Foto: cultoro.com
Por Imanol Sánchez - CULTORO - 11 de Septiembre, 2012
Acabo de llegar al hotel, tras mi actuación de hoy en Peralta (Navarra) en una entretenida novillada, y sentado encima de la cama —antes de desvestirme como es habitual en mi-, repaso todo cuanto ha sucedido y todo cuanto mejor lo podría haber hecho delante del toro, y hay un pensamiento que ronda mi mente…
Y ese pensamiento es que el toro nos regala, además de su vida, uno de los valores primordiales para afrontar cualquier obstáculo en la vida: LA SUPERACIÓN.
El primero de hoy ha sido un bruto y complicado utrero que me ha prendido en dos ocasiones. La primera de fea manera por el pecho y el cuello, apunto ha estado de traspasarlo. Y la segunda me ha pasado en tres ocasiones de pitón a pitón antes de caer al suelo. Hoy, afortunadamente solo ha sido la paliza, y lejos de rehuir la pelea he decidido volver a intentarlo y darle muerte al novillo, cortando una oreja.
Ni soy un espartano, ni soy un gladiador, soy un torero, que día a día y gracias a mi profesión aprendo que esfuerzos de este calado merecen la pena. Un hombre con sensatez hubiera rehuido la pelea por puro instinto de conservación, pero un torero NO.
Por eso, esta profesión es tan grande; porque en veinte minutos, toda una vida puede cambiar, y todo lo que en una vida se siente, se puede vivir en veinte minutos: el triunfo, el fracaso, la gloria, la tragedia, la vida o la muerte…
Es hora de desvestirme y ducharme y seguir pensando en lo privilegiado que soy de poder vestirme de luces, y aprender algunos de los valores fundamentales que me enseña mi profesión y que tanto se echan de menos en la sociedad actual…
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