circo lo que observamos con frecuencia en la mayor parte de nuestros coliseos, en que la entrada y la salida son generalmente angustiosas por causa de la multitud que se atropella en puertas insuficientes por su número y por falta de espacio. Aquí sobre todo el edificio tiene doce amplísimas salidas y a las gradas dan acceso seis amplias escaleras construidas todas de acuerdo con las cláusulas del contrato.
Tiene además el Circo una extensión de catorce mil cuatrocientos metros cuadrados, con todas las comodidades para las corridas de toros, y actualmente se construye un escenario para ópera y variedades.
El techo de la parte de las gradas todavía no está colocado, debido a las dificultades originadas por la guerra mundial. La Compañía en resguardo de sus propios intereses lo colocará a la mayor brevedad posible; y de seguro armonizará en elegancia y solidez con el resto de la obra.
Las condiciones higiénicas del edificio están realizadas sin objeción posible, pues está emplazado en un sitio inundado por las brisas permanentes de la ciudad, que renuevan constantemente el aire y evitan con seguridad el peligro del hacinamiento, aún en el caso en que el Circo esté completamente lleno por espacio de muchas horas; y además, nuestro sol, este sol de los trópicos, baña a torrentes con sus rayos la totalidad del edificio; y por otra parte, la naturaleza de su construcción facilita el lavado y desinfección tan frecuentemente como sea necesario.
Y finalmente, la obra produce una grata sensación estética, pues en ella andan unidos con gracia un airoso estilo de sabor árabe con las galas y el genio del Renacimiento y del Modernismo; y en su aspecto interior se observa la majestuosa y severa arquitectura clásica de los tiempos brillantes de la Roma de Augusto.
Las vistas panorámicas desde la azotea son hermosas y deleitan el espíritu con suavidad indefinible; y al contemplar la ciudad desde el gran arco del frontispicio, aparece Caracas tendida sobre los flancos del Ávila produciendo una grata y conmovedora impresión.
Esta es en síntesis la grande obra arquitectónica, que nos ha tocado en suerte examinar, y por la cual felicitamos a la ciudad de Caracas en la persona del señor Gobernador y a los felices promotores y constructores de ella.
Todo lo que nos es grato elevar a su superior conocimiento.
V. M. Rada, M. Centeno Graü, Julio Calcaño Herrera, M. F. Herrera Tovar, Benjamín Pineda, J. A. Zavarse.
(Publicado en el Diario “El Universal”, 26 de enero de 1919).
Anuncio de los matadores de toros contratados por el "Sindicato Unión" para las cuatro corridas de abono de la temporada de 1919, integrado por: Francisco Posada, quien vino enfermo al país, Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
En la corrida de su inauguración, actuaron los diestros españoles, Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”. Con una buena concurrencia de los aficionados, el diestro Serafín Vigiola “Torquito”, logró una gran faena, cortando una oreja al quinto toro, siendo ésta la primera conquistada en el estrenado coso caraqueño. Se lidió ganado criollo de las dehesas del General Juan Vicente Gómez.
Las crónicas taurinas de la época reseñaron con lujo de detalles el gran acontecimiento taurino que significó la inauguración en Caracas de su nueva y cómoda plaza de toros. El Diario “El Universal”, el 26 de enero de 1919, señaló lo siguiente:
“Hoy se inaugurará el Nuevo Circo de Caracas. Los antiguos terrenos del Matadero se han convertido por un milagro de ingeniería en un edificio colosal, destinado para espectáculos, gracias a la cesión que hizo el Municipio y a la tesonera actividad del General Eduardo G. Mancera. Nunca en materia de arquitectura, se había llevado a la práctica un proyecto de tanta magnitud. Aparte la belleza de construcción, el Nuevo Circo tiene, como todas las obras del doctor Alejandro Chataing, una gran solidez, condición indispensable para contener más de doce mil espectadores.
