1/12/15

Todos hablan de una doble puerta grande

Entre Táriba, Seboruco y Valencia, se va extendiendo el morbo taurino. 

**RECORDAMOS LO PRONOSTICADO POR RAVELL DOS SEMANAS ANTES DEL FESTEJO RESPECTO A LA NOVILLADA EN VALENCIA...**

***** Habría que preguntarle a los cronistas del Táchira: Eutiquio Hevia Porras, Dr Victor Julio Cárdenas, profesor César Omaña oriundo de Táriba, o a Kike Rosales, este último es quien no se cansa de olfatear el mundo del toro los 365 días del año; ellos nos pueden facilitar el camino a saber cuántos nombres sagrados del arte de la tauromaquia hicieron el paseíllo en la legendaria plaza de toros Las Margaritas, ubicada en aquella meseta taribense…

por: Eduardo Ravell - Diario Pico Bolívar - Mérida Venezuela

A Táriba se le conoció como el portón taurino de América entre los siglos XIX y XX cuando en honor a la verdad siempre mantuvo un mano a mano con su vecina Tovar de Mérida como las plazas más tradicionales y antiguas para montarse desde el balcón y señalar su santidad ferial. Los árabes aseguran que el destino es el que elige por cada quien, y el destino quiso que Táriba tuviese su Coliseo y dejar atrás tanta historia en medio de múltiples soleras y los que fueron una especie de arquitectura con miras a lo que hoy día cuenta su vecina San Cristóbal y la Monumental de Pueblo Nuevo ya en la mira de sus 50 años de levantada; atrás quedó La plaza Venezuela en La Concordia donde en honor a la verdad se vieron las primeras figuras de renombre taurino entre Europa y América. Y entonces qué pasó con las soleras que se disfrutaban en la meseta de Las Margaritas. De verdad, de eso conocen lo suficiente los cronistas que al principio hemos mencionado. Lo cierto del caso es que desde que existe el Coliseo que ahora lleva el nombre del patriarca taurino Don Hugo Domingo Molina ya no es posible ver aquellos episodios margariteños, desde la colina. Se perdió la originalidad taurina de entonces, se fue diluyendo el encanto y el tarro de las excelentes faenas ya no huelen igual; y sin embargo, en Tovar la merideñidad taurina del valle del Mocotíes ha sabido mantenerse desde sus inicios en el sector de la plaza Carabobo, hasta Vista Alegre y finalmente en El Llano donde hoy día es posible mantener en todo lo alto los 172 años de soleras con la inclusión de que el ruedo tovareño fue regado con arena sevillana traída por Tomás Campuzano al principio de los años 90, antes de finalizar el siglo XX hasta nuestro días en que Tovar es un imán de arrastre taurino, ahora con escuela menor y un gran ídolo llamado RAFAEL ORELLANA con sangre madrileña por Doña Filomena de Ramírez, esposa del legendario matador de toros Nerio Ramírez. Es hoy día El Coliseo de Tovar el que nos muestra como una vitrina de pura cepa taurina.

Vuelvo a Táriba y me da melancolía porque su Coliseo ya no sintoniza como en aquellos tiempos, pero me alegra porque su más reciente hijo taurino, es pura seda y luces con formación ibérica y por empeño de su padre, el siempre matador de toros Jesús Colombo Ruiz. Fue tanto su empeño, que hoy día le debemos tanto que su hijo JESUS ENRIQUE es la mera muestra de un digno embajador de la Fiesta Brava que hoy pasa por trámites dificultosos, como aquel clásico de Paul Mc Cartney: “Un largo y tortuoso camino “. No obstante es Jesús Enrique la promesa que ahora mismo todos añoran ver hecho matador de toros, y lo va a lograr, a mucha honra. Las condiciones con que cuenta son dimensionales.

Saliendo de Táriba tomamos camino a Mérida, no sin antes pasearnos por las Mesitas de Seboruco, antes de irse ante el Santo Cristo de La Grita, taurino por naturaleza. A sus 21 años vemos con apremio un joven con tinte de campesino humilde, con verbo tachirense muy bien hablado, pero con una enorme vergüenza taurina de la mano de un inquieto torero bufo como lo conocemos, Fulichán Vanegas y sus travesuras que hacen de chicos y grandes un punto y aparte en cada octavita ferial.

Y creo que aquí entra muy bien el más reciente artículo de Kike Rosales : O te vestiré de luto. No sé si Manolito Vanegas le diría a su adorada madre algo así, o parecido, algún día antes de emprender viaje a España sin ni siquiera un tabique de madera para armar la muleta. Pero vea cómo el destino ha elegido por Manolito una carrera preñada de ilusiones que nos mostró en su recién temporada entre Francia y España de la mano del matador de Salamanca Domingo López Chaves y los empresarios galos que han visto en Manolito un joven con ambición y agallas de saltar muy pronto al doctorado. Ya hemos escrito en este mismo blog el resultado de sus campañas 2015, donde dejaron una estela de comentarios regados entre Tendido Cero de la TV española, revistas, diarios, blogs, etc. Y vean que esta película apenas empieza a rodarse porque la próxima parada se llama Valencia y su Monumental de Toros que dio luz verde desde aquel sábado 10 de febrero de 1968 para constituirse hoy día como todo un ícono de patrimonio cultural en medio de impulso económico con lo que se conoce a la Ciudad industrial de Venezuela.

Agrocasta y su fundador el caraqueño, torero y empresario: Erick Cortéz, son un ápice de constancia y perseverancia para que este mano a mano del año sea posible el 29 de este mes en que el almanaque taurino de América se hace sentir por excelencia entre México, la bicentenaria plaza de Acho en Lima y Maracaibo ante La Chinita taurina. Lo mejor que puede pasar es obviamente ver a Manolito y Jesús Enrique salir a hombros de la noble afición por cuanto nos atrevemos a dar como un hecho que los ejemplares de Campolargo y Laguna Blanca, darán juego ante el engaño de la sangre joven del nuevo milenio.

Mientras tanto, es el morbo taurino el que se va extendiendo por la carretera entre Táriba, Seboruco hasta llegar a Valencia. Los tours se verán incluso desde la capital caraqueña, sin obviar a los aficionados orientales y pare usted de contar. Insisto en que el morbo taurino ya se observa en las carreteras. Manolito nació el 18 de mayo de 1994, en pleno corazón de Seboruco, y simboliza en el zodiaco al Toro como tal sobre la faz de la tierra, firmeza con empeño. Jesús Enrique nació el 29 de noviembre de 1997, en Táriba entre los aledaños espacios que dan a la plaza principal y su eterna maternidad; y simboliza a la balanza aérea, la sangre fría, sin temor y de caída angelical sobre la presa, un símbolo de justicia por ley natural, signos de tierra y aire que son elementos en positivo a la hora de buscar la gloria. Un agarrón de pronóstico reservado se vislumbra desde ya.

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