Maracay tendrá a Manuel Escribano el próximo sábado 4 de mayo para estoquear toros de Juan Campolargo. Foto: laplazareal.net
Por: Víctor Ramírez “Vitico”
Manuel Escribano veía de lejos la feria de Sevilla, ya que no estaba anunciado en el abono, seguro que con dejo de tristeza en su interior, porque los toreros para poder funcionar deben pegar un pelotazo gordo en las ferias grandes, donde está la repercusión y la fama. Pero una cosa es soñarlo y otra hacerlo.
Pero la vida da muchas vueltas y al final quien no estaba ni siquiera anunciado, terminó escribiendo una de las páginas más emocionantes de una discreta feria de abril, donde toreros muy esperados no dieron la talla, y ganaderías cotizadas como punteras, pasaron por debajo de la mesa.
El viernes 19 de abril El Juli, vestido de negro y plata enfrentaba en primer lugar al toro “Ebanista”, número 163, negro con 532 kilos, serio, hondo y astifino, de Victoriano del Río. Desde su salida el toro demostró su peligro por el lado derecho, pero El Juli pensó que con su inmenso poder y oficio le podría. Pero el toro lo estaba cazando y lo corneó en el muslo derecho, de gravedad. Ahí, en el infortunio del Juli nacía la oportunidad de Escribano y hasta de Antonio Nazaré, sevillano que compartía cartel con el maestro, que le cortó las dos orejas al segundo de Julián.
La segunda corrida contratada por El Juli era la de Miura, en un gesto del torero madrileño, pero al caerse del cartel, la empresa llamó a varios matadores que según se dice se hicieron “los lilas” ante la catadura del encierro miureño y se lo pensaron mejor, quizá por aquello de que este tipo de corrida se ve mejor desde el tendido, porque este año ni televisión hubo.
Pero cuando llamaron a Escribano, no se lo pensó, total el que nada tiene, nada pierde y sí puede ganar mucho. Vestido de rosa palo y plata, el traje de su alternativa, Escribano bien pudo abrir la Puerta del Príncipe el domingo 21 de abril, si su primer toro, “Guindalero” un cárdeno oscuro con 606 kilos de peso no se para. Aún así la crítica vio muy dispuesto al rubio matador que cerraba feria con “Datilero”, número 31, cárdeno con 563 kilos. El de Miura fue un gran toro (en Miura claro) y Escribano lo cuajó de principio a fin con capote, banderillas, muleta y espada. El banquillo curte, fortalece la mente y Manuel lo demostró toreando muy bien, tras saludarlo a portagayola y banderillearlo de verdad, sin carreras ni histrionismos. Tras la gran faena, faltaba el remate y el sevillano coronó con gran estocada para tumbar sin puntilla a “Datilero” que fue premiado con una póstuma vuelta al ruedo en el arrastre, llevando a Miura de nuevo a la gloria. Las dos orejas fueron a las manos de Manuel Escribano que dio una apoteósica vuelta al ruedo y salió a hombros por la puerta de cuadrillas. El olvidado ahora era el triunfador. Al día siguiente del triunfo, en un bonito detalle Escribano le llevó las dos orejas de “Datilero” a El Juli, convaleciente en el hospital. Cosas así solo la tienen personas de buen y noble corazón.
Maracay tendrá a Manuel Escribano el próximo sábado 4 de mayo para estoquear toros de Juan Campolargo con José Cariel, que vuelve a la plaza de sus grandes triunfos y otro triunfador en la Maestranza, Gabriel Picazo. Ahora esta combinación sale más fortalecida con el triunfo de Escribano y las vueltas que da la vida.
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