Cartel Inaugural del Nuevo Circo de Caracas, integrado por Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”, lidiando toros de la ganadería del General Juan Vicente Gómez. 26 de enero de 1919. Por la noche se estrenó la grandiosa película de serie “El Conde de Monte Cristo”. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Un dato interesante es que en la obra toda, que es de cemento armado, se ha empleado exclusivamente cemento nacional, con pruebas de resistencia completamente satisfactorias. El costo del Nuevo Circo de Caracas puede ser aproximadamente calculado en Bs. 1.200.000 y en opinión de los técnicos la obra representa ampliamente la inversión de la Compañía.
En la mañana de ayer la Junta Directiva de la Compañía Anónima Nuevo Circo de Caracas hizo entrega de las llaves del edificio al Sindicato Unión y con tal motivo fue realizado un brindis en la mayor cordialidad. El doctor García Chirinos y el señor Capriles hicieron uso de la palabra y el General Mancera contestó en una breve improvisación los elogios tributados, declinando, como de justicia, el mérito del éxito en la causa fundamental de la Paz, que asegura la obra del General Juan Vicente Gómez, la inteligente actuación administrativa del Doctor V. Márquez Bustillos y la eficaz y progresista gobernación del General Juan C. Gómez en el Distrito Federal. A este tributo merecido añadió el orador un saludo a la prensa y un voto cordial de bien para todos los presentes. El acto tuvo así un ambiente simpático y la alegría corrió con el champagne en el bautizo del nuevo edificio”.
(Diario “El Universal” del 26 de enero de 1919).
LA CORRIDA DE LA INAUGURACIÓN DEL NUEVO CIRCO DE CARACAS
Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”, los diestros españoles que inauguraron el Nuevo Circo de Caracas, el 26 de enero de 1919. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
“Con una hermosa tarde en que todo era propicio para el éxito de la fiesta taurina, se inició ayer la temporada de 1919. Desde las primeras horas de la mañana comenzaron a llegar a la ciudad muchos y entusiastas habitantes de los pueblos vecinos; y cuando se inició la romería hacia el estupendo edificio, Caracas agitó sus crótalos delirantes, y las sirenas de los autos, y el trotar de los caballos y la chiquillería bulliciosa, se confundieron en las avenidas que conducen al Circo.
Amplio y soberbio el circo abrió sus puertas, grímpolas de colores engalanaban la altura de su fachada y el viejo sol que tantas veces había caído indolente sobre el barrio en silencio, enjoyó con sus rayos la nueva obra de ornato y de recreo; obra nacida al amparo de la Paz fundada por el General Gómez en la era de la Rehabilitación Nacional.
Satisfechos deben estarlo el General Eduardo G. Mancera y los señores que le secundaron en sus nobles propósitos. Lo que a muchos pareció una quimera, una vana utopía, se miró realizado; el “Nuevo Circo” no fue cosa de sueños; su existencia no fue un mito. Amplio y cómodo, su redondel de palcos fue invadido por atrayentes concurso de damas en donde no faltaron mantillas y claveles y ojos negrísimos, abrasadores y torturantes. En ambos tendidos la concurrencia fue numerosísima. Y cuando tomó asiento el General Carvallo y ordenó tocar el clarín las ocho o diez mil voces que llenaban el Circo poblaron el espacio saludando a la cuadrilla que se lanzó al paseo.
Los diestros Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”, llegando en calesa a la inauguración de la Plaza de Toros Nuevo Circo de Caracas, el 26 de enero de 1919. Foto: Pedro Planas. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Serafín Vigiola “Torquito” de grana y oro; y Alejandro Sáez “Alé”, morado y oro, al frente de sus cuadrillas hacen el despejo montera en mano. El público los recibe con prolongados aplausos. Cambiados los capotes de lujo por los de brega. “Torquito” lancea quieto a su primero, y consintiendo mucho, termina con media verónica muy buena, y oye las palmas.
“Torquito”, quien ya se ganó al público, inicia su faena con uno ayudado; dos barriendo los lomos, uno en redondo, uno más de pecho, superior; la res iguala, y entrando a toda ley, deja una estocada un poquitín ladeada, por lo que tiene que descabellar, y lo hace al primer intento. Muchas palmas y vuelta al ruedo.
El segundo es negro bragao. “Alé” le abre la pañosa; torea por navarras y termina tocando el testuz. Palmas. El toro está reservón y no quiere pelea, por lo que el matador está deficiente. Inicia su faena con uno de trinchera, luego otro ayudado, uno de molinete y logra igualarlo. Entra y deja un pinchazo sin soltar. Más ración de franela y el toro se va a las tablas. “Alé” entra despacio y agarra una alta que tumba. Palmas.
El tercero, es devuelto al corral. El sustituto resultó burriciego, por lo que “Torquito” se quedó con el percal inédito. Armado de muleta y espada, echa a fuera a toda la gente y solo y tranquilo en los medios, hace una faena consciente de torero que sabe lo que tiene por delante, que por cierto, no es una pera en almíbar. Aquí se reveló el gran torero que es “Torquito”. Lo toreó con la izquierda, logró igualarlo, y lo tumbó con una hasta los gavilanes. El público aplaude, y “Torquito” da la vuelta al ruedo.
Al cuarto, negro lucero, “Alé” le abre el percal sin muchas ganas, pues nos informan que el chico está un tanto quebrantado (¿Recordará la Giralda ?). “Alé”, da muletazos a diestra y siniestra, acompañados de toda la torería. Al fin iguala el toro y entra el diestro para dejar una estocada trasera que mata sin puntilla. Palmas, y división de opiniones.
El quinto es devuelto al corral; pero el sustituto no podía faltar al manoseado adagio de público y cronistas, de que no hay quinto malo. Y he aquí, señores, al maestro “Torquito”, en un palmo de terreno torea quieto, erguido, templando y mandando como el mejor; elevando los pies nos obsequia con cuatro o seis verónicas colosales. El público, de pie aclama al bilbaíno, quien se siente satisfecho del soberano. El matador se prepara para hacer una de las más brillantes faenas: se inicia con un pase con ambas rodillas en tierra, sigue toreando de rodillas, aguantando las tarascadas del morlaco. Suena la música, caen los sombreros a los pies del matador. El toro se recrece, “Torquito” sigue dando pases naturales, de pecho, otro más barriéndole los lomos, agarra el pitón, y pasa la fiera envuelta en la muleta. Señores, esto es el delirio. El toro iguala y el matador entra con la mar de riñones, sepultando el estoque en todo lo alto, saliendo suspendido y el animal cae muerto. La ovación es mayúscula. Petición de oreja que el técnico concede. Sale “Torquito” a los medios de la plaza y se retira luego a la enfermería donde se le apreció, según parte facultativo, una herida leve en la cara posterior del codo izquierdo. Así terminó la faena del quinto. Cuando salió el sexto, aún duraba la ovación. “Alé” en éste estuvo como en los anteriores. No tuvo suerte.
Resumen: Palmas a la Empresa por los esfuerzos realizados. “Torquito”, colosal. “Alé”, regular. “Bombita” y “Niño de Rubio”, sobresalientes en banderillas”.
Vara Corta.
(Diario “El Universal”, 27 de enero de 1919).
