La primera de la feria del Sol fue una tarde con muchos matices, todos interesantes, con lo positivo de la consolidación como una realidad de Antonio Suárez y Miguel Ángel Perera demostró porque es figura del toreo. Sebastián Castella muy entregado y la corrida de San Antonio abriendo la puerta a la esperanza.
Sebastián Castella se mostró entregado con su lote, a su primero al que lanceó con cierto gusto le toreó con valor. La técnica y oficio del francés se hizo patente ya que primero afianzó al flojo toro al llevarlo en línea y a media altura, luego bajando la mano con poder y estética. Una fea voltereta fue el prólogo del arrimón de Sebastián que paseó una oreja merecida. Al cuarto le toreó con gusto a la verónica y con la muleta abrió con hieráticos estatuarios para correr la mano con temple, ligazón y buen gusto. El toro tuvo movilidad y recorrido, lo que propició un largo trasteo del galo. Llegó la petición de indulto, la faena se alargó, el torero marró con un pinchazo hondo, estocada y descabello perdiendo los trofeos que bien ganados tenía.
El idilio de Miguel Ángel Perera con la puerta grande de Mérida sigue como el primer día. Pero no sólo de amor se construye el éxito, hay que hacerlo, buscarlo. Y eso hizo un muy entregado Perera. Ya con su flojito primero, el de la Puebla del Prior hizo gala de un ejercicio de temple, técnica y valor. Temple para tener en pie al toro, técnica para abrirle los caminos, primero a media altura y linea recta para que el toro se sintiera cómodo y valor para pisar terrenos comprometidos. La oreja premió todos estos méritos. Lo del quinto vino por otro palo, toro encastado y áspero con el que Perera se jugó limpiamente la vida. Pero no sólo fue valor seco, hubo chispazos de arte en un bello quite por chicuelinas y luego un ejercicio de alturas, toques, distancias y terrenos. Varios muletazos tuvieron usía y también hubo entrega y coraje. Una fuerte voltereta caldeó el ambiente para la emotividad. Se justificó plenamente Miguel Ángel Perera.
Lo de Antonio Suárez no es casualidad ni suerte, es la consolidación de un torero de clase, temple y valor. Porque de buenas maneras no se come toda la vida, hay que sacar la raza del guerrero para seguir puntuando. En el tercero, Suárez hizo una faena con excelentes momentos, pases largos, hondos y templados unidos a otros menos acoplados ya que el toro a veces protestaba cuando no se le llevaba podido. La espada ahora es un seguro de vida. Lo del sexto fue otra cosa, Antonio Suárez acalló muchas bocas. Es un torero valeroso, con hambre y con ganas de escalar posiciones. Al bronco toro le pudo con gallardía, primero con una colocación muy sincera, luego presentando los engaños con pureza y para rematar sacando la muleta por debajo de la pala de pitón. Varios pases fueron magníficos. Entró a matar con la sinceridad que toreó y se ganó por derecho propio la salida a hombros. Apunta alto el tachirense, como quién busca el Sol y se lleva varias estrellas.
Ficha de la corrida
Plaza de toros de Mérida
Sábado 1 de marzo.
Poco más de media entrada en tarde fresca
Toros de San Antonio, bien presentados, con movilidad y recorrido. Flojos primero y segundo, tuvieron nobleza, soso pero con clase el tercero, encastado el cuarto al que se pidió el indulto. Complicados quintos y sexto.
Pesos: 435, 440, 452, 467,480 y 430 kilos.
Sebastián Castella, de azul marino y oro: Oreja y palmas con petición tras dos avisos.
Miguel Ángel Perera, de nazareno y oro: Oreja con fuerte petición de la segunda y dos orejas.
Antonio Suárez, de blanco y oro: Oreja y Oreja con fuerte petición de la segunda.
En las cuadrillas destacaron en la brega Fabián Ramírez, en banderillas José Chacón, Carlos Pizzuto, Jesús Díez y Abraham Graterol. El resto cumplieron bien.
Presidencia acertada. Miguel Ángel Perera y Antonio Suárez salieron a hombros por la Puerta Grande.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario