Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


Bono de colaboración desde 10 $ en: Asogata, 
Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
Contacto: 0412 658 4112

28/3/12

La oreja más costosa y meritoria

Cortés ha sido un apaga fuegos y un sembrador de ilusiones. Cortó oreja la última tarde, pero ha sembrado otra vez en su plaza de Maracay. Foto: Aramacuto

por: EL VITO - 27 Mar 2012

La Feria de San José de este año 2012 ha sido una temporada redonda. En Maracay se reunió un evento internacional de renombre: la II Convención Nacional del Círculo Bienvenida. Además, la plaza de toros "César Girón" fue el escenario del debut de una ganadería nacional, la divisa yaracuyana de San Antonio, propiedad de Edgar Bravo. El nuevo hierro ganadero envió seis erales para un festejo sin picadores que resultó una muestra muy prometedora.

Las dos corridas de toros han sido interesantes, tomando en cuenta la deleznable tradición en la que incurría Maracay de presentar becerrotes desmochados en su arena. La tarde primera fue con toros de Euclides Sánchez, astados que impresionaron favorablemente por su integridad de pitones los siete toros lidiados; y por la presencia de adultos de tres de los siete astados.

La ganadería de Juan Campolargo no se quedó corta en presentación, como en el juego de las reses dos dieron muchas facilidades para el lucimiento de los espadas.

Puntos a favor de los organizadores y de la Comisión Taurina que en esta oportunidad no tuvo funciones de Celestina en la tradicional corruptela de dejar pasar toros fuera de las normas exigidas por los reglamentos.

En lo que respeta a los espadas los aragüeños, han de estar felices los aficionados. La razón, por haber visto en el tope de la excelencia al novillero Edgar Antonio, y triunfar en su absoluta expresión a El Califa. Motivos estos que se manifestaron en los tendidos de la plaza de las más diversas maneras, todas ellas exultantes y felices, ya que Maracay, la afición de Aragua y su cantera de El Calicanto, vivían épocas de sequía de identidad y no debían estar muy satisfechas al ver que surgían toreros en Mérida y San Cristóbal y que un caraqueño continuara con el bastón de mando por el espacio de los últimos tres lustros.

Todo lo bueno que ha ocurrido se le debe a la gestión de un torero; un torero de Maracay formado en La Cantera, convertido en un gran taurino. Me refiero a Erick Cortés, infatigable luchador dentro de la Fiesta que en el duro camino de la profesión han sido más los tropiezos, las penas, los disgustos vividos que las satisfacciones logradas. Formado como ningún otro espada en el toreo nacional, fue proyectado por Lucio Requena, formó pareja con Leonardo Coronado descubiertos ambos por la afición de Caracas al mundo de las promesas de la Fiesta.

Erick se hizo en Andalucía, de la mano de Tomás Campuzano y del maestro José Martínez, Limeño, y en el Sur de Francia con taurinos de envergadura como lo son el catalán Enrique Patón, de los franceses Roberto Piles y Simón Casas, con decidida participación de una de las muchas personas que más creyeron en él: Juan Carlos Beca Belmonte.

Insisto en todo lo bueno, porque Maracay, en lo taurino, renace de las cenizas de un crematorio encendido por los propios toreros y aficionados de Aragua. Cortés ha sido un apaga fuegos y un sembrador de ilusiones. Cortó una oreja la última tarde, pero ha sembrado otra vez en su plaza de Maracay.

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