LA GRAN AFICIÓN TAURINA CARAQUEÑA
Curiosa fotografía, de izquierda a derecha, aparecen: Los matadores de toros José Carralafuente, Manuel Mejías Rapela "Bienvenida" y Bernardo Muñoz "Carnicerito de Málaga" en el Nuevo Circo de Caracas, Venezuela, acompañados por los pequeños hijos del "Papa Negro", de pantalones cortos: Rafael, Pepe y Manolito "Bienvenida". Año 1920. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
En Caracas era tal la afición taurina, que un día se programaron tres corridas de toros en veinticuatro horas. El sábado 8 de marzo de 1919, a las cuatro de la tarde se celebró una corrida en el Circo Metropolitano de Caracas con la participación de los diestros Julián Sáinz “Saleri II” y Gabriel Hernández “Posadero” en corrida homenaje al General Juan Vicente Gómez con reses criollas de Mariara. El mismo sábado por la noche en el Nuevo Circo de Caracas torearon Domingo González Dominguín y Francisco Martín Vázquez, y el domingo por la tarde lidió en solitario cuatro toros de la ganadería del General Juan Vicente Gómez el diestro Saleri II, que ejecutó faenas de gran calidad y variedad siendo fuertemente ovacionado.
Inauguración de Temporada Taurina 1928-1929 en el Nuevo Circo de Caracas (Venezuela). Cuadrilla antes de hacer el paseo: 1. José García “Algabeño”, 2. José Iglesias, 3. Fidel Rosales, 4. Francisco Torres “Pintao”, 5. Manuel Martínez “Viruta”, 6. Eduardo Pérez “Bogotá”, 7. Mariano Moya “Moyita” y 8. Manuel Díaz Domínguez, el novillero de civil. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Para la temporada 1927-1928, el Nuevo Circo de Caracas, fue reformado en su estructura como señala la siguiente crónica publicada en la Revista Billiken : “El Nuevo Circo, el monumental edificio sede de la Tauromaquia metropolitana, ha sido reformado para la temporada que se avecina: el anillo ha sido disminuido, se le ha construido una nueva localidad delantera de los palcos, con las cuales reformas se ha logrado que los espectadores de los tendidos vean, cómodamente sentados, la lidia en todos los tercios del redondel, cosa difícil de alcanzar antes. Y a nosotros, los de la Prensa , se nos ha construido un palco adecuado, cómodo, suficiente y capaz para poder ver y mirar, sin apretujamientos y sin asesores ad-honorem, como antes sucedía”. (Revista “Billiken”. Año 1927).
Hermosa fotografía de la Plaza de La Paz , frente al Nuevo Circo de Caracas, construida por disposición del General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República , inaugurada el 19 de diciembre de 1933, constituyendo una obra ornamental en conmemoración del XXV aniversario de la Rehabilitación Nacional. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
En el Nuevo Circo caraqueño deberían volver a celebrarse las corridas de toros y otros espectáculos que sirvan para el entretenimiento, el arte y la cultura de nuestra ciudad capital.
En el Nuevo Circo caraqueño deberían volver a celebrarse las corridas de toros y otros espectáculos que sirvan para el entretenimiento, el arte y la cultura de nuestra ciudad capital.
Arriba: El Nuevo Circo de Caracas, en una entrañable gráfica de antaño, luciendo su máximo esplendor durante el Gobierno del General Juan Vicente Gómez. Abajo: Rafael Dupouy Gómez, autor del artículo, presente en el histórico coso taurino en el año 1995, cuando todavía los aficionados podían disfrutar las corridas de toros en libertad, sin amenazas y prohibiciones. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
El 13 de noviembre de 1998, el Nuevo Circo de Caracas, fue declarado “Bien de Interés Cultural” por el Instituto de Patrimonio Cultural. Sobre su ruedo desfilaron las más grandes figuras del toreo nacional e internacional. Es lamentable, que mientras la creciente afición taurina en el interior de Venezuela llena las plazas de toros con gran entusiasmo del público durante sus ferias, la entrañable plaza de toros caraqueña, de tanta tradición taurina, donde rivalizaron muchas veces los diestros venezolanos Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza, donde triunfaron el “Diamante Negro” y César Girón, permanezca desde 1997, esperando una mano amiga que la rehabilite y haga el milagro de volver a presentar espectáculos taurinos en su coso como antaño.
Rafael Dupouy Gómez
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