Aportar datos de su biografía en esta colaboración me parece superfluo pues es bien conocida y contada espléndidamente por varios escritores. Espero que algún día vea la luz la que, recientemente, junto a las del resto de la familia, ha escrito un miembro joven de ésta. Contar lo sucedido el día de la alternativa puede estar justificado pero solo en modo resumido por la misma razón anterior. Se la iba a dar su hermano Pepe en un mano a mano; quería que la corrida fuera de Eduardo Miura Fernández; problemas en el reconocimiento y toros rechazos; sustituciones; empeño de los hermanos en no torear si no eran todos los toros del hierro mencionado; a la cárcel; suspensión; y por fin celebración. Y lo del toro Rosquero y Cabileño. Y seguro que otros aspectos muy difundidos.
No sé sí es tan conocido lo que ocurrió Sevilla, a muchos kilómetros de Madrid. Eduardo Miura Fernández, amigo de Manolo, Pepote y Antonio Bienvenida, de la época en que vivieron en Sevilla, también pasaba sus vicisitudes para poder completar la corrida atendiendo al ruego que le hiciera desde Madrid la familia Bienvenida.
Contaba el ganadero que el padre de los Bienvenida había llamado al suyo, comunicándole que Antoñito iba a tomar la alternativa y que la corrida debía de ser suya. Y continuaba el criador:
-Ya me encargaba yo de la ganadería, por lo que empecé a ojear, miré los toros y los aparté. La corrida de toros se embarcó... y para Madrid.
-Y ¡Dios mío!, como se dice vulgarmente, al primer tapón, zurrapa. Yo que tenía todavía el <<cascaroncito>> de ganadero pegado y me desechan dos toros en Madrid.
-Me llamó, el Papa Negro, continúa el ganadero, diciéndome: <<Eduardito, fíjate lo que ha pasado. Esto es menester ver como se arregla; que están los niños en la cárcel. Tienes que mandar otros toros porque dice Antoñito que, como no sean los seis toros vuestros, él no torea.>>
-Bueno, pues para el campo en busca de dos toros. El camión que vaya para la finca y que preparen el coche. ¿El coche? No señor, hoy no puede circular. Recién acabada la guerra civil, había una serie de restricciones, entre ellas de gasolina y aquel día no <<andaban>> los coches.
-¿Qué hacemos? Bueno, pues buscas un taxi que quiera ir hasta Lora del Río con el problema de la gasolina, etc., etc. Dimos con un taxista que accedió a llevarnos a mi padre, a mi tío y a mí. Pero no acabarían los problemas. Al pasar por el fielato de Carmona, nos paró la policía. Por aquel entonces, explicaba don Eduardo, había que llevar una cartilla de <<gomas>>. El policía se dirigió al taxista: <<¿La cartilla de los neumáticos?>>. Mirándolos el inspector, oí que decía: <<Este no está, éste tampoco, éste otro tampoco..., éste sí>> Total que más de la mitad de los neumáticos no estaban en la cartilla. <<Pues nada, ustedes no pueden pasar>>, dijo el policía. Pero mire usted cómo va a ser esto. Mire que hay una cosa de orden público, que la corrida... que los toreros... que la cárcel. Pues nada, ustedes no pueden circular con la documentación de esta cartilla. Total, tanto le lloramos al hombre, que dijo: <<Vamos a hacer una cosa. Yo voy a tomar nota del taxi, voy a tomar nota de las gomas, ustedes se van a marchar y cuando regresen se presentan en la jefatura>>. Efectivamente cuando regresamos el taxista se presentó y aquello se resolvió. Al fin, resueltos todos los problemas, la corrida se celebró el día 9 con un lleno hasta la bandera. Comentaba también el ganadero que en el cartel sea anunciaban seis toros de don Antonio y don José Miura, <<cuando en el año 1942 ya era yo el ganadero>>.
K-Hito, en Dígame, hacía el siguiente comentario de la corrida:
<<Al iniciar la curva las cuadrillas, Pepe y Antonio Bienvenida se descubrieron para continuar el paseíllo destocados, en prueba de acatamiento a la autoridad y de respeto al público, que acogía su presencia con siseos. Bastó tal referencia para que las lanzas se volvieran cañas, y al cambiar la seda por el percal toda la plaza aplaudía. La fuerza emotiva alcanzó su grado máximo. El perdón estaba ampliamente concedido, que este público de toros, bueno y sano, no sabe de rencores>>.
Con el tradicional ceremonial Pepe Bienvenida cedió la muerte del primer toro a su hermano Antonio. Rosquero tenía por mote, era cárdeno claro, lo herraron con el número 75, y era de los de hierro arriba. Por cierto que se viene apuntando, como nombre del toro el de Cabileño, cuando en realidad, y confirmado por el propio ganadero, el nombre es el que hemos apuntado.
La faena, según el cronista de Dígame, fue así:
<<Cita el neófito con la muleta plegada al bicho, que está presto para el ataque.
-¡No! ¡No! -en los tendidos- ¡Que es un Miura! ¡Que eso no puede hacerse con todos los toros!
El miureño acude furioso, cambia Antoñito y se revuelve el toro en un palmo de terreno. Los pitones rozan la camisa torera. Emoción gorda.
Y de allí al natural, como el 18 de septiembre [del año anterior] . Y de los naturales al de pecho, pasándose todo el miureño por delante. Va uno a hablar con el vecino y no le sale la voz. El vecino quiere hablar con uno, y solo consigue lanzar sonidos inarticulados.
Otra vez el chaval con la tela recogida en la zurda.
-¡Basta! ¡Basta! -en los tendidos- ¡Otra vez no!
Otra vez sí. Una carrerita hacia delante, un pequeño salto y de nuevo el arranque rápido de la fiera. Cambia el matador con más holgura que antes; despliega la flámula y en ella empapa al enemigo con tres naturales que rubrica con el de pecho forzado. Magnífico, espléndido. Más pases pintureros cuando el público pide la oreja. Un pinchazo, otro -¡qué lástima!- y una buena estocada y ovaciones con vuelta y salida a los medios>>.
Los toros de Miura fueron, buenos el primero y el sexto, con más nervio el último. El segundo codicioso y de poder con los caballos. El tercero manso y se le fogueó. El cuarto fue huido. No hubo quinto de Miura porque se devolvió a los corrales.
Cartel "Centenario" / Imagen cedida por Diego Ramos
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