Humberto Humbertico Álvarez, un barquisimetano merideño, que en vida, lo dio todo, sin mirar a quién. Foto:
por: Giovanni Cegarra
Hablar de la Escuela Taurina de Mérida, Municipio Libertador del Estado Mérida, asentada en la Plaza de Toros Román Eduardo Sandia, es hablar de Humberto Humbertico Álvarez, un barquisimetano merideño, que en vida, lo dio todo, sin mirar a quién, por la formación de los nuevos valores de la Cantera Taurina Venezolana, algo que llevó muy dentro de sí, sin intereses, figuraciones, aspavientos, sin siquiera devengar algo por ello, privó en él, por encima de todo, su amor, pasión, afición por la Fiesta Brava.
Fundador de la Escuela Taurina César Faraco en Mèrida, que tras su desaparición física llevaría su nombre, Humbertico Álvarez como le llamábamos sus más cercanos; con todo el respeto que infundía, con la sencillez y aplomo que le caracterizaba, supo transmitir sus conocimientos del toro, técnicas, formas de torear, comportarse, caminar, hablar, a quienes tuvieron la dicha y fortuna de tenerlo como Maestro, dejó para tiempos buenos y malos, todo un legado taurino imborrable en los anales de la historia taurina venezolana.
Legado que merece todo el respeto, que no puede ser mancillado por quienes se creen amos y señores de lo que no les pertenece y hoy por hoy, cuando la Escuela Taurina que lleva su nombre, se encuentra en proceso de reimpulso y rescate tras letargo institucional, ese ímpetu, nobleza, sencillez, humildad, paciencia, rectitud, honestidad, que tuvo siempre Humberto Álvarez, debe ser el ejemplo y punta de lanza, para quienes, contra viento y marea, harán valedera la razón de ser, de esta Escuela, que ya ha dado buenos frutos, el sueño dorado de Humbertico.
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