por: Víctor Ramírez “Vitico”
En el toreo, como en la vida, hay que aprender primero a ser yunque y después martillo. La paciencia, suelen decir que es un árbol de raíces amargas, pero que da frutos dulces. Bien sabe de esto el matador de toros tovareño Curro Ramírez, que lleva años luchando en España para sumar contratos que le den el oficio necesario para llegar a su tierra a triunfar. Esperando con paciencia, entrenando sin desfallecer, Curro ha sabido madurar, sin torear mucho, pues antes que el torero, está el hombre.
No ha sido fácil la lucha del diestro venezolano, en una España acosada por los problemas económicos, que repercuten como no podía ser menos en el mundo del toro. Muchos pueblos y provincias ven reducidos sus festejos populares, en los cuales los toreros adquirían el oficio necesario para pisar las grandes plazas. Aun así, nunca dejó de prepararse Ramírez, soñando con poder actuar en las ferias del país, en especial la de su natal Tovar, ciudad taurina por excelencia, con una de las ferias más bonitas y toreras de América.
Tras su alternativa, el joven matador siguió como se dice en el toro “buscándose la vida”, toreando festivales y alguna corrida, además de participar como sobresaliente en un buen número de corridas de la temporada española. Con una intensa preparación en el campo bravo español, Curro Ramírez por fin ve cumplido el sueño de volver a verse anunciado en su ciudad, aunque no sea dentro de las fechas centrales de la feria, el domingo 7 de septiembre, con toros de Rancho Grande, mano a mano con Rafael Orellana, corrida que ha generado una gran expectativa, que es lo que realmente necesita nuestra fiesta, emoción y motivación, para que los aficionados pasen por la taquilla.
Curro Ramírez continúa su fuerte preparación de cara a una corrida que es algo más que un festejo, es el inicio de una nueva vida taurina para un torero honesto, lleno de afición y con ganas de abrirse paso. En sus manos está ahora la moneda, pues la oportunidad siempre llega.